sábado, 17 de diciembre de 2011

EL ASPIRANTE ESPIRITUAL Y EL SENDERO DE PERCEPCIÓN (y II)



Lo mismo que alguien puede utilizar la posición del Sol o de la Estrella Polar como “medio” para llegar a una meta, así el aspirante espiritual debe llevar a la práctica sus ideales elevados para alcanzar su posible meta espiritual predestinada desde antes de nacer. El aspirante debe comprender que no se puede hacer un Maestro o Iniciado por el esfuerzo de una sola vida y por eso no se debe dejar llevar por la ilusión, la imaginación o los deseos irrazonados, debe poner los pies en el suelo y razonar hasta comprender que las prisas no son buenas y sólo traen inconvenientes. Se trata de tomar las riendas del destino y afrontar cada día como un paso más para llegar a la meta de la perfección; así se avanzará más lentamente pero se darán pasos más seguros. Son las aspiraciones y los ideales elevados los que deben guiar los esfuerzos, a la vez que se actúa con paciencia, responsabilidad y persistencia. El desarrollo espiritual es un proceso interno pero se debe alcanzar en el mundo físico y a través del cuerpo físico y sus limitaciones. Según se va desarrollando el espíritu interno se va adquiriendo poder espiritual pero nunca hay que abandonar las aspiraciones ni la práctica de los ideales elevados.

Como hemos dicho, el aspirante espiritual debe tener su consciencia sobre sí mismo para no hacer daño a nadie ni a nada y para ser un amoroso servidor de Dios y del mundo. Pero eso no es todo, él está –como suele ocurrir por lo general– en esa Escuela porque pertenece al mismo “Rayo” o “Aspecto Divino” que representa la Escuela y, por tanto, él también se debe a la misma. Eso no significa que deba pagar una cuota a esa Escuela por sus estudios, una verdadera escuela no exige dinero a sus miembros, sin embargo, sí hay otras formas de colaborar además de los donativos que “en conciencia” se puedan dar. Las Escuelas Iniciáticas están dirigidas desde los planos internos por Iniciados normalmente llamados Hermanos Mayores. Éstos trabajan y se sacrifican desde los planos internos por facilitar los medios espirituales necesarios a la humanidad a la vez que imitan a Cristo respecto “curar al enfermo” y a “sufrir por los pecados del mundo” para transformar el mal en bien. Ellos facilitan las épocas y oportunidades para que los aspirantes y todo aquel que esté en sintonía las aproveche y utilice para su propio desarrollo; y ellos son los que eligen a aquel que se esfuerza por responder a sus intenciones para facilitarle una expansión de conciencia.

El aspirante debe ser consciente de que esos iniciados ponen gran empeño en evitar que el hombre caiga en la maldad y en el materialismo y por eso facilitan los medios para que la humanidad encuentre una atmósfera de paz y armonía. De aquí que el aspirante también ponga empeño en identificarse con esas vibraciones y en llevar a la práctica los preceptos de la escuela para que su paz y armonía interna sea manifestadas externamente en su hogar, en su trabajo y en el mundo El aspirante debe conocerse a sí mismo, autoobservarse y meditar sobre sus cualidades y sus defectos para luego poner manos a la obra en la purificación de sus vehículos. Su cuerpo físico solo debería ser vehículo de buenas acciones; su cuerpo emocional o de deseos, solo debería desear y expresar sentimientos o emociones de naturaleza espiritual y nunca en contra de nadie; su mente debería estar controlada por la voluntad para que solo piense en la manera de seguir el sendero de perfección y de ser útil al prójimo; y su voluntad siempre debe ser la representación de la voluntad de Dios o imitadora de la obra de Cristo. Todo aspirante puede hacer eso y no debe tener al fracaso porque cuando uno trabaja y se esfuerza por hacer esa labor espiritual, esta acompañado por las fuerzas espirituales que colaboran con nosotros para que cumplamos con nuestro plan evolutivo cuanto antes y de la mejor manera.

El aspirante espiritual que cumple con los preceptos y que se esfuerza por ayudar a la humanidad nunca está sólo, siempre tendrá a algún auxiliar, iniciado o Ángel ayudándole a alcanzar sus propósitos y, por tanto, si las fuerzas espirituales están con él ¿Quién puede estar en su contra? Por otro lado y puesto que él se ha beneficiado de la Escuela por medio de los conocimientos adquiridos, debe saber que lo que se recibe gratis debe darse gratis o devolverse altruista y amorosamente en forma de donativo a la humanidad. El conocimiento se puede dar a otros de igual forma que se recibió pero el beneficio y adelanto espiritual obtenido gracias a ese conocimiento debe ser compartido con el prójimo con la mejor voluntad y entusiasmo. Estamos aquí para progresar espiritualmente y quien no se esfuerza no será considerado como un digno siervo de los Maestros y no se capacitará para identificarse con las vibraciones que le pueden llevar a alcanzar la iniciación.

Pero esto, en un aspirante primerizo es menos grave, lo grave es cuando uno es probacionista o discípulo de un Maestro y no cumple o se desvía del sendero; entonces, éstos son falsos y se engañan ellos mismos ya que el Hermanos Mayor o Maestro lo observa y sabe todo de él. Así es que, el verdadero aspirante debería preguntarse de vez en cuando ¿Qué uso estoy haciendo de lo que he aprendido y de mi desarrollo espiritual? ¿Cumplo mis obligaciones espirituales de la escuela? ¿Qué clase de ejemplo estoy dando a los demás? ¿Actúo más bajo la dirección del Espíritu o de la personalidad egoísta y materialista? ¿Me esfuerzo a diario lo suficiente como para continuar progresando? Deberíamos recordar todos que el ejemplo vale más que mil palabras y que, por tanto, ese debería ser el motivo de más esfuerzo, de hecho, es muy beneficioso para el estudiante que sabe que en las navidades desciende el rayo de Cristo, comprometerse de nuevo para que en el año venidero pueda alcanzar nuevas metas gracias a su sincero y amoroso esfuerzo en el servicio.

Estamos en unos tiempos que aportan cierta elevación de conciencia a quienes están en la frecuencia de esta nueva filosofía de vida que procede de los mundos superiores, algunos ya están tan identificados que están haciendo una gran labor gracias a sus libros y conferencias y, como consecuencia de ello, los que aspiramos a continuar esforzándonos en el camino de perfección, deberíamos seguir su ejemplo y llevar a la práctica las enseñanzas recibidas. Lo mismo que somos libres de actuar bien o mal o de decidir si hacer lo correcto o lo incorrecto, también tenemos el libre albedrío para decidir si compartimos todo lo bueno que hemos recibido para hacer un mundo mejor o no. Si nos decidimos por lo más lógico y correcto podemos tener la seguridad de que contarán con nosotros para ser colaboradores de los iniciados que dirigen los destinos de la humanidad. Ahora cabe preguntarse ¿Estamos dispuestos para hacer los sacrificios necesarios? ¿Nos sentimos capacitados para vivir la vida espiritual y para ayudar al prójimo allá donde podamos y nos encontremos? ¿Estamos viviendo los preceptos y estamos dando el ejemplo que requiere el hecho de ser un colaborador en la obra de Dios.

Cada uno de los aspirantes del mundo es un elemento importante para que fluyan las vibraciones espirituales y el amor de Dios sobre la atmósfera terrestre, y cada uno de ellos debe ser consciente de ello en todo momento para llevar a cabo la labor de auxiliar de los guías de la humanidad. Es dando como se recibe, pero para llenar un vaso debe estar vacío, por tanto, hay que vaciar nuestro amor, nuestra compasión y nuestra fraternidad sobre los demás para poder recibir lo que merezcamos. Sin embargo, no debemos dar con la intención de recibir sino con la intención de ser instrumentos de Dios en la Tierra, es decir, con la intención de darnos a nosotros mismos.

Francisco Nieto

miércoles, 30 de noviembre de 2011

EL ASPIRANTE ESPIRITUAL Y EL SENDERO DE PERFECCIÓN (I)




Estamos aproximándonos al solsticio de invierno lo que, para algunos aspirantes espirituales –como por ejemplo los estudiantes y probacionistas de la Fraternidad Rosacruz– significa el místico y simbólico renacimiento del Cristo en el corazón de nuestro planeta. Este hecho ocurre en los tres días siguientes a la noche de navidad y trae consigo un nuevo impulso de vida y espiritualidad al planeta pero, como ocurre con la luz respecto al ciego, quien no tenga los medios para percibirlo —quien no esté en sintonía vibracional— poco consciente será de ello. Podríamos hacer tres distinciones dentro del desarrollo del ser humano actual:

1º.- Los que viven pensando solo en ellos dedicando su vida al materialismo y a la satisfacción de sus placeres.
2º.- Los que, como se suele decir, son buenas personas y se interesan tanto por ellos mismos como por los demás haciendo algún bien allá donde pueden.
3º.- Los que, siendo como la clase anterior, han obtenido un despertar hacia la vida espiritual por medio del conocimiento oculto y ponen empeño en ser cada día mejores y amorosos servidores de la humanidad.

Según lo dicho, se considera aspirante espiritual al de la tercera clase y dentro de ésta me voy a referir más concretamente a los que están conectados a una escuela iniciática como, por ejemplo, la Fraternidad Rosacruz Max Heindel.

El proceso evolutivo que la humanidad está efectuando principalmente a través de las leyes de Renacimiento y Consecuencia, guía al ser humano desde el estado primitivo hasta la etapa actual –donde algunos despiertan en algún grado un nuevo estado de conciencia– y desde ésta hacia una nueva e inmediata etapa –acuariana– donde el común de la humanidad tendrá que esforzarse para adaptarse a los nuevos cambios. Los aspirantes que han despertado a un grado superior de conciencia y están conectados a una Escuela por medio de su Rayo Individual están divididos, a su vez, en diferentes grados que van desde el simple estudiante de filosofía oculta hasta el que, gracias a su esfuerzo y sacrificio, ha desarrollado los poderes del Espíritu y ya no necesita renacer. Los aspirantes normalmente llamados “probacionistas” están obligados a ser disciplinados y a hacer méritos –entre otras cosas– para cumplir seria y responsablemente con su compromiso ante el Maestro. Compromiso que no siempre se cumple porque, con el paso del tiempo cunde el desánimo en el aspirante y deja de esforzarse por cumplir sus deberes y por servir amorosamente a los demás.

Por lo general, estas personas llegan a contactar con estas escuelas por méritos propios de otras vidas, lo que significa que están preparados para comprender nuevos conocimientos y para llevar a cabo nuevas técnicas de desarrollo espiritual que otros no serían capaces de comprender ni de practicar. Nada es dado en este universo que no se merezca y cuando estas escuelas facilitan la manera de progresar espiritualmente en esta vida y conocimientos que ayudan en gran manera en el estado post-morten, es porque la persona se merece esa nueva oportunidad. Cuando el aspirante pierde la ilusión y sus ideales elevados casi se olvidan –caídas que suelen ocurrir a menudo– se desconectan de los Maestros e Iniciados, lo que significa que ya no reciben esa ayuda en los planos invisibles. Los Hermanos Mayores, Iniciados o Maestros sólo ayudan a los que responsablemente cumplen sus obligaciones como aspirantes a la vez que cumplen con el mandado bíblico de “servir amorosamente al prójimo”.

Si no hay esfuerzo y mérito no puede haber privilegios, si no se es fiel cumplidor en las cosas pequeñas, no se puede esperar que sea considerado digno de una enseñanza o ayuda espiritual por parte del Maestro. Por tanto, lo primero que debe tener un aspirante espiritual de esta clase es disciplina para crearse nuevos hábitos en el cumplimiento de sus deberes ante el Maestro y ante la humanidad. Se trata de interiorizar la Ley, los conocimientos profundos de la Escuela iniciática, la Verdad, entonces y si se es disciplinado, surgirá la responsabilidad y una nueva forma de vida basada en la libertad. Mientras no se apliquen los principios espirituales y las enseñanzas de la escuela en cada una de nuestras formas de expresión –acciones, palabras, sentimientos y pensamientos– el aspirante sufrirá los efectos de sus actos en cualquier momento y circunstancia de su vida.

El aspirante espiritual que conecta con una Escuela esotérica e iniciática y desea acelerar su desarrollo espiritual en esta misma vida, debe someterse a un “entrenamiento esotérico y espiritual”. Este entrenamiento tiene como meta:

1º.- Hacer consciente al aspirante de las leyes divinas que gobiernan toda forma de expresión del ser humano y todo el proceso post-morten.
2º.- Darle los necesarios estímulos y ayudas para que sea un colaborador de Cristo en la Tierra por medio de una serie de motivos que le mantendrán atento para ayudar y servir al prójimo allá donde se encuentre.
3º.- Ayudarle a expandir su conciencia gracias al conocimiento y a los servicios y trabajos espirituales.
4º.- Facilitarle los medios necesarios para emanciparse de las ataduras del mundo y de la carne y para no depender de nadie.
5º.- Enseñarle que cada persona es un Espíritu en evolución que se expresa a través de varios y diferentes cuerpos pero que es la voluntad la que debe ser utilizada y puesta al servicio del bien para que dichos cuerpos sólo expresen la voluntad de Dios.

Esto, como es natural, libera al aspirante de muchas ataduras; hace que se vea más capacitado para actuar por sí mismo sin apoyo o directrices de nadie; facilita mayor autocontrol; ayuda a resolver muchas de las dudas y problemas que surgen en la vida; se desarrolla un alto grado de confianza propia, lo que da más liberad para actuar con voluntad. Sin embargo, el aspirante debe tener claro que los dones espirituales no se dan a los indignos y que los negligentes e irresponsables tampoco obtendrán los mismos resultados porque, aún siendo probacionistas, no pueden esperar nada si no se lo ha ganado.

El aspirante espiritual o probacionista, no solo tiene la obligación de esforzarse y sacrificarse por su propio desarrollo espiritual cumpliendo sus obligaciones como tal, sino que también debe colaborar con el progreso espiritual de la humanidad allá donde pueda. La paz en el mundo, la pobreza, el cuidado del cuerpo físico, el medio ambiente y la elevación de la sociedad en general deben estar presentes en la consciencia del aspirante. Un sincero aspirante no puede poner excusas y decir que no tiene tiempo ni ningún medio para ayudar o colaborar de alguna manera en todos estos aspectos; no debe pensar que sólo las cosas más notables o grandes son importantes, hay que comenzar por hacer las cosas pequeñas que es donde se suele fallar más a menudo. Son las palabras bondadosas, los apoyos personales y ayudas desinteresadas, las sonrisas y simpatías a quienes nos rodean, los actos amorosos hacia el prójimo, etc., lo que nos hace progresar espiritualmente en la vida cotidiana.

A veces los aspirantes ceden a las tentaciones de antiguos malos hábitos y se afligen hasta el punto de plantearse el abandono de ese compromiso con la Escuela y con el Maestro. Su fuerza espiritual se debilita entonces y dejan de hacer sus obligaciones viéndose así incapaces de vivir sus elevados ideales tal como lo hacían antes. Es muy necesario en estos casos volver a retomar la perspectiva y fortalecer los ideales a través de una correcta meditación sobre los diferentes aspectos de la vida que les ha llevado hasta ese punto y sobre las circunstancias en las que se encuentran. Por esta razón es tan importante la repetición que algunas escuelas como la rosacruz aconsejan. La repetición diaria de una autoprogramación sobre cómo afrontar el día llevando a la práctica sus ideales, hace que cuando llegue el momento de actuar como se ha programado, se responda condicha actitud. La repetición de una pequeña oración a Dios o a Cristo expresada de vez en cuando a lo largo del día, hace que la conciencia esté en los planos espirituales y que se sienta paz y amor. La repetición de dar gracias a Dios por todo lo que se tiene y al prójimo siempre que se necesario, hace a la persona humilde y servicial. La repetición de lecturas o de meditaciones espirituales predispone para ser verdaderos hermanos y fraternales servidores de los demás. La repetición de la retrospección nocturna –ver detalladamente y en sentido inverso todo lo que se ha hecho a lo largo del día– hace que reconozcamos nuestros errores, debilidades y defectos y da la oportunidad de proponerse y fortalecerse para superarlos. La repetición de “recordarse a sí mismo” como observador de sus expresiones personales –palabras, sentimientos, hechos…– facilita el medio para “darse cuenta” antes y rectificar. La repetición o persistencia para imponer la voluntad sobre la mente para que no piense nada más que cuándo y cómo uno quiera, hace más libre al aspirante.

A veces es conveniente incluso replantearse si no convendría hacer lo mismo que se hizo cuando el aspirante descubrió la escuela o las enseñanzas que le hicieron cambiar tan drásticamente. Suele ocurrir que cuando una persona busca un aliciente o estímulo espiritual porque siente que su vida es monótona a la vez que necesita “algo superior”, es decir, cuando algo interno despierta, la persona se esfuerza y sacrifica tiempo, dinero y otras cosas porque se deja llevar por la emoción. Entonces se hace impaciente, hace cambios en su vida que ni siquiera se le piden, dejan de relacionarse con amigos, gastan dinero sin razonar tanto si es necesario como si no, algunos llegan hasta abandonar su trabajo, transforman su vida y pierden el sentido de sus deberes y obligaciones, y por todo por la causa del Espíritu. Pero tarde o temprano pasan esos estados emocionales y se comienza a razonar comprendiendo que esos hechos no son necesarios y que incluso se ha podido causar dolor a determinadas personas. De ahí que el discernimiento sea tan necesario en la vida del aspirante espiritual, no son los fines lo más importantes sino los medios, la pureza el servicio amoroso y desinteresado al prójimo, la fraternidad, etc. representan el sendero que ha de seguir.




Francisco Nieto




domingo, 13 de noviembre de 2011

LA PERCEPCIÓN DEL MUNDO FÍSICO A TRAVÉS DEL CEREBRO




Pocas personas se preguntan ¿Cuál es el mecanismo que hace que yo me identifique como tal y que, a la vez, me vea en el mundo sin pertenecer a él? Lo que llamamos “percepción del mundo físico” no es otra cosa que la información que recibe el cerebro por medio de los sentidos, pero cuando nos identificamos como un Yo ante ello y lo razonamos, lo hacemos por medio de la mente. Por lo general, solo percibimos siete frecuencias de luz que se relacionan con los colores del arcoíris, esto es, los terminales nerviosos de la retina reciben la frecuencia de luz relacionada con el color del objeto percibido. De lo que vemos surge el sentimiento, deseo o emoción y de éstos surge el pensamiento basado en otras experiencias del pasado.

Así es que, nuestros conceptos, pensamientos conocimientos y análisis están basados en lo que llega al cerebro y que es captado por la mente. Razonando esto profundamente con la propia mente nos podemos dar cuenta de que tales objetos o mundo físico no existen puesto que lo que percibimos con la mente (que tampoco es física) son vibraciones de diferentes frecuencias. Por tanto, lo que llega a nosotros como si existiera real y verdaderamente fuera de nosotros, (en el mundo físico) llega según las condiciones necesarias como son la luz y el color, puesto que si no hay luz, no existe para nosotros el mundo físico; de ahí que en esoterismo se diga que no hay que tenerle apego.

Cuando nos reconocemos como observadores del mundo físico por medio del enfoque de la mente sobre el mismo, llegamos a comprender que todo lo que está por debajo de nuestra mente (incluida ella misma y el cuerpo físico) es no-yo; es energía condensada o manifestada gracias a la combinación y vibración de las partículas atómicas y subatómicas. Así es que, cuando decimos “Yo” pensando en el cuerpo físico estamos hablando de una imagen en el cerebro percibida por la mente, que es desde donde en realidad “vemos”. Pero unidas a esa imagen están las sensaciones producidas por lo que ocurre en el mundo físico sobre ese no-yo y que nosotros analizamos, observamos y guardamos como experiencias. Ni las sensaciones ni el cuerpo físico con su cerebro pueden pensar puesto que el cerebro es como un ordenador y no la mente; como ésta tampoco es el verdadero observador y experimentador del mundo físico. El cuerpo físico es el medio por el cual nosotros podemos percibir, experimentar y evolucionar en el mundo físico, pero cuando el cuerpo físico muere, los deseos, sentimientos y la mente siguen existiendo junto al Yo, con la diferencia de que éste enfoca su mente en el mundo de los muertos comúnmente llamado Purgatorio y Cielo o Mundo de Deseos o Emocional.

Lo cierto es que si no tuviéramos sentidos no tendríamos conocimiento de que existe un mundo físico, es más, si desde hace ya millones de años no hubiéramos adquirido la autoconciencia que nos distingue de los reinos que nos siguen en la evolución, no seríamos ni siquiera conscientes de que somos un Yo que percibe el mundo gracias a los sentidos del cuerpo físico. El cerebro, como receptor de los impulsos eléctricos que recibe de los sentidos, nos permite identificar los objetos que nos rodean porque desde que nacemos, comenzamos a conocerlos con determinado nombre, sin embargo, para los sentidos no son nada más que vibraciones que representan una imagen. De esta forma, llegamos a la conclusión de que lo que percibimos en el cerebro es nuestra propia interpretación de acuerdo a lo que tenemos guardado en la memoria desde que nacemos.

El hecho, pues, de ser un Yo observador y de ser conscientes del mundo físico es lo que ha hecho que centremos la consciencia en todo lo que nos rodea sin darnos cuenta que el mundo de nuestro verdadero Yo no es éste. Este mundo es la manifestación necesaria de fuerzas y energías invisibles para que nosotros podamos evolucionar desde la no-consciencia a la consciencia actual, pero en un futuro, cuando no necesitemos cuerpo físico y por tanto no tengamos sentidos, nuestra consciencia estará en lo que hoy llamamos el mundo de los sueños, que es similar a donde tienen la conciencia los animales pero esto será como un Yo y con la experiencia y conciencia adquirida en la presente etapa.

La mente está recibiendo constantemente la información procedente del cerebro y de los sentidos, parece como si el cerebro tuviera empeño en que estemos en contacto permanente con el mundo físico, intenta que creamos que todo es real y que está bajo control y para ello nos envía incluso imágenes ficticias, tanto inconscientemente como por medio de la imaginación; sin embargo, todo lo hace por la supervivencia del ser humano. Lo cierto es que el mundo que nos hace ver la mente no es real, como cualquier físico moderno sabe y puede afirmar. Vivimos en un mundo construido por y en el cerebro gracias a la información que le llega de los sentidos y que la mente capta gracias a éste, es más, la materia que “vemos” son átomos en actividad de movimiento y vibración según su naturaleza y combinación entre ellos. Todo lo que llega al cerebro se cataloga como patrones de impulsos nervioso que cambian la estructura cerebral día tras día según la información recibida; esto es la memoria temporal que después se convierte en la memoria de la vida. El cerebro no distingue entre lo que tiene guardado de otras impresiones anteriores y la información que le llega y que actúa sobre él como una tormenta eléctrica porque él no es la mente y, por tanto, no piensa.

Los deseos, sentimientos, pensamientos, etc., están conectados en la red neuronal en forma de modelos o patrones y éstos van cambiando según se agregan las nuevas experiencias, pero esto ocurre en el cerebro y no en la memoria consciente o inconsciente puesto que de las experiencias guardadas ahí tiene que extraer el Ego el beneficio que le hará progresar renacimiento tras renacimiento. Los sentidos nos cuentan cómo es el mundo externo y cómo son las personas, esto a su vez, afecta y cambia las áreas del cerebro al relacionarse con la información guardada, y es la repetición de deseos, sentimientos y pensamientos los que se fortalecen, reintegran y conectan cada vez más hasta formar un determinado carácter. El cerero compara lo que recibe con lo que tiene guardado, elucubra, ordena, guarda y hace muchas cosas para que tengamos una vida ordenada y lógica pero, en realidad ¿quién hace esto si es el pensamiento el que transforma el cerebro? Sí, el pensamiento modela el cerebro pero no solo se queda ahí, porque como todos sabemos, también modela la expresión y la fisonomía de cada persona llegando a la conclusión de que expresamos y somos lo que pensamos. ¿Quién utiliza el pensamiento y cómo afecta y altera las áreas del cerebro? ¿Quién selecciona los pensamientos que con su repetición terminará formando el carácter? Aquí es donde hay que diferenciar las reacciones inconscientes y las respuestas automáticas de la mente sin control ─el no-yo─ de las respuestas razonadas por la voluntad del verdadero Yo que no es el cerebro ni tampoco la mente. Cuando somos conscientes de estas verdades podemos gobernar nuestros vehículos y llevarlos a la perfección en mucho menor tiempo que la mayoría de las personas que no se esfuerzan ni se preocupan por su desarrollo espiritual.

Francisco Nieto

viernes, 28 de octubre de 2011

AFRONTANDO UNA NUEVA ETAPA







A quienes, en esta vida, les ha llegado el gran momento de adquirir un nuevo conocimiento que les ayude a cambiar sus vidas y, por tanto, sus destinos, es posible que ese hecho les parezca algo maravilloso, fascinante o increíble. El conocimiento al que me estoy refiriendo es al esotérico aunque, como es obvio, un cambio interno o de conciencia también nos puede venir por otras fuentes. Suele ocurrir que las personas que ya han estado en contacto con esas enseñanzas en otras vidas anteriores, vuelvan a contactar con ellas con el fin de adquirir o prepararse para la iniciación, si es que se lo merece y en su anterior vida no se desvió hacia el lado negativo o de la magia negra. Puede ocurrir que se dediquen durante años a ir de conferencia en conferencia, de “maestro” a “maestro”, de escuela en escuela, y entre tanto leer un montón de libros de muy variados autores. Evidentemente algo aprenderán, tanto en conocimientos ocultos como en otros de auto-ayuda y espiritualidad, pero si no lo aplican a sus vidas poco adelantarán respecto a lo previsto en sus destinos. Son pocos los que se centran en un solo lugar o escuela, pero los que lo hacen extraerán mucho más beneficio que los que andan de un lado para otros, y de éstos “pocos” son menos aún los que se inscriben y pertenecen a una escuela iniciática donde poder continuar en esta vida.

En los muchos años que llevo en el mundo del ocultismo he conocido —a través de su literatura— tres escuelas que me han enseñando mucho y que, por tanto, me han sido muy útiles tanto para adquirir conocimientos como para mi propio desarrollo espiritual. Hay otras escuelas, como es natural, pero para mí son de menor importancia en todos los sentidos, por tanto, escuelas de ocultismo muy reconocidas desde hace un siglo hay tres y son las siguientes: La Fraternidad Rosacruz de Max Heindel —escuela iniciática—; la Escuela Arcana de Alice Bailey; y la Sociedad Teosófica de Mme. Blavatsky. La escuela Arcana y la Teosófica son escuelas cuyas enseñanzas proceden de oriente y fueron dadas por unos Maestros iniciados muy conocidos por su relación con ese lugar misterioso llamado Shamballa. La Fraternidad Rosacruz es una Escuela para occidente cuya enseñanza procede de los más grandes iniciados de la Tierra, por tanto, su filosofía es más fácil de entender y asimilar que las otras de tipo oriental. Las primeras ayudan a cualquier persona que “busque” y se esfuerce por progresar espiritualmente en esta vida y sean del continente que sean; sin embargo la Rosacruz es una escuela para los aspirantes espirituales de occidente. La iniciación se puede alcanzar por diferentes caminos, y las enseñanzas ocultas de estas escuelas es uno de ellos, sin embargo, lo mismo que es mejor pertenecer y centrarse en una escuela que andar buscando de un sitio para otro, también es mejor pertenecer a una escuela iniciática occidental que a otras cuyos lenguajes son a veces imposibles de comprender y de traducir. Esto no significa que esas escuelas sean peores que la Rosacruz, lo que digo es que la Rosacruz es diferente porque tiene una formación que va desde los primeros pasos como un simple estudiante hasta la preparación adecuada y necesaria para alcanzar las correspondientes iniciaciones según el esfuerzo y sacrificio que el aspirante espiritual haga.

La iniciación es un despertar y una elevación de la conciencia como efecto del poder espiritual adquirido en una o varias vidas, por tanto, nadie la puede conceder a cambio de favores, dinero, ni nada parecido. Ésta debe ser merecida gracias al amoroso y desinteresado servicio a la humanidad y por otros ideales elevados llevados a la práctica, normalmente, en varias vidas. Así es que, generalizando, quien contacta con una de estas escuelas, no sólo trae ya un gran bagaje de otras vidas sino que, además, debe continuar ese trabajo de una manera persistente y precisa a la vez que despacio pero sin pausa. Estudiante de ellas puede ser cualquiera porque tienen centros donde imparten sus enseñanzas y hacen sus servicios ocultos y devocionales o bien lo pueden hacer por correspondencia. Pero el primer paso serio e importante es el llamado “probacionismo” que es cuando la persona interesada se compromete seriamente a trabajar por su Espíritu; este paso es previo al de discipulado cuando, como la palabra indica, se es discípulo de un Maestro. Por consiguiente, el que desea hacerse voluntariamente probacionista debe tener claro que debe respetar y cumplir las normas y hacer los ejercicios y servicios que la escuela tiene para acelerar su desarrollo espiritual. Naturalmente que, cuanto más preparado moral, intelectual y espiritualmente esté menos le costará al aspirante y si, a la vez, ha vencido o no ha caído en ciertos vicios que suelen dominar —alcohol, tabaco, drogas, crítica, espiritismo, …— más poder tendrá para superar otras pruebas más sutiles.

La vida cotidiana de un aspirante a la iniciación, que conecta en esta vida con una escuela seria de ocultismo, es algo fácil en sus primeros grados —interesado o estudiante— pero bastante más difícil para algunos en el grado de “Probacionista”. En el primer grado no hay obligaciones pero, además de la adquisición del conocimiento oculto, el estudiante debe acostumbrarse a hacer toda una serie de ejercicios —concentración, meditación y observación— o llevar a la práctica durante el día la oración, el discernimiento, la devoción a Dios, el servicio a los demás y el dominio de la mente para que no piense por sí misma y para utilizarla con el fin de no pensar mal y evitar malos deseos y sentimientos. Pero para el probacionista, además de todo eso: Las lecturas y enseñanzas deben ser meditadas; los ejercicios espirituales deben ser hecho con el corazón; —devoción y adoración a Dios— la observación del mundo y la propia observación deben ser hechas con responsabilidad, profundidad y franqueza para poder corregir las actuaciones o expresiones; la palabra debe ser controlada para que no critique u ofenda; la mente no debe pensar por sí misma sino que debe estar atenta a lo que ocurre para que sus respuestas sean responsables y bienintencionadas; en las mañanas debe haber una auto-programación para tener una actitud positiva en todo lo que se haga durante el día; por las noches se revisará esa auto-programación para ver dónde se ha fallado; y durante el día se procurará hacer todo como si fuera para Dios.

Si bien es cierto que el aspirante cae muchas veces en tentaciones y pruebas, también lo es que gran culpa es de que no sabe escuchar a la vez que habla demasiado o pretende saber mucho. Hay un proverbio que dice que la sabiduría viene de saber escuchar y que el arrepentimiento tiene su mayor causa en el hablar; por consiguiente, el principiante en el mundo del ocultismo así como los propios ocultistas, deberíamos tener esto muy presente puesto que todos —unos más y otros menos— metemos la pata de alguna manera, bien por pensar mal o no entender lo que escuchamos o bien porque hablamos sin razonar y sin analizarnos cuando nos expresamos. No es lo mismo oír que escuchar, oír es permitir que los sonidos o palabras entren en nuestros oídos, pero —en la mayoría de los casos— sin prestar atención y, como efecto, sin apenar ser conscientes de lo que oímos. Escuchar, es permitir lo mismo pero con la atención puesta en quién, cómo o qué nos hablan, es decir, estando presente como un yo consciente. Cuando somos conscientes en cada momento “presente” de que somos un Yo que percibe gracias a los sentidos y a la mente, podemos controlar perfectamente nuestros sentidos y, por tanto, escuchar y hablar lo correcto y preciso.

Estamos de acuerdo en que esto no es fácil pero eso no significa que sea imposible. Hablar menos y escuchar más, no es pensar en lo que se va a decir a la vez que se escucha y menos aún si la intención es de decir o responder con prepotencia, superioridad, orgullo, etc. Es todo lo contrario, escuchar con humildad —con intención de aprender, con compasión, con tolerancia, con comprensión, con amor..— con una actitud meditativa, receptiva, interesada y serena. Hay una gran diferencia entre escuchar desinteresadamente y escuchar con humildad y compasión; como también la hay en oír y en escuchar buena música —clásica y sacra principalmente— Cuando se escucha de esta manera se estimulan buenos sentimientos, hay paz interior, se eleva la vibración de los cuerpos y nos hacemos más sensibles a la influencia de nuestro Yo superior. Cuando varios aspirantes espirituales se juntan y hablan sin control y sin razonamiento previo, aún con la intención de estar en armonía, es más fácil que haya contradicciones y malos pensamientos sobre lo que dicen otros que si todos hablaran solamente cuando tengan algo importante que decir y previo discernimiento. Es más, además de ser buenos oyentes, deberíamos ser unos interlocutores simpáticos, conciliadores, tolerantes y comprensivos. Resumiendo este tema diremos que escuchar con atención y consciencia desarrolla el Alma Consciente y trae equilibrio y progreso.

Podríamos interpretar estos últimos párrafos como una importante y correcta preparación para hacerse probacionista puesto que el probacionista promete esforzarse por subyugar su naturaleza inferior o personalidad al Yo superior. Alguna vez se ha dicho que esta promesa es similar a la que se hacen dos personas cuando se casan, y es que, en verdad, que algo de parecido tienen. En el matrimonio prometen ante Dios amarse, respetarse y ayudarse; mientras que en el compromiso que hace un probacionista también promete ante Dios —y ante un elevado iniciado— dedicar su vida a servir amorosa y desinteresadamente a Dios y al prójimo y a purificar su personalidad y carácter. Este es el significado del compromiso del aspirante para hacerse probacionista, aunque el ritual no lo diga literalmente así. Hay que tener en cuenta que el aspirante —una vez recluido en la soledad y el silencio— mantiene una mano en el corazón y otra sobre la Biblia en el momento de hacer la promesa. Además, y por dar algún dato más puesto que los probacionista y discípulos tienen prohibido comentar ciertas hechos, el momento elegido para esa promesa se calcula según la fecha y lugar de nacimiento y según la latitud y longitud donde se viva entre otras cosas. Así es como el probacionista da ese paso tan importante —si de verdad lo lleva a cabo durante toda su vida— que hace que desde ese momento —puesto que incluso se siente la presencia etérica del iniciado— este conectado a ese gran iniciado representante de la escuela u orden oculta.

El compromiso del probacionista hace que —entre otras cosas— no pueda comer carne ni utilizar pieles de animales, pero también tiene otras muchas ventajas para la salud psíquica y física. A partir de ahí el probacionista que cumpla con sus deberes y responsabilidades estará protegido de ataques psíquicos tanto en estado de vigilia como en los mundos superiores mientras duerme; cuanto más purifique sus cuerpos más brillará su aura y más fácil tendrá dicho iniciado o sus discípulos ayudar al probacionista. Otra de las “ventajas” del probacionista es que es puesto a prueba por dichos iniciados para ver su fortaleza ante las tentaciones que le pueden hacer caer en sus puntos más débiles. Son muchos los probacionistas e incluso discípulos que se han rendido, se han aburrido por no saber buscar los alicientes espirituales debidos, se han derrumbado a causa de su vuelta a los vicios que ya habían superado, se pierden buscando lo fenoménico o dejándose llevar por falsos maestros, o lo dejan decepcionados por determinados hechos que, después de un tiempo, comprenden que no son tales. A partir de entonces ya quedan desligados del Maestro o Iniciado, pierden su guía y protección incluso en los trabajos que hacían por las noches en los mundos superiores. Si queremos definir en pocas palabras el probacionismo lo haríamos en dos frases: Primera: que al igual que el cuerpo físico necesita alimento para mantenerse vivo y en buen estado de salud, así mismo debe el probacionista alimentar el Alma; y Segunda: que debe olvidarse de su pasado personal y mirar al futuro con sus más elevadas aspiraciones espirituales.

Cuando nos comportamos como verdaderos probacionistas elevamos las vibraciones de nuestros cuerpos y nos armonizamos con los mundos espirituales; cundo volvemos a los vicios y costumbres del pasado creamos mala salud psíquica y física y nos creamos un karma bastante más duro que el que hubiéramos creado si no nos hubiéramos conectado a una escuela seria y no nos hubiéramos hecho probacionistas. Y es que, si todo el mundo tuviera la posibilidad de ver de antemano el sufrimiento que nos espera después de la muerte tras una vida perdida de vicio y maldad, escucharíamos y razonaríamos más y nos dedicaríamos a hacer el bien en pensamiento, palabra y obra.

De los que en esta vida no les ha llegado la hora de contactar con una escuela seria de ocultismo, —con todo lo que eso conlleva respecto al desarrollo espiritual— la mayoría no se paran a pensar en que existen y tienen lo que tienen gracias a Dios y a toda la humanidad del pasado —puesto que todo lo creado y existente hoy es gracias a las obras y descubrimiento del pasado— y a la del presente que crean trabajo, cultivan alimentos y hacen que podamos vivir mejor. Pero el estudiante de ocultismo, y más aún el probacionista, saben esto así como que también debemos dar gracias a las otras creaciones y jerarquías que Dios ha creado y que colaboran con nuestro desarrollo. Si nos paramos a pensar y a meditar lo maravilloso que es vivir con amor hacia todo lo que nos rodea; vivir para ayudar al prójimo allá donde nos encontremos y por los medios que tengamos; admirar la belleza de la naturaleza; el valor de la buena música, el arte, la poesía; y los millones de personas de buena voluntad que hay en el mundo sean de la escuelas, secta o religión que sean. Entonces valoraríamos mucho más nuestra vida individual y nos dedicaríamos a hacer algo por los demás y a colaborar en la obra de Dios. No hay malas personas en el mundo son personas ignorantes de la verdad, son personas que vienen a ponernos a prueba o a hacernos comprender nuestros errores, son personas que no han llegado a nuestro nivel como nosotros no hemos llegado a otros y por eso no lo comprendemos; son personas que vienen a devolvernos el karma que en un pasado les hicimos a ellos; son personas, en definitiva, que nos ayudan o al menos así debe verlo el aspirante espiritual.

Francisco Nieto

domingo, 9 de octubre de 2011

LA ATENCIÓN Y SU RELACIÓN CON LOS SENTIDOS (y II)


El ser humano no ha desarrollado sus sentidos a la vez sino que lo ha hecho a través de millones de años de evolución y más bien por separado. Esto significa que, a través de nuestra futura evolución, puedan desarrollarse otros sentidos (como así lo afirman las enseñanzas ocultas) que nos permitan detectar otras clases de materia que ahora no percibimos; por tanto, los sentidos físicos, así como la mente, son de suma importancia para nosotros y deberíamos conocerlos más y desarrollarlos todo lo posible. Los sentidos, pues, podrían considerarse como unas delicadas herramientas que el Ego o Yo superior ha construido a lo largo de su evolución con el fin de que, a través de la mente, pueda investigar, conocer y experimentar conscientemente el mundo físico. Cada sentido está destinado y preparado para recibir y transmitir al cerebro cierta clase de vibración. El ojo transmite las ondas luminosas que recibe pero no está capacitado para transmitir las sonoras, y lo mismo ocurre con los otros sentidos, las muy variadas y diferentes clases de vibraciones son adaptadas y transmitidas al cerebro por cada sentido para informar a éste de lo que ocurre en el mundo físico. Estamos tan acostumbrados y adaptados a nuestros sentidos que, como ocurre con la mente, no les damos importancia y creemos que somos nosotros mismos, sin embargo, lo cierto es que son delicados instrumentos que la mente utiliza para que seamos conscientes del mundo y de nuestra existencia en él. Pero, profundizando un poco más, hay que pensar que la mente y los sentidos son una pequeñísima parte de la capacidad que el verdadero ser humano puede percibir pues, la mente concreta es sólo un aspecto de la mente creadora, y los sentimientos actuales son los más rudimentarios en comparación con los que desarrollaremos en un futuro.

Analizando algunos sentidos podemos valorar su importancia. En mi opinión, el sentido de la vista es el más complejo porque por su alcance facilita más información respecto al mundo externo, sea de cerca o de lejos. Evidentemente, este sentido funciona gracias a las ondas de luz, bien sean del sol o de cualquier otra fuente artificial; su captación oscila entre 450.000.000.000.000 y 700.000.000.000.000 vibraciones por segundo pero esto no significa que no haya otras muchas frecuencias de vibración que son invisibles al ojo, tal y como está demostrado. La vista, como ocurre con los músculos, se puede agudizar o desarrollar, pues no es lo mismo “ver” o “mirar” que observar o prestar atención a lo que estamos viendo. Cuando observamos con atención podemos hacer distinciones y ver más claramente la naturaleza y las partes de lo observado, por tanto, obtenemos más información y conocimiento que si no lo observáramos atentamente. Esto es así porque al fijar la atención sobre algo se concentra la mente y tomamos consciencia de ello.

El sentido del tacto es el más primitivo de todos los que tenemos y, aunque ocupa todo el cuerpo es más sensible en la piel, las manos y las yemas de los dedos. También los animales lo tienen pero no lo han desarrollado hasta el grado que nosotros puesto que ellos no han obtenido nuestra consciencia, sin embargo, sí han desarrollado notablemente el olfato, el gusto y el oído. Sabemos que a mayor atención a las sensaciones más posibilidad de desarrollo del sentido correspondiente, de hecho, hay profesiones donde el tacto es imprescindible y, por tanto, se desarrolla más que en otras. Pero también es cierto que si no atendemos y prestamos atención a este sentido se va degradando, el tacto se puede desarrollar y en cierto modo controlar hasta el punto de no sentir dolor y otros hechos similares.

El oído, o mejor dicho el nervio acústico, transmite al cerebro las vibraciones acústicas que recibe por el aire, las frecuencias que registra oscilan entre 20 y 38.000 pero, como los demás sentidos, se puede agudizar por medio de la atención voluntaria; un ejemplo de ello son los animales y algunas tribus.

Todo cuanto somos, evolutivamente hablando, es el resultado del producto espiritual, moral, intelectual y físico obtenido de cada renacimiento y cuando digo esto me refiero incluso a la época en que el “hombre” no era casi consciente de sí mismo. Después de obtener el germen de la mente y desarrollarla hasta el punto de ser autoconsciente, el ser humano aceleró su proceso evolutivo imponiendo progresivamente la razón sobre el instinto animal. Desde entonces y hasta ahora, seamos o no conscientes de muchos hechos, hemos obtenido en cada vida un gran conocimiento siempre gracias a los sentidos y a la mente. Todo cuanto una persona puede alcanzar y desarrollar estará basado en el conocimiento adquirido anteriormente, pero está claro que el que no se esfuerce, el que no se adapte y el que no ponga atención a sus cuerpos y al mundo que le rodea, poco podrá progresar.

En realidad sabemos menos de lo que deberíamos respecto a lo que sucede a nuestro alrededor porque nuestros sentidos están muy limitados. También es cierto que nuestra evolución, como formas, comenzó con el sentido del tacto, gracias al cual progresamos como lo hacen hoy los minerales, es decir, gracias a los impactos del exterior y a la manipulación y transformación que hace el hombre sobre ellos. Nuestro progreso es diferente y superior a los animales gracias a que somos autoconscientes y hacemos un uso voluntario de los sentidos, es esta autoconsciencia la que, en verdad, genera la evolución que nos diferencia de los animales porque, gracias a ella, hemos adquirido un grado superior de conciencia. Y cuando adquiramos el siguiente grado de conciencia entonces los sentidos físicos no nos harán falta porque evolucionaremos y seremos conscientes en otro mundo de materia más sutil donde nuestro cuerpo físico no tendrá cabida.

Nuestros sentidos del pasado hicieron que fuera necesario un cerebro para que, una vez obtenida la mente, el Yo superior pudiera evolucionar más rápidamente gracias al conocimiento y a las experiencias de cada vida. Si no tuviéramos sentidos seríamos como el mineral, y por muy grande que fuera nuestra mente no podríamos evolucionar como lo hacemos porque no podríamos poner nuestra atención y nuestra consciencia sobre ellos. Evidentemente que no recibimos las ideas superiores por medio de los sentidos puesto que éstas proceden del propio Yo superior, pero ha sido gracias a los sentidos como se ha desarrollado ese Yo superior o Ego. Ahora es el Ego como “atención consciente” quien tiene que acelerar su desarrollo por medio de la observación de cómo se expresan sus vehículos y del mundo que les rodea. Son las experiencias conscientes, la auto observación y la atención sobre los cuerpos y su actitud ante las circunstancias y experiencias los que hacen que el Yo superior pueda expresar cada vez más abiertamente su naturaleza espiritual y su sabiduría. Pero nosotros, como personalidad, podemos colaborar haciendo eso mismo siempre que podamos y erradicando de nuestras vidas las malas actitudes en pensamientos, sentimientos, deseos, palabras y acciones ante y sobre los demás.

Se afirma que en nuestro Yo superior está la quintaesencia de lo alcanzado en todos nuestros anteriores renacimientos y que en nuestro futuro predeterminado obtendremos nuevos y superiores sentidos de percepción, pero eso no se puede alcanzar sin la perfección de los actuales (el uso inteligente y espiritual del Yo superior) Nosotros, como Egos, recibimos las impresiones y el conocimiento gracias a los sentidos y a la mente, si no prestamos atención consciente a los sentidos y si no limpiamos la mente de todas las distracciones y de todo lo que obstruya la voluntad y la atención, poco podremos evolucionar en esta vida y poca comunión tendremos con nuestro Ego Es bueno mantener la atención sobre los sentidos para ser conscientes de todo lo que ocurre a nuestro alrededor y de todo lo que hacemos, pero más importante es controlar y dirigir la mente con sabiduría y buena voluntad.

El verdadero aspirante espiritual debe esforzarse por ser dueño y señor de sus propios cuerpos y para conseguirlo debe subordinar todo lo que recibe de los sentidos, debe prestar atención sólo a lo que sea positivo y útil para su desarrollo, debe razonar y discernir lo que percibe y llega a la mente con la voluntad espiritual, y debe mantener su cuerpo emocional y su mente libre de bajas vibraciones que le inciten a hacer el mal en cualquiera de las formas. El hecho de que nuestros sentidos no capten otras vibraciones superiores no significa que no existan y que pertenezcan a otros mundos de materia o frecuencia vibratoria, de hecho, así ocurrirá en el futuro cuando desarrollemos más las facultades de los sentidos, de la mente y, por tanto, de la conciencia. Si, de alguna manera, alguien nos facilitará algún sentido nuevo y superior a los que tenemos, es evidente que el mundo que percibimos no sería el mismo sino que sería más grande, distinto y maravilloso para nuestro estado de consciencia actual.

Toda la información e impresiones que nos llegan del exterior a través de los sentidos y de la mente son necesarias como material para nuestra actitud en el mundo y para elaborar respuestas. Por eso es importante que se ponga atención consciente en los sentidos y en nuestras acciones y respuestas porque si utilizamos la voluntad y la mente para expresarnos con la mejor voluntad y con discernimiento estaremos creando una memoria que será la base de un mejor destino. La memoria se forma gracias a la información que nos llega del exterior, ese es el material del que nos servimos para actuar, para pensar y para expresarnos; pero si no ponemos atención a lo que nos llega, a lo que hacemos y, en definitiva, a lo que somos, el material guardado en la memoria no será tan útil para nuestro propio desarrollo espiritual.

Recordemos que cuanto mayor atención consciente, buena voluntad y discernimiento ante la información que nos llega por medio de los sentidos, mayor disciplina y control sobre nuestros cuerpos y mayor desarrollo de los mismos tendremos. Según sea la calidad de lo que guardamos en la memoria así será de beneficioso o no el material del que formaremos nuestros pensamientos; según prestemos atención y nos sintamos atraídos o no por el mal (sentimientos, deseos, pensamientos …) así serán las vibraciones que tengamos y que emitamos a través de nuestros cuerpos. Por consiguiente, es necesario poner manos a la obra para disciplinar nuestros vehículos y nuestros sentidos.

Puesto que nuestra evolución depende actualmente de nuestros sentidos, es necesario dar la debida importancia a la educación de la percepción por medio de los mismos; no olvidemos que sin la información que nos llega no podemos evolucionar. Por eso es muy recomendable estar siempre muy atentos; ser conscientes de lo que nos rodea y de nuestra actitud y expresión; y observarse a sí mismo para ver cómo se piensa, como siente y qué se desea. Esta es la forma en que podemos acelerar nuestro desarrollo espiritual a la vez que desarrollamos nuevos sentidos. Nuestra mente necesita conocimientos y nuestro Ego experiencias que le ayuden a desarrollar los poderes del Espíritu. El Ego y la mente han desarrollado y siguen perfeccionando los sentidos de nuestros cuerpos pero, como son estos los sentidos que únicamente podemos utilizar, conviene mantenerlos en buen estado (cuidado del cuerpo físico) y agudizarlos en el mejor de los sentidos para que sean portadores de buen material para el uso de la mente (discernimiento) y de la voluntad. La buena voluntad, el discernimiento y la atención consciente son las herramientas más directas que el Yo superior tiene, si éstas son bien utilizadas, lo que percibamos y lo que asimilemos nos aportará un gran conocimiento que se transformará en intuición y sabiduría.

Francisco Nieto

domingo, 25 de septiembre de 2011

LA ATENCIÓN Y SU RELACIÓN CON LOS SENTIDOS (I)






Hablar de la atención es como hablar de la concentración puesto que, al fin yal cabo, trata de enfocar la mente en algo concreto de la misma manera que una lupa concentra los rayos del sol. Podemos poner atención a un paisaje de forma general, pero si centramos más la atención en las partes y detalles obtendremos más información sobre su composición y naturaleza. Se suele decir que la mente siempre está pensando en mil cosas a la vez, eso es lo contrario a la concentración o atención, sin embargo, una persona puede estar (como ejemplo) hablando seriamente con otra a la vez que se entretiene haciendo algo con sus manos. Esto nos lleva a la conclusión de que se puede actuar de forma automática o instintiva, y por tanto no se necesita atención voluntaria. Cuando hablamos de atención nos referimos a un “acto voluntario con intención” y esto no tiene nada que ver con los hábitos de la mente y acciones automáticas, sin embargo, si queremos ser dueños de nuestros vehículos también tendremos que controlar estas acciones y respuestas que, en general, perjudican más que ayudan.

La atención es la base para el desarrollo del poder de la voluntad y de la razón, por ejemplo: cuando leemos algo que no llegamos a comprender del todo, si ponemos atención voluntaria y utilizamos la mente para razonar, es fácil que entendamos lo que quiere decir; o bien, el hecho de hacer un dibujo mientras hablamos por teléfono o hacerle con la atención puesta después de colgar el teléfono. Por eso se dice que la tención es algo así como: ”enfocar la mente más allá para extraer un conocimiento”. Uno de los aspectos mentales que se relacionan con la atención es la memoria porque, a mayor atención y razonamiento del hecho u objeto, mayor memorización. El grado con que un hecho afecta a la mente tiene relación con el grado de atención prestado al hecho mismo, de aquí que se diga que las personas que son poco atentas a lo que ocurre a su alrededor, tienen menos memoria que los que lo son.

Podemos clasificar la atención en involuntaria y voluntaria, pero si de verdad queremos hacernos buenos observadores para fortalecer la memoria y para ser conscientes del mundo que nos rodea, debemos ejercitar la atención voluntaria. Cuando algo nuevo o llamativo atrae nuestra atención entra en juego la atención involuntaria, pero si de vedad queremos estudiar el hecho y adquirir un conocimiento profundo del mismo deberemos poner voluntad en su observación; esto es la atención voluntaria. Algunas de las ventajas de la atención voluntaria son:

1º.-Obtención de más conocimiento.
2º.- Desarrollo de la memoria.
3º.- Mejor toma de consciencia del hecho para que, después de la muerte, podamos extraer mayor provecho de las experiencias de la vida.

Esto se puede aplicar igualmente a los aspectos internos de la mente y del Yo así como a todo lo externo que nos rodea. La atención involuntaria es más activa en los niños porque no se esfuerzan en tomar consciencia de los hechos, sin embargo, en la gran mayoría de los adultos también ocurre lo mismo porque no queremos esforzarnos o por la ignorancia de saber la gran utilidad que tiene. De hecho, si nos esforzáramos en estar atentos a todo lo que nos ocurre y nos rodea desarrollaríamos en un mayor grado las facultades mentales.

Aunque parezca que es así, la mente no puede estar atenta a dos cosas o asuntos a la vez por muy rápida y cambiante que sea. Y, precisamente por eso, si queremos ver las cosas con más claridad, debemos estar atentos consciente y voluntariamente. Cuando practicamos esta atención consciente llega más claramente al cerebro la información y resuelve mejor el asunto o renueva los patrones guardados de otras experiencias pasadas; lo que no suele ocurrir si no prestamos atención. La atención también desarrolla el poder de los sentidos de percepción y prueba de ello es que si escuchamos atentamente lo que dice una persona nos enteraremos de lo que dice pero si no ponemos atención nos enteraremos de muy poco. También facilita la asociación y combinación de ideas y hechos guardados en la memoria, digamos que reúne en un solo punto toda la información adquirida sobre determinado hecho para poder analizarlo, razonarlo y guardarlo. Así es que la atención voluntaria estimula todas las facultades mentales y agudiza los sentidos. Se puede denominar a una persona de “mente débil” por el hecho de ir por la vida sin prestar atención o sin observar voluntariamente lo que ocurre a su alrededor porque, de esa forma, será poco consciente; esto mismo pero en un grado superior es lo que comúnmente llamamos “persona idiota”.

La atención voluntaria es de gran ayuda al Yo superior puesto que la mente busca conocimiento, pero es precisamente la atención la que, unida a la razón, selecciona la información que de determinado hecho interesa. Si dentro de una información de los sentidos hay muchos aspectos, es la atención la que facilitará la selección y la toma de conciencia de los aspectos que más interesen para asociarlos a lo experimentado o conocido en otras ocasiones. Los investigadores, científicos y gente eminente deben su éxito a la atención voluntaria o concentración, de hecho, el que ejercita la atención a diario, está más capacitado para los trabajos intelectuales. Estas personas que aplican la atención de una forma concentrada en sus asuntos, llegan a obtener ideas y conocimientos del mundo del Yo superior por medio de la intuición.

No es necesario razonar mucho para darse cuenta de que el interés juega un papel fundamental en la atención puesto que éste la intensifica. El común de la humanidad suele poner interés en los placeres y en todo lo que, a fin de cuentas, les hace egoísta, y de ahí el lento desarrollo de las facultades mentales. Suele ocurrir que los conocimientos y enseñanzas que nos pueden ayudar a desarrollarnos mental y espiritualmente no atraigan nuestro interés precisamente porque sabemos que debemos esforzarnos o sacrificarnos. El interés es muy útil para el desarrollo espiritual en cualquier aspecto de la vida y como ejemplo pondremos dos simples casos:



1ª.- Ver una persona sentada inmóvil en la calle puede hacer que reaccionemos con interés o con indiferencia; la indiferencia no nos aportará beneficio en ningún sentido pero el interés puede traer muy buenos resultados para ambas persona y en sentido espiritual.
2ª.- La lectura de libros de autoayuda, de filosofía oculta o cualquier otro que pueda ayudar a una persona a superarse a sí misma; si se leen con interés tendrán un efecto positivo sobre la persona, si no se pone interés de nada servirá




Analizando el interés y la atención voluntaria detenidamente nos podemos dar cuenta de que el interés aumenta el poder de la atención, pero también que la atención despierta el interés; lo que nos lleva a tener presente en todo momento que deberíamos ser observadores de todo cuando ocurre a nuestro alrededor y de nosotros mismos.

La práctica de la atención voluntaria fortalece la voluntad, lo que significa que la mente está disciplinada por la voluntad, y esto es muy importante para el autocontrol personal ante tantas tentaciones, malos deseos y peores pensamientos. Para educar a la mente es aconsejable la práctica de la observación, la concentración, la meditación y la atención voluntaria. Esto es necesario porque la mente no suele poner atención en cosas o hechos que no la interesan; sin embargo, esta disciplina mental es importante porque la atención relaciona la mente con el objeto u hecho. Así es que, como la mente, comúnmente, no está preparada para mantener la atención sobre algo por mucho tiempo, es conveniente disciplinarla por medio del interés y de la persistencia en el ejercicio.

Está demostrado que si queremos obtener más provecho (en todos los sentidos) de nuestros asuntos y acciones en el mundo no debemos interesarnos y trabajar en varias cosas a la vez porque entonces no profundizamos en ninguna de ellas. A su vez, si estamos interesados y atentos a una sola cosa, es muy importante que no permitamos interferencia alguna en la mente, bien sea del interior o del exterior. Esta actitud no solo ayuda a profundizar en el asunto que tengamos entre manos, sino que relacionará el motivo de atención con otros aspectos que otras personas pasarían inadvertidos. Es importante saber que cuanta más atención se ponga en un hecho más profundamente se grabará en la mente, lo que significa que más a mano lo tendremos para futuras ocasiones. Esto es digno de consideración respecto a nuestros momentos de oración y respect0 a crear buenos hábitos, sentimientos y pensamientos entre otros. Sabiendo que la memoria se forma principalmente por la atención voluntaria sobre lo que hacemos y que el grado de memoria depende del grado de interés y atención que se ponga, deberíamos ser más observadores de nuestras actitudes y reacciones para interesarnos y poner atención en lo verdadero, lo bello, lo justo y en hacer el bien a todo ser viviente. No olvidemos que lo que grabamos hoy en la memoria gracias a la atención consciente y al interés, será la base de lo que queramos hacer en el futuro.

Como ya hemos dicho, es necesario acostumbrarse a no hacer o no pensar en varias cosas a la vez, es decir, no estar haciendo una cosa a la vez que se piensa en otra; esto suele llevar al fracaso. El progreso en este sentido y el éxito, se alcanza cuando uno pone toda su atención sobre un asunto y luego pone el mismo empeño e interés en otro pues, lo lógico es que la mente y las manos actúen al unísono. Está demostrado que las cosas se hacen mejor cuando se centra toda la atención y el interés en ellas, o sea, si estoy escribiendo no debería estar pensando en lo que voy a comer o dónde voy a ir más tarde. Es más, al hacer una sola cosa, ahorraremos tiempo y la terminaremos antes que si hacemos varias puesto que esa atención concentrada hace que profundicemos más en el asunto y que obtengamos antes la solución. No se debe doblegar la mente ni la voluntad a los deseos, sentimientos, interferencias mentales y hábitos de la personalidad porque éstos sólo harán que entorpecer y distraer la atención. Me atrevería a decir que, cuando estemos haciendo algo, además de poner atención e interés, lo mejor es olvidarse de uno mismo. Sí, la personalidad con sus sentidos debe estar presente en la obra, debe volcarse al 100 por 100 a la vez que cumple con la voluntad del Yo superior. Por tanto, hay que poner toda la atención en el presente y hay que olvidarse del pasado y del futuro si queremos hacer las cosas bien.

Aunque a algunos todavía les parezca increíble, está claro, para la mayoría de las personas, que nuestros sentidos no perciben sino que son simples transmisores de una serie de vibraciones que, procedentes del exterior, son la base para que el cerebro forme la imagen o concepto de lo que transmiten dichos sentidos. Es la mente la que percibe las imágenes que forma el cerebro y es el observador o pensador (el Yo superior) el que toma consciencia de ellas; por tanto, si se cultiva la percepción voluntaria estaremos haciendo el papel de la mente pero con la posibilidad de extraer más conocimiento de lo que transmiten los sentidos. Si el Yo superior o Ego se vale de la mente para obtener conocimientos y para evolucionar, está claro que deberíamos desarrollar todos los aspectos y todas las posibilidades de la mente, pero como la mente sin los sentidos no puede cumplir su misión, deberíamos también desarrollar los sentidos. Aunque en ocultismo se diga que los sentidos engañan y que muestran un mundo irreal que nada tiene que ver con el mundo del Yo superior o del Espíritu, lo cierto es que, al igual que ocurre con el cuerpo físico, si no tuviéramos sentidos o éstos no funcionaran correctamente no progresaríamos como lo hacemos en cada vida. Así es que, lo mismo que sería absurdo no cuidar el cuerpo físico por el hecho de saber que no somos nosotros, también sería absurdo que no diéramos importancia a los sentidos evitando así su desarrollo.



Francisco Nieto

viernes, 9 de septiembre de 2011

BUSCANDO AL VERDADERO YO



Todo lo que parece real para cualquier persona es el resultado de toda una serie de sensaciones enviadas al cerebro por los sentidos, de tal manera que solo parecen reales cuando el pensador u observador las percibe, usa y ordena. Cada persona crea su propio mundo real (externo o físico) según sus patrones, experiencias conscientes, respuestas y expresiones, por eso hay quien cree en Dios o en la filosofía oculta y otros lo contrario o sólo creen en la ciencia entre otros muchos ejemplos. Algo similar ocurre respecto a las intenciones que una persona pueda tener o al cómo actuar respecto a las posibilidades que surgen continuamente en la vida, sin embargo, tanto en un caso como en otro, hay dos factores que superan la acción o la respuesta común de nuestra consciencia, y este es la conciencia y la voluntad.

La mayor parte del día no somos conscientes (somos pocos observadores conscientes) de la mayoría de cosas y hechos que ocurren a nuestro alrededor ni de lo que pensamos o sentimos, tenemos la mente y la voluntad para enfocar a ésta pero no hemos aprendido a concentrarla para ser conscientes de todo eso y para darnos cuenta de que nosotros estamos por encima del cuerpo emocional y de la mente misma. Nosotros estamos, como un Yo o Alma, casi en el nivel de la conciencia pero nos falta identificarnos con ella, trabajar para que nos pueda guiar y hablar más claro, y para eso debemos saber utilizar la mente y la voluntad.

Somos un yo “encerrado” en una serie de envolturas que le impiden ver su propio mundo y que, por el contrario, sólo puede valerse de lo que le llega al cerebro por medio de los sentidos y de los sentimientos y pensamientos que emitimos y recibimos. Sin embargo, afectamos y transformamos el mundo y a los demás porque el cerebro responde y activa los sentimientos y la mente en forma de reacción y no como creación original y voluntaria que es lo que debería ser. Si cada mañana programáramos un día de actividad con nuevos enfoques, elevados ideales, buenas intenciones y grandes posibilidades, y lo repitiéramos a menudo durante un tiempo, se cumplirían muchos de ellos. Si nosotros creamos el mundo de los sentidos según le observamos y según lo que creemos ser, nuestras acciones y pensamientos tienen que repercutir sobre él, pero si no somos conscientes y si no tenemos intención, no podremos cambiar nada porque estaremos limitados por los estímulos del mundo físico y de nuestros propios cuerpos. La observación produce memoria pero es el reflejo de la memoria lo que hace que nos reconozcamos como un Yo independiente del cuerpo físico, de los sentimientos y de los pensamientos.

Nosotros existimos día tras día pero apenas vivimos nada nuevo porque nos guiamos por los mismos patrones y por los mismos sentimientos como respuesta a las sensaciones e impactos externos. Es necesario ver cada día como una serie de oportunidades para hacer nuevas creaciones y desarrollar nuevas posibilidades. Cambiar es modificar nuestra manera de observar, de sentir, de desear, de pensar y de ver el mundo y a las personas; es crear nuevos patrones que nos hagan olvidar al yo personal, egoísta y materialista. Un nuevo enfoque a nuestra vida hará que el hipotálamo trabaje para que los neuropéptidos alcancen determinadas células receptoras y las transformen para que actúen en una nueva línea que lleve al individuo a tener nuevos impulsos y a aprovechar más oportunidades. Esto, más la manera de utilizar la mente de manera concentrada y consciente, harán que el individuo vea el mundo de diferente manera.

Son muchos y cada día más los experimentos que se hacen y que demuestran el poder de la mente por medio del pensamiento y la palabra sobre la materia y sobre la atmósfera (pensamientos, palabras, oraciones, intenciones e incluso bendiciones) Así es que, en este sentido tenemos dos aspectos:
1º.- Que todos los seres humanos somos uno en sentido atómico y subatómico; en que somos emisores y receptores de sentimientos y pensamientos (por ejemplo la telepatía o los conciertos donde las emociones van dominando cada vez más a los asistentes); en que todos buscamos algo superior aunque nos valgamos de lo inferior y del mundo físico; en que algo nos impulsa a descubrir quiénes somos y porqué estamos aquí; etc. etc.
2º.- Se ha demostrado el poder del pensamiento con (por ejemplo) la transformación del agua y otros productos en ella, lo que es importante porque, sabiendo que somos un 70 % de agua, deberíamos ser más observadores de nuestros deseos, sentimientos y pensamientos. Tal como vemos el mundo así nos viene y tal como pensamos que somos así nos transformamos, porque nada cambiamos respecto a lo externo ni tampoco originamos ideas o intenciones nuevas.

Como ya hemos dicho en algún otro párrafo, desde que nacemos, el cerebro se va modelando con una serie de patrones de conducta basados en la educación, la enseñanza, las normas sociales, costumbres…, pero todo filtrado por los sentidos que son los que comunican al cerebro lo que perciben. Si naciéramos con todos esos patrones y quisiéramos descubrir el verdadero mundo y el verdadero ser tendríamos que hacer un lavado de cerebro como el que hacían en algunos países respecto a los prisioneros de guerra. Estamos dominados por muchas de las cosas y hechos que percibimos de lo que llamamos mundo físico, no sólo por las emociones y pensamientos de los demás sino que también ocurre lo mismo respecto a nuestras propias emociones y a nuestros pensamientos a veces obsesionantes; la música, el miedo, los deseos, la soledad, etc., pueden impulsarnos a actuar en determinada forma. Cuando llegamos a la mayoría de edad decimos que somos más responsables y dueños de lo que pensamos y hacemos pero, sin embargo, en esa edad ya están muy asentados los patrones de conducta y es más difícil su eliminación o transformación; para volver al origen habría que hacer un trabajo consciente y voluntario cuya técnica dejara aflorar al verdadero Yo.

El Lavado de cerebro del que hablaba antes trataba de eliminar las creencias y convencimientos de los enemigos para imponerles otro nuevos. En nuestro caso no se trata de introducir nada sino de no fomentar los aspectos que interfieren la expresión del Yo superior, es decir, controlar la mente y purificarla para que ese yo pueda utilizarla sin interferencias y para que pueda pensar cuándo y lo que quiera. Para conseguir esto hay que silenciar la mente de tal manera que no piense por su cuenta ni que ninguna sensación o distracción haga que piense sin que nosotros estemos presente en ese momento, es decir, sin que tengamos puesta la consciencia y la voluntad. Si hacemos esto correctamente viviremos y sentiremos que somos un Yo muy superior al que creíamos ser, pero cuando actuamos como normalmente lo hacemos, no sentimos esa unión sino que creemos ser la mente, el cuerpo o los mismos deseos y sentimientos.

El verdadero Yo o Ser está por encima de la mente, la mente es la herramienta que utiliza para obtener conocimiento del mundo físico y para extraer un beneficio de las experiencias y de lo que aprende; pero la mente no es este Yo superior. El mundo del Yo superior es un mundo de paz, de armonía y de ideas originales basadas en la verdad y no un mundo de ruidos que bombardean los oídos hasta llegar a impedir que la mente esté un solo segundo sin pensar o sin responder a las sensaciones que la llegan. Es importante que dejemos de etiquetar, catalogar, conceptuar, enjuiciar, criticar…, para eliminar los patrones que nos encierran en este mundo ilusorio y que fuerza a la mente para que no deje de pensar. La voluntad está unida a ese Yo superior y es ésta la que debe ser utilizada, en principio, para discernir entre lo correcto y lo incorrecto o lo verdadero y lo falso, y así ir desechando lo que nos pueda perjudicar. Cuando se ha hecho cierto progreso, notaremos cómo la barrera que nos separaba del Yo va desapareciendo y que cada vez nos sentimos más unidos a la vida universal, al prójimo y a Dios Mismo.

La mente es una herramienta del Yo superior pero, por lo general, nosotros (como personalidad sin control de la herramienta) somos manejados por la mente casi las 24 horas del día hasta el punto de creer que somos la mente y no el pensador u observador. Esto es cierto y comprobable hasta el punto de que, cuando reconocemos esto y sabemos ponernos como pensadores y observadores, nos sentimos en el nivel que nos corresponde de consciencia. Es más, nos damos cuenta de que el pensamiento es algo que creamos pero su origen, (su mundo) es algo infinitamente superior a lo que conocemos y pensamos. Así es que el primer paso es observar a la mente para ver y cómo y qué piensa pero haciéndolo sin mente, sin razonar ni enjuiciar tal y como lo hace el Yo superior. Esto nos hace conscientes de lo que piensa la mente y, a la vez, de que somos un Yo independiente de ella pero que la podemos controlar. Esta es quizás, la mejor manera de acabar con la costumbre de la mente de pensar impulsiva e independientemente, porque cuando se observa a la mente y al pensamiento, sin intervenir, éste se desvanece y la mente deja de pensar. Esto es estar presente, con la consciencia y la voluntad en el aquí y en el ahora de nuestra mente; esto es estar como el verdadero yo que controla sus vehículos de expresión.

También podemos desarrollar nuestro Ser en el mismo sentido por medio del cuerpo físico, es decir, por medio de dirigirle y observar cómo hace las cosas, eso también es estar presente como consciencia en el aquí y ahora, a la vez que desarrollamos la concentración, la observación y la voluntad. Por otro lado, el hecho de observar, (sin identificarnos con nada) cómo respira el cuerpo y todas las sensaciones relacionadas con él, también nos hace sentirnos un Yo independiente. Hay que tener en cuenta que la actividad mental constante, el sentirse el cuerpo y dejarse llevar por los deseos y emociones es lo que podemos llamar el yo inferior o no-yo, pero cuando obramos como hemos dicho y obtenemos un control total de la mente y, a su vez, de los deseos, emociones y cuerpo físico, actuamos como el verdadero Yo. Para ser el verdadero yo y vivir en el aquí y en el ahora no debemos ser “mente” porque la mente, como un yo inferior que basa su acción en el pasado incluso para pensar en el futuro, no sabe situarse en el momento presente. Por tanto para limpiar la mente hay que ser ese Yo superior que no permite que la mente piense por su propia cuenta ni que se vea impulsada a pensar por ningún aspecto interno ni externo, y que solo utiliza la mente cuando es necesario y de una forma controlada y eficaz. De esa manera, libre de ruidos, interferencias y sensaciones, se vive en la paz interior del Yo y sólo nos exteriorizamos cómo y cuando queremos pero con consciencia.

Todas las personas están dominadas por algún deseo o emoción, y todas ellas, por lo general, no encuentran la manera de vencer o salir de ese dominio sin haber sufrido sus consecuencias. Y es que los deseos y las emociones, de manera parecida a la mente incontrolada, tienen un gran poder sobre el yo inferior o personalidad. Para vencer a un deseo o emoción es necesario observarle, estudiarle y ver de qué manera nos domina y cómo el yo inferior cede ante sus pretensiones; debemos hacer de observadores pero sin involucrarnos para luego utilizar la mente sabiamente y responder con voluntad a manera de “no acción” del hecho o de “olvidarnos” de ello para que muera de inanición.

Como hemos podido ver, somos nosotros mismos quienes debemos eliminar al yo inferior, a la personalidad que no deja de pensar y que se ve dominada por los deseos y emociones para ser impulsada a la acción física instintiva o inconscientemente. Somos nosotros como individuos los que tenemos que anular lo guardado como patrones para sentirnos el verdadero ser libre de toda influencia y dominio de la personalidad, los que debemos eliminar los hábitos de pensamiento que ponen barreras a la voluntad. La no repetición de lo guardado y de las acciones involuntarias e inconscientes es “olvidar y dejar pasar como observadores”, por el contrario, las repeticiones de pensamientos voluntarios y controlados, así como de imágenes, sentimientos, y deseos elevados serán nuevos patrones de conducta que nos llevarán a la paz interna del Yo superior. Pero como de lo que principalmente se trata es de dar paso al Yo superior para encontrar momentos de paz ,sólo es necesario la observación y la atención concentrada y consciente a todo lo que nos rodea, a lo que hacemos, a lo que decimos y a lo que pensamos para que sea lo que queramos y cuando queramos como un Yo superior o Alma.

Hay que estar convencidos de lo que deseamos hacer para conseguir “ser” pero también hay que actuar (vibrar) desde lo más elevado, desde la posición del Espíritu. Es imprescindible que cada individuo sepa ser una voluntad pensante cuándo y cómo desee para así dominar y razonar todo lo que perciban sus sentidos. Él es “consciencia” y donde esté la consciencia estará él para permitir que penetre lo que le convenga procedente de los sentidos; debe eliminar todo lo que conoce (interno o externo) como real y manifestar lo bello, lo justo y lo bueno para hacer que aflore el Alma.


Francisco Nieto

lunes, 22 de agosto de 2011

QUIÉNES SOMOS Y DÓNDE EXISTIMOS ( y III)



Verdaderamente y debido a la evolución de cada Ego por medio de la reencarnación, cada uno de nosotros percibe una parte de la Realidad mientras que se guía por otra gran parte de realidad ilusoria para actuar en la vida. De ahí que el menos evolucionado esté más apegado al mundo físico, a los placeres y a lo material en general, mientras que el más evolucionado busca su mundo en “cosas” y experiencias que no son de este mundo. En realidad todos somos hermanos en Espíritu, la diferencia está en que los más evolucionados tienen una conciencia más elevada (se identifican más con el amor, la fraternidad, el altruismo, la comprensión, la tolerancia, etc.) y por eso mismo tienen el deber de ayudar a los que les siguen puesto que ese es también el camino que lleva a Dios. Según vamos elevando nuestras consciencias y vamos identificándonos con nuestro creador, también vamos unificando nuestras conciencias entre nosotros y con Dios; sin embargo, para conseguirlo más rápidamente debemos comenzar por unificar las consciencias terrenales, es decir, debemos comenzar por tratarnos como verdaderos hermanos y ayudarnos y servirnos con amor.

Como ya hemos explicado, la diferencia entre lo más y lo menos sólido radica solamente en que las partículas energéticas que componen cada cuerpo o forma física vibran a diferente frecuencia, así, si pudiéramos percibir con nuestros ojos dichas energías, veríamos que las formas están llenas (sin vacíos entre los átomos) de partículas energéticas en movimiento. Son los pensamientos, los sentimientos y las emociones mezcladas con las percepciones de los sentidos los que dan forma a lo que nosotros llamamos mundo físico y mundo real. Científicamente está demostrado que nuestros sentimientos, emociones y pensamientos alteran la naturaleza de la materia actuando sobre dichas partículas energéticas; por otro lado, sabemos que el hombre es creador por medio de su mente, intuición e imaginación. Prueba de ello es todo lo que hemos creado sobre la faz de la tierra a lo largo de millones de años. Esto lo ha demostrado también la ciencia con algunas pruebas de laboratorio efectuadas, por ejemplo: El japonés Masaru Emoto alteró la naturaleza del agua por medio de pensamientos, palabras y oraciones; y algo parecido también se ha efectuado sobre el ADN por medio de los sentimientos y emociones.

Por consiguiente, todos estamos hechos de energía y esta energía vibra a mayor o menor frecuencia dependiendo de los sentimientos y pensamientos que expresemos en todo momento; lo que significa que nos manifestamos según vibremos en positivo o en negativo, en lo moral o en lo inmoral, en lo espiritual o en lo egoísta y material, etc. Queda claro, por tanto, que el mundo de las percepciones en que vivimos, que creamos, y que llamamos real, es el efecto de las vibraciones que llevamos con nosotros. Así, cuando tenemos ideales elevados (de espiritualidad, amor, simpatía, tolerancia, etc.) y los llevamos a la práctica con nuestros diferentes cuerpos, no solo vibraremos en sintonía con los mundos espirituales y de acuerdo a las Leyes Divinas, sino que también percibiremos el mundo y a los demás desde esa perspectiva.

Cuando una persona vive estancado en la maldad, en el egoísmo, en la violencia y en hechos similares, lo mostrará en sus diferentes cuerpos y los que le rodean se sentirán incómodos junto a él; es decir, su mundo será de pesar, tristeza, oposición, etc., esto a su vez y por las leyes de atracción y relación, atraerá vibraciones de las mismas características que haya a su alrededor aumentando así su calvario; sin embargo, esa persona tendrá siempre la posibilidad de cambiar hacia lo positivo y espiritual gracias a su libre albedrío. Somos el resultado de los deseos, sentimientos y pensamientos del pasado, y para ser felices, para vivir en la paz del Espíritu y para crear un futuro positivo y fructífero desde el punto de vista del Alma, debemos situar nuestros sentimientos y deseos en el corazón a la vez que utilizamos la mente para buscar lo elevado y discernir entre lo verdadero y lo falso y lo correcto y lo incorrecto. De hecho y puesto que somos lo que vibramos, podemos cambiar nuestra “realidad” o “mundo” en cada momento de nuestra vida, aquí y ahora; sólo es necesario mantener sentimientos y pensamientos elevados y ver el mundo como una creación de Dios con la cual debemos colaborar.

Lo mismo ocurre respecto a todas las formas físicas, la “materia” de nuestros cuerpo físicos es renovada constantemente por la ley de atracción y según sea la naturaleza de nuestros alimentos, deseos, sentimientos y pensamientos. Pero respecto a los cuerpos sutiles superiores en particular, son el Ego y la conciencia quiénes deberían tener mayor influencia y poder sobre las partículas que conforman dichos cuerpos; o lo que es lo mismo, son el Ego y la conciencia quiénes deberían expresarse conscientemente a través de nuestro cuerpo de deseos y de nuestra mente, así, dicha renovación de las partículas que componen dichos cuerpos sería siempre de más elevada frecuencia vibratoria. Pero ¿Qué hace que cada partícula que se renueva se agrupe y reagrupe dando forma y expresión a nuestros cuerpos? En el caso del cuerpo físico, como ya hemos dicho, es el cuerpo etérico que, como molde, atrae dichas partículas para dar la forma sobre la cual se agruparán los átomos que formarán las moléculas y las células. En el caso de los cuerpos superiores al físico es principalmente el arquetipo que creamos en el Mundo del Pensamiento antes de renacer, el cual contiene una nota-clave o vibración especial individual que atraerá la materia y que durará el tiempo que debe vivir aproximadamente el cuerpo físico.

Esta vibración es la que atrae la materia del Mundo del Pensamiento para formar el cuerpo mental y la que atrae la materia del Mundo de Deseos para formar el cuerpo de deseos de donde se originan nuestros sentimientos y deseos. Así es que todos traemos una determinada vibración en base a la cual se formarán los cuerpos de expresión del Ego, pero esa vibración está íntimamente relacionada con la evolución o desarrollo alcanzado por ese Ego desde que comenzó su sendero evolutivo como humano. Por tanto, a mayor desarrollo, más elevada vibración en los cuerpos, lo que facilitará una expresión más elevada del individuo en sentido moral, intelectual y espiritual.

Como hemos podido ver a lo largo de este artículo, aunque tengamos un cuerpo físico, nuestro origen no es este mundo, en realidad casi no existimos aquí porque, aunque los sentidos y la mente perciban algo cuyas formas llamamos físicas, el verdadero Ser, el Ego, lo percibe desde su propio mundo mental abstracto, el cual está incluso por encima de las regiones relacionadas con nuestra mente concreta y razonadora; prueba de ello es que nosotros (representados aquí como voluntad) tenemos poder y dominio sobre la mente. Profundizando un poco más sobre este asunto diremos que a nivel subatómico y etérico no existen las características física que percibimos con nuestros sentidos (color textura, olor, sonido…) esas características se perciben gracias a los sentidos del cuerpo físico, al cerebro y a la mente, pero cuando estamos fuera del cuerpo no somos conscientes del mundo físico ni de lo que contiene, que es como decir que estamos en otro mundo de partículas que nuestros sentidos no perciben. Quien percibe y observa es el yo personal consciente en este mundo físico puesto que no ha evolucionado lo suficiente como para percibir en los otros mundos, (como por ejemplo, donde vamos cada noche mientras dormimos) pero sabemos que la conciencia no es ese yo, sino que es algo superior que se manifiesta como un maestro espiritual, como intuición y a veces en forma de premoniciones o profecías.

Este Yo superior o Alma, manifestado a través de sus cuerpos, pero utilizando principalmente a la mente para enfocarse en el mundo físico, es el que debe utilizar el cerebro y los sentidos para obtener el mayor provecho de su vida en la tierra; ese Yo está unido al Espíritu que es parte de Dios, del cual fue diferenciado. Nuestro verdadero mundo y nosotros como Espíritus somos celestiales porque, tanto el origen de las partículas que crean los mundos como nuestro propio Ser, tienen su origen en el propio Mundo de Dios, el creador del universo, del cual no se puede dar forma ni imagen.

Francisco Nieto

domingo, 7 de agosto de 2011

QUIÉNES SOMOS Y DÒNDE EXISTIMOS (II)



Por consiguiente, Dios ha creado un esquema de siete mundos, cada uno de ellos compuesto de materia más sutil que, a la vez, compenetra a los inferiores (Mundo físico, de Deseos, del Pensamiento y otros superiores con los que no tenemos contacto en nuestro estado evolutivo actual) A la vez, nos diferenció a nosotros como Espíritus e hijos suyos y descendimos hasta el mundo físico desarrollando un cuerpo de materia de cada uno de esos mundos (Cuerpo físico, de Deseos y Mental) los cuales y como ocurre con los mundos, están compenetrados gracias a esa diferencia de grados de densidad o vibración de su “materia”. El Plan de Dios trata de que una vez que adquirimos los cuerpos los utilicemos para que, a través de la experiencia, obtengamos la autoconsciencia, y para que, a partir de ahí, comencemos a trabajar en cada renacimiento de la manera más elevada posible hasta poder identificarnos con ese Ego o Yo superior. Según vamos evolucionando e identificándonos con ese Ego, vamos desarrollando los poderes del Espíritu y la conciencia hasta que, en un futuro aún muy lejano, nos identifiquemos y volvamos a unirnos con nuestro creador y creador de todo el universo.

Afirma la ciencia que el universo surgió de la Nada o del Caos, esto puede ser cierto desde el punto de vista de los sentidos, de la consciencia objetiva o de la ciencia física. Pero el ocultista sabe que cuando se ha evolucionado lo suficiente como para ser clarividente voluntario y para ser conscientes en el mundo o regiones superiores al mundo físico, este mundo físico con todas sus formas, tiene su origen y está compenetrado por los éteres que compenetran a los átomos (como los átomos compenetran las moléculas y éstas a las células) y que estos éteres están compenetrados por otra materia más sutil, y ésta por otra aún más sutil. Sin embargo y piensen lo que piensen los científicos, todo este Plan tiene como fin para nosotros el desarrollo del cerebro, de la autoconsciencia, de la voluntad, de la mente y de la conciencia que nos identificará en su momento con Dios como parte suya que somos. Cuando más se descompone una partícula física más subpartículas se descubren hasta que llega el momento en que nos damos cuenta de que todo es energía pero que ésta actúa según un plan inteligente y ordenado, y que, a la vez, actúa, reacciona y se expresa con cierta inteligencia, sentimiento o deseo.

Lo mismo que Dios crea dichos mundos formados de dichas clases de materia, energía y conciencia para que sirva de campo de experiencia y evolución a Sus hijos, también nosotros creamos diferentes cuerpos relacionados con nuestra vida (Espíritu) evolución y conciencia que será el campo de evolución de otras vidas microscópicas y espíritus elementales. Pero llegará el día en que seamos clarividentes y conscientes en esos otros mundos creados por Dios y entonces ya no veremos en tres dimensiones sino en cuatro, a la vez que no necesitaremos cuerpo físico; entonces continuaremos la evolución en otro cuerpo superior y más sutil y nos expresaremos y crearemos de forma cuatridimensional. Y si alguien duda de que esto pueda llegar a ser ¿Cómo cree que hemos llegado a ser conscientes de este mundo tridimensional si en un pasado tuvimos una conciencia similar a la de los animales que no ven en tres dimensiones?

La materia física o condensada no es más que átomos vibrando a baja frecuencia pero cuando se profundiza en ella y se separan los átomos, siguen estando unidos por otra clase de energía aún desconocida por la ciencia (los éteres) y a la que llaman “vacío”, y por la mente que creó los mundos que componen nuestro universo de cuya materia y energía formamos nuestros cuerpos. Si, como dicen los físicos, el universo se creó de una sola partícula (origen del Big Bang) significa que nosotros, como cuerpo físico y como Almas, éramos y somos parte de esa partícula, por tanto, todos nosotros, como Espíritus e hijos del Creador, tenemos el mismo origen. La diferencia entre nosotros está en el grado evolutivo que cada uno haya alcanzado a través del renacimiento; (según el esfuerzo, adaptación, sacrificio, etc. que cada Ego haya hecho) del grado de conciencia que haya obtenido; y también respecto al desarrollo de los sentimientos, de la mente y de la voluntad en relación con otras formas de vida evolucionantes como, por ejemplo, los reinos que nos siguen.

Esto nos hace pensar y admitir como verdadero, lo que el ocultismo enseña de que: Lo mismo que nosotros hemos desarrollado todo lo que nos hace humanos y los que vienen detrás nuestra aún no lo han alcanzado, así mismo hay otras formas de vida o Espíritus que están por encima de nuestro grado evolutivo y siguen su desarrollo en los mundos superiores al físico, donde nosotros algún día seremos conscientes (como lo somos ahora aquí) y les podremos ver (por ejemplo, los Ángeles) Si toda partícula atómica y subatómica, aun separada dentro del universo, sigue unida por la energía, por el poder y por la mente que la creó, nosotros, como parte de ese universo, debemos estar también unidos por muy diferentes que seamos, puesto que la diferencia entre nosotros es sólo física, emocional y mental fruto de la evolución pero no del Espíritu evolucionante cuyo origen es el mismo para todos.

Como ya hemos dicho y con lo expuesto hasta ahora, podemos llegar a la conclusión de que lo que percibimos (como Egos) a través de la mente y gracias al cerebro y a los sentidos, es una ilusión para el Ego y no es el mundo real al cual pertenece o pertenecemos como conciencia. Sin embargo, es cierto que gracias a la acción y a las experiencias del hombre en este mundo de percepciones (aunque lo perciba desde el Mundo del Pensamiento) este Ego o Yo superior está evolucionando y desarrollando los poderes latentes del Espíritu, que son los mismos poderes del Mismo Ser que le creó y que creó todo el universo con nosotros incluidos. De ahí que en la biblia esté escrito que “En Dios vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser” y que “Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios.” La verdadera Realidad, no ilusoria, se irá percibiendo poco a poco según se vayan desarrollando los poderes del Espíritu, de forma similar a como hemos desarrollado hasta ahora la autoconsciencia, la mente y la voluntad que nos diferencia tanto de los animales.

Por consiguiente, llegará el día en que no necesitaremos un cuerpo físico para continuar nuestro desarrollo, porque lo haremos con nuestro cuerpo etérico y en las regiones etéricas donde los Ángeles (entre otros) están evolucionando también en un cuerpo similar. En esa época futura no necesitaremos el cerebro ni los sentidos para ver ese mundo etérico ni tampoco para profundizar en el mundo que hoy definimos como abstracto, intuicional, profético o irreal. Está claro, pues, que el mundo real, el mundo del Espíritu no está ni lo podemos encontrar con los sentidos ni en el mundo físico ilusorio, ya que las ilusiones las crea el cerebro y las percibimos con la mente desde el Mundo del Pensamiento. Pero cuando esa mente, hoy poco controlada, esté gobernada y dirigida totalmente por la voluntad y la conciencia, que son los aspectos que representan al Espíritu, entonces veremos directamente en esos mundos espirituales de donde fue creado el físico.

Ahora bien ¿Qué medios tenemos para encontrar la Realidad, es decir, a Dios manifestado y creador de todo? Naturalmente que con los sentidos no lo conseguiremos porque éstos nos limitan al mundo físico de las formas y que se representa en el cerebro y en la mente como ilusorio; tiene que ser con el Alma. Los mundos inferiores (físico, de Deseos y del Pensamiento) se consideran más “personales” porque son donde estamos evolucionando gracias a la materia que obtenemos de ellos para formar nuestros cuerpos (físico, de deseos y mental) en cada renacimiento, y también porque es en esos mundos donde, después de la muerte, asimilamos la quintaesencia de nuestra vida pasada y nos preparamos para la próxima. Por tanto y de acuerdo con esto, también podemos evolucionar en ellos (como de hecho lo hacemos) gracias a nuestros diferentes cuerpos ya que: 1º.- Con el cuerpo físico actuamos y experimentamos en el mundo físico; 2º.- Con el cuerpo de deseos evolucionamos siempre y cuando nos esforcemos por expresar los más elevados y espirituales deseos, sentimientos y emociones; y 3º.- Con la mente siempre que la utilicemos para meditar, discernir, gobernar el cuerpo de deseos, y actuar de acuerdo a las leyes espirituales. Esto es lo que el común de la humanidad está haciendo actualmente, aunque en la mayoría de los casos inconscientemente; esta es la manera en que, renacimiento tras renacimiento, nos estamos acercando al Espíritu y a Dios. Debemos creer y trabajar para identificarnos con lo que, desde lo interno, se nos presenta como orden, amor, fraternidad, justicia divina, servicio desinteresado, compasión y todas las virtudes que conocemos porque las hemos experimentado a través de la evolución y otras más que despertaremos y expresaremos en el futuro.

Si el origen de todo lo existente es la “Nada” o “Vacío” y nosotros (físicamente hablando) al igual que el universo, somos una condensación de materia que procede de otro vacío individual, está claro que debemos ir desapegándonos de lo terrenal y del concepto de que somos un cuerpo físico para poder identificarnos con ese “Vacío” que, en el más elevado sentido, es la “Realidad” o “Todo”. Lo mismo que para nosotros “adquirir conocimiento” es identificarnos con lo conocido, así mismo debemos conocer la Realidad para identificarnos con ella puesto que la “realidad” procede y es ese vacío al cual nosotros también pertenecemos. Como esa identificación no la podemos hacer en el mundo ilusorio de los sentidos, debemos buscarla en nuestro interior, en el verdadero Ser, en el Espíritu creado por Dios, la única Realidad. Según vayamos identificándonos con Dios iremos despertando su naturaleza latente en nosotros y sentiremos cada vez más que somos parte de Él.

Francisco Nieto