domingo, 13 de noviembre de 2011

LA PERCEPCIÓN DEL MUNDO FÍSICO A TRAVÉS DEL CEREBRO




Pocas personas se preguntan ¿Cuál es el mecanismo que hace que yo me identifique como tal y que, a la vez, me vea en el mundo sin pertenecer a él? Lo que llamamos “percepción del mundo físico” no es otra cosa que la información que recibe el cerebro por medio de los sentidos, pero cuando nos identificamos como un Yo ante ello y lo razonamos, lo hacemos por medio de la mente. Por lo general, solo percibimos siete frecuencias de luz que se relacionan con los colores del arcoíris, esto es, los terminales nerviosos de la retina reciben la frecuencia de luz relacionada con el color del objeto percibido. De lo que vemos surge el sentimiento, deseo o emoción y de éstos surge el pensamiento basado en otras experiencias del pasado.

Así es que, nuestros conceptos, pensamientos conocimientos y análisis están basados en lo que llega al cerebro y que es captado por la mente. Razonando esto profundamente con la propia mente nos podemos dar cuenta de que tales objetos o mundo físico no existen puesto que lo que percibimos con la mente (que tampoco es física) son vibraciones de diferentes frecuencias. Por tanto, lo que llega a nosotros como si existiera real y verdaderamente fuera de nosotros, (en el mundo físico) llega según las condiciones necesarias como son la luz y el color, puesto que si no hay luz, no existe para nosotros el mundo físico; de ahí que en esoterismo se diga que no hay que tenerle apego.

Cuando nos reconocemos como observadores del mundo físico por medio del enfoque de la mente sobre el mismo, llegamos a comprender que todo lo que está por debajo de nuestra mente (incluida ella misma y el cuerpo físico) es no-yo; es energía condensada o manifestada gracias a la combinación y vibración de las partículas atómicas y subatómicas. Así es que, cuando decimos “Yo” pensando en el cuerpo físico estamos hablando de una imagen en el cerebro percibida por la mente, que es desde donde en realidad “vemos”. Pero unidas a esa imagen están las sensaciones producidas por lo que ocurre en el mundo físico sobre ese no-yo y que nosotros analizamos, observamos y guardamos como experiencias. Ni las sensaciones ni el cuerpo físico con su cerebro pueden pensar puesto que el cerebro es como un ordenador y no la mente; como ésta tampoco es el verdadero observador y experimentador del mundo físico. El cuerpo físico es el medio por el cual nosotros podemos percibir, experimentar y evolucionar en el mundo físico, pero cuando el cuerpo físico muere, los deseos, sentimientos y la mente siguen existiendo junto al Yo, con la diferencia de que éste enfoca su mente en el mundo de los muertos comúnmente llamado Purgatorio y Cielo o Mundo de Deseos o Emocional.

Lo cierto es que si no tuviéramos sentidos no tendríamos conocimiento de que existe un mundo físico, es más, si desde hace ya millones de años no hubiéramos adquirido la autoconciencia que nos distingue de los reinos que nos siguen en la evolución, no seríamos ni siquiera conscientes de que somos un Yo que percibe el mundo gracias a los sentidos del cuerpo físico. El cerebro, como receptor de los impulsos eléctricos que recibe de los sentidos, nos permite identificar los objetos que nos rodean porque desde que nacemos, comenzamos a conocerlos con determinado nombre, sin embargo, para los sentidos no son nada más que vibraciones que representan una imagen. De esta forma, llegamos a la conclusión de que lo que percibimos en el cerebro es nuestra propia interpretación de acuerdo a lo que tenemos guardado en la memoria desde que nacemos.

El hecho, pues, de ser un Yo observador y de ser conscientes del mundo físico es lo que ha hecho que centremos la consciencia en todo lo que nos rodea sin darnos cuenta que el mundo de nuestro verdadero Yo no es éste. Este mundo es la manifestación necesaria de fuerzas y energías invisibles para que nosotros podamos evolucionar desde la no-consciencia a la consciencia actual, pero en un futuro, cuando no necesitemos cuerpo físico y por tanto no tengamos sentidos, nuestra consciencia estará en lo que hoy llamamos el mundo de los sueños, que es similar a donde tienen la conciencia los animales pero esto será como un Yo y con la experiencia y conciencia adquirida en la presente etapa.

La mente está recibiendo constantemente la información procedente del cerebro y de los sentidos, parece como si el cerebro tuviera empeño en que estemos en contacto permanente con el mundo físico, intenta que creamos que todo es real y que está bajo control y para ello nos envía incluso imágenes ficticias, tanto inconscientemente como por medio de la imaginación; sin embargo, todo lo hace por la supervivencia del ser humano. Lo cierto es que el mundo que nos hace ver la mente no es real, como cualquier físico moderno sabe y puede afirmar. Vivimos en un mundo construido por y en el cerebro gracias a la información que le llega de los sentidos y que la mente capta gracias a éste, es más, la materia que “vemos” son átomos en actividad de movimiento y vibración según su naturaleza y combinación entre ellos. Todo lo que llega al cerebro se cataloga como patrones de impulsos nervioso que cambian la estructura cerebral día tras día según la información recibida; esto es la memoria temporal que después se convierte en la memoria de la vida. El cerebro no distingue entre lo que tiene guardado de otras impresiones anteriores y la información que le llega y que actúa sobre él como una tormenta eléctrica porque él no es la mente y, por tanto, no piensa.

Los deseos, sentimientos, pensamientos, etc., están conectados en la red neuronal en forma de modelos o patrones y éstos van cambiando según se agregan las nuevas experiencias, pero esto ocurre en el cerebro y no en la memoria consciente o inconsciente puesto que de las experiencias guardadas ahí tiene que extraer el Ego el beneficio que le hará progresar renacimiento tras renacimiento. Los sentidos nos cuentan cómo es el mundo externo y cómo son las personas, esto a su vez, afecta y cambia las áreas del cerebro al relacionarse con la información guardada, y es la repetición de deseos, sentimientos y pensamientos los que se fortalecen, reintegran y conectan cada vez más hasta formar un determinado carácter. El cerero compara lo que recibe con lo que tiene guardado, elucubra, ordena, guarda y hace muchas cosas para que tengamos una vida ordenada y lógica pero, en realidad ¿quién hace esto si es el pensamiento el que transforma el cerebro? Sí, el pensamiento modela el cerebro pero no solo se queda ahí, porque como todos sabemos, también modela la expresión y la fisonomía de cada persona llegando a la conclusión de que expresamos y somos lo que pensamos. ¿Quién utiliza el pensamiento y cómo afecta y altera las áreas del cerebro? ¿Quién selecciona los pensamientos que con su repetición terminará formando el carácter? Aquí es donde hay que diferenciar las reacciones inconscientes y las respuestas automáticas de la mente sin control ─el no-yo─ de las respuestas razonadas por la voluntad del verdadero Yo que no es el cerebro ni tampoco la mente. Cuando somos conscientes de estas verdades podemos gobernar nuestros vehículos y llevarlos a la perfección en mucho menor tiempo que la mayoría de las personas que no se esfuerzan ni se preocupan por su desarrollo espiritual.

Francisco Nieto

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