domingo, 7 de agosto de 2011

QUIÉNES SOMOS Y DÒNDE EXISTIMOS (II)



Por consiguiente, Dios ha creado un esquema de siete mundos, cada uno de ellos compuesto de materia más sutil que, a la vez, compenetra a los inferiores (Mundo físico, de Deseos, del Pensamiento y otros superiores con los que no tenemos contacto en nuestro estado evolutivo actual) A la vez, nos diferenció a nosotros como Espíritus e hijos suyos y descendimos hasta el mundo físico desarrollando un cuerpo de materia de cada uno de esos mundos (Cuerpo físico, de Deseos y Mental) los cuales y como ocurre con los mundos, están compenetrados gracias a esa diferencia de grados de densidad o vibración de su “materia”. El Plan de Dios trata de que una vez que adquirimos los cuerpos los utilicemos para que, a través de la experiencia, obtengamos la autoconsciencia, y para que, a partir de ahí, comencemos a trabajar en cada renacimiento de la manera más elevada posible hasta poder identificarnos con ese Ego o Yo superior. Según vamos evolucionando e identificándonos con ese Ego, vamos desarrollando los poderes del Espíritu y la conciencia hasta que, en un futuro aún muy lejano, nos identifiquemos y volvamos a unirnos con nuestro creador y creador de todo el universo.

Afirma la ciencia que el universo surgió de la Nada o del Caos, esto puede ser cierto desde el punto de vista de los sentidos, de la consciencia objetiva o de la ciencia física. Pero el ocultista sabe que cuando se ha evolucionado lo suficiente como para ser clarividente voluntario y para ser conscientes en el mundo o regiones superiores al mundo físico, este mundo físico con todas sus formas, tiene su origen y está compenetrado por los éteres que compenetran a los átomos (como los átomos compenetran las moléculas y éstas a las células) y que estos éteres están compenetrados por otra materia más sutil, y ésta por otra aún más sutil. Sin embargo y piensen lo que piensen los científicos, todo este Plan tiene como fin para nosotros el desarrollo del cerebro, de la autoconsciencia, de la voluntad, de la mente y de la conciencia que nos identificará en su momento con Dios como parte suya que somos. Cuando más se descompone una partícula física más subpartículas se descubren hasta que llega el momento en que nos damos cuenta de que todo es energía pero que ésta actúa según un plan inteligente y ordenado, y que, a la vez, actúa, reacciona y se expresa con cierta inteligencia, sentimiento o deseo.

Lo mismo que Dios crea dichos mundos formados de dichas clases de materia, energía y conciencia para que sirva de campo de experiencia y evolución a Sus hijos, también nosotros creamos diferentes cuerpos relacionados con nuestra vida (Espíritu) evolución y conciencia que será el campo de evolución de otras vidas microscópicas y espíritus elementales. Pero llegará el día en que seamos clarividentes y conscientes en esos otros mundos creados por Dios y entonces ya no veremos en tres dimensiones sino en cuatro, a la vez que no necesitaremos cuerpo físico; entonces continuaremos la evolución en otro cuerpo superior y más sutil y nos expresaremos y crearemos de forma cuatridimensional. Y si alguien duda de que esto pueda llegar a ser ¿Cómo cree que hemos llegado a ser conscientes de este mundo tridimensional si en un pasado tuvimos una conciencia similar a la de los animales que no ven en tres dimensiones?

La materia física o condensada no es más que átomos vibrando a baja frecuencia pero cuando se profundiza en ella y se separan los átomos, siguen estando unidos por otra clase de energía aún desconocida por la ciencia (los éteres) y a la que llaman “vacío”, y por la mente que creó los mundos que componen nuestro universo de cuya materia y energía formamos nuestros cuerpos. Si, como dicen los físicos, el universo se creó de una sola partícula (origen del Big Bang) significa que nosotros, como cuerpo físico y como Almas, éramos y somos parte de esa partícula, por tanto, todos nosotros, como Espíritus e hijos del Creador, tenemos el mismo origen. La diferencia entre nosotros está en el grado evolutivo que cada uno haya alcanzado a través del renacimiento; (según el esfuerzo, adaptación, sacrificio, etc. que cada Ego haya hecho) del grado de conciencia que haya obtenido; y también respecto al desarrollo de los sentimientos, de la mente y de la voluntad en relación con otras formas de vida evolucionantes como, por ejemplo, los reinos que nos siguen.

Esto nos hace pensar y admitir como verdadero, lo que el ocultismo enseña de que: Lo mismo que nosotros hemos desarrollado todo lo que nos hace humanos y los que vienen detrás nuestra aún no lo han alcanzado, así mismo hay otras formas de vida o Espíritus que están por encima de nuestro grado evolutivo y siguen su desarrollo en los mundos superiores al físico, donde nosotros algún día seremos conscientes (como lo somos ahora aquí) y les podremos ver (por ejemplo, los Ángeles) Si toda partícula atómica y subatómica, aun separada dentro del universo, sigue unida por la energía, por el poder y por la mente que la creó, nosotros, como parte de ese universo, debemos estar también unidos por muy diferentes que seamos, puesto que la diferencia entre nosotros es sólo física, emocional y mental fruto de la evolución pero no del Espíritu evolucionante cuyo origen es el mismo para todos.

Como ya hemos dicho y con lo expuesto hasta ahora, podemos llegar a la conclusión de que lo que percibimos (como Egos) a través de la mente y gracias al cerebro y a los sentidos, es una ilusión para el Ego y no es el mundo real al cual pertenece o pertenecemos como conciencia. Sin embargo, es cierto que gracias a la acción y a las experiencias del hombre en este mundo de percepciones (aunque lo perciba desde el Mundo del Pensamiento) este Ego o Yo superior está evolucionando y desarrollando los poderes latentes del Espíritu, que son los mismos poderes del Mismo Ser que le creó y que creó todo el universo con nosotros incluidos. De ahí que en la biblia esté escrito que “En Dios vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser” y que “Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios.” La verdadera Realidad, no ilusoria, se irá percibiendo poco a poco según se vayan desarrollando los poderes del Espíritu, de forma similar a como hemos desarrollado hasta ahora la autoconsciencia, la mente y la voluntad que nos diferencia tanto de los animales.

Por consiguiente, llegará el día en que no necesitaremos un cuerpo físico para continuar nuestro desarrollo, porque lo haremos con nuestro cuerpo etérico y en las regiones etéricas donde los Ángeles (entre otros) están evolucionando también en un cuerpo similar. En esa época futura no necesitaremos el cerebro ni los sentidos para ver ese mundo etérico ni tampoco para profundizar en el mundo que hoy definimos como abstracto, intuicional, profético o irreal. Está claro, pues, que el mundo real, el mundo del Espíritu no está ni lo podemos encontrar con los sentidos ni en el mundo físico ilusorio, ya que las ilusiones las crea el cerebro y las percibimos con la mente desde el Mundo del Pensamiento. Pero cuando esa mente, hoy poco controlada, esté gobernada y dirigida totalmente por la voluntad y la conciencia, que son los aspectos que representan al Espíritu, entonces veremos directamente en esos mundos espirituales de donde fue creado el físico.

Ahora bien ¿Qué medios tenemos para encontrar la Realidad, es decir, a Dios manifestado y creador de todo? Naturalmente que con los sentidos no lo conseguiremos porque éstos nos limitan al mundo físico de las formas y que se representa en el cerebro y en la mente como ilusorio; tiene que ser con el Alma. Los mundos inferiores (físico, de Deseos y del Pensamiento) se consideran más “personales” porque son donde estamos evolucionando gracias a la materia que obtenemos de ellos para formar nuestros cuerpos (físico, de deseos y mental) en cada renacimiento, y también porque es en esos mundos donde, después de la muerte, asimilamos la quintaesencia de nuestra vida pasada y nos preparamos para la próxima. Por tanto y de acuerdo con esto, también podemos evolucionar en ellos (como de hecho lo hacemos) gracias a nuestros diferentes cuerpos ya que: 1º.- Con el cuerpo físico actuamos y experimentamos en el mundo físico; 2º.- Con el cuerpo de deseos evolucionamos siempre y cuando nos esforcemos por expresar los más elevados y espirituales deseos, sentimientos y emociones; y 3º.- Con la mente siempre que la utilicemos para meditar, discernir, gobernar el cuerpo de deseos, y actuar de acuerdo a las leyes espirituales. Esto es lo que el común de la humanidad está haciendo actualmente, aunque en la mayoría de los casos inconscientemente; esta es la manera en que, renacimiento tras renacimiento, nos estamos acercando al Espíritu y a Dios. Debemos creer y trabajar para identificarnos con lo que, desde lo interno, se nos presenta como orden, amor, fraternidad, justicia divina, servicio desinteresado, compasión y todas las virtudes que conocemos porque las hemos experimentado a través de la evolución y otras más que despertaremos y expresaremos en el futuro.

Si el origen de todo lo existente es la “Nada” o “Vacío” y nosotros (físicamente hablando) al igual que el universo, somos una condensación de materia que procede de otro vacío individual, está claro que debemos ir desapegándonos de lo terrenal y del concepto de que somos un cuerpo físico para poder identificarnos con ese “Vacío” que, en el más elevado sentido, es la “Realidad” o “Todo”. Lo mismo que para nosotros “adquirir conocimiento” es identificarnos con lo conocido, así mismo debemos conocer la Realidad para identificarnos con ella puesto que la “realidad” procede y es ese vacío al cual nosotros también pertenecemos. Como esa identificación no la podemos hacer en el mundo ilusorio de los sentidos, debemos buscarla en nuestro interior, en el verdadero Ser, en el Espíritu creado por Dios, la única Realidad. Según vayamos identificándonos con Dios iremos despertando su naturaleza latente en nosotros y sentiremos cada vez más que somos parte de Él.

Francisco Nieto

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