domingo, 30 de diciembre de 2012

EL ASPIRANTE ESPIRITUAL Y SU OBRA (II)



Por mucho que se quiera olvidar el mal que atormenta en la consciencia, no se conseguirá definitivamente hasta que no se destruya aquello que nos hizo creer que ese mal éramos nosotros o era una correcta acción por parte nuestra. Cuando el aspirante comienza a hollar el sendero ya no debe dar importancia al mal obrar del pasado sino cumplir responsablemente y con sentido del deber lo que la Ley de Consecuencia la traiga. Ahora se trata de poner orden y mando en los cuerpos internos para que nuestra vida esté basada en el amor y en el servicio desinteresado al prójimo. Rememorar el mal del pasado solo trae sufrimiento y remordimiento que ya no sirven para nada, ahora se trata de ver la vida con otra perspectiva, una perspectiva que nos relaciona con la Vida Divina y con la Obra de Dios. Ahora se trata de silenciar en la mente todo pensamiento que no esté de acuerdo con el ideal divino; de eliminar de nuestra vida los sentimientos y deseos que nos llevarán a la oscuridad en el pasado; de estar atentos plena y conscientemente a lo que sentimos, hablamos y pensamos para no volver a hacer mal en el mundo.



Cuando actuamos en esta línea, los agentes de Dios y las fuerzas espirituales que cubren el universo acuden a la llamada de nuestra luz y nos facilitan las cosas para que no nos falte aliento, peor ni debemos perder la fe ni debemos pensar que otro puede llevar nuestra carga. Hay que olvidarse de servir al cuerpo físico y a determinados deseos y pensamientos egoístas para dedicarse al Alma, al Yo superior, y así compartir su esplendor y su gloria. Es necesario situarse por encima de todas las miserias y materialismos del mundo para tener fe y confianza en alcanzar nuestros ideales más elevados. De esta manera nuestra vida será reconfortante, intensa y llena de oportunidades para demostrar nuestro amor y nuestra nobleza.


La motivación y el cumplimiento del deber son dos de los aspectos que mueven el mundo, y el aspirante así debe tomarse su trabajo, sea cual sea, porque todas las profesiones cumplen una labor importante en la evolución pero este aspirante debe poner la voluntad del Espíritu para trabajar en la Gran Obra en vez de hacerlo para su propio beneficio personal pues, todo lo demás le será dado por añadidura. Si cada persona del mundo trabajara como si fuera un deber y con lealtad a Dios, se acabarían muchos problemas de los que creamos entre nosotros mismos por no cumplir con nuestro deber responsablemente. Debemos ser imitadores de lo superior y ser conscientes de que todo lo manifestado y toda la evolución alcanzada hasta ahora por la humanidad ha sido gracias al sacrificio de nuestro propio Dios y de toda una serie de Jerarquías y Hermanos Mayores que han puesto su vida a disposición de la Gran Obra. Al igual que han hecho estos grandes seres debemos hacer nosotros si queremos acelerar nuestro desarrollo. Nuestras vidas deben ser útiles al mundo material y al espiritual porque todas nuestras acciones deben ser hechas como un sacrificio para la mejora de nuestros hermanos (aún inconscientes de estas verdades) y para la espiritualización del mundo; eso entra en el trabajo que lleva a la perfección.


Por ninguna mente de los aspirantes deberían pasar pensamientos de fracaso o derrota. Cuando el trabajo, el sacrificio y el cumplimiento del deber se hacen para colaborar con el Creador de este mundo no cabe el fracaso siempre que se intente. Deberíamos sentirnos orgullosos de ser conscientes colaboradores de la Ora Divina y de sentirnos “llamados a trabajar por el bien de nuestros hermanos.” Quizás nos vengamos abajo alguna vez, pero lo realizado dará sus frutos, sin embargo, no debemos permitir que el egoísmo y que el materialismo nos vuelva a dominar porque eso nos alejaría del Sendero. Dios está en el ermitaño y en el que dedica su vida a la oración, pero mayor sacrificio y mejor cumplimiento del deber hace el que vive entre otros amando, sirviendo y haciendo las cosas como si fueran para Dios. Al igual que el escultor da forma a su idea, nosotros debemos tener la consciencia en las cosas de Dios para que nuestro trabajo demuestre que en nosotros está la idea divina. Todos estamos evolucionando pero el que es consciente de que somos parte de Dios y, por tanto, parte de Su obra intenta esculpir la imagen divina en el templo interno de su cuerpo físico. Solo nosotros podemos manifestar la belleza y la armonía del Alma y eso solo se puede conseguir anhelando y manteniendo en el corazón los ideales espirituales para ponerlos en práctica en cada momento de nuestra vida.


Pero está claro que debemos alcanzar cierto desarrollo interno para poder ser colaboradores de las Jerarquías y Seres que gobiernan los destinos de la humanidad, y para ello debemos esforzarnos hasta que obtengamos alguna ayuda o respuesta. Ser colaborador de la Obra de Dios necesita también cierta preparación como, por ejemplo:


1º.- Esforzarse y sacrificarse para encontrar y ahondar en la Verdad, requisito imprescindible para hacer un trabajo superior.

2º.- Gobernar la mente concreta hasta tal punto que solo se use para lo necesario en el mundo físico y de manera consciente ya que así se manifiesta su aspecto abstracto y el Yo superior a través de él.

3º.- Abrir un canal (intuición e inspiración) que comunique los mundos superiores con la mente para ser instrumentos de Dios en la tierra y para recibir instrucciones.

4º.- Elevar la vibración de los vehículos inferiores para que sean verdaderas herramientas del Alma; esto es: Un cuerpo físico sano; un cuerpo de deseos cuyos deseos y sentimientos estén en armonía con la Obra Divina; y una mente controlada para que no piense por sí misma ni pierda el tiempo en críticas, enjuiciamientos ni en hechos pasados o futuros innecesarios.

5º.- Vivir todo el tiempo en lo interno, conscientes en cada aquí y ahora para actuar como conciencia y en lugar del Yo superior, consiguiendo así vivir en lo superior pero trabajando en este mundo irreal.

6º.- Trabajar en medio del tumulto del mundo y del ruido de la mente hasta alcanzar cada vez mayor iluminación gracias al servicio amoroso que se pueda hacer allá donde nos encontremos.

Francisco Nieto

lunes, 17 de diciembre de 2012

EL ASPIRANTE ESPIRITUAL Y SU OBRA (I)






Quien en la presente vida ha encontrado alguna escuela preparatoria o ha descubierto algún motivo que le ha hecho reflexionar hasta el punto de comenzar y tomar en serio el camino de espiritualidad que lleva a la iniciación o, al menos, a un cambio de vida, se ha podido dar cuenta de que si no se sacrifica y no se tiene persistencia poco desarrollo se puede alcanzar. La mayoría de los aspirantes espirituales que deciden tomar la iniciativa comienzan con mucha fuerza e ilusión y están pendientes de sus acciones y expresiones para no hacer el mal, pero al cabo de un tiempo, gran parte de ellos lo dejan con el falso pretexto de no tener tiempo o de que tienen muchos problemas que les afectan a su estado mental y emocional. Sea una cosa o sea otra es falso porque el desarrollo espiritual no puede impedir (más bien lo contrario) que se cumpla con los deberes terrenales ya que éste es una actitud del hombre hacia la vida, y si esta actitud es positiva nada puede perjudicar. Uno de los mayores errores está en el hecho de separar lo terrestre de lo espiritual porque cuando uno se centra en los quehaceres y problemas y se olvida de lo interno y espiritual, es cuando se crean dos bandos aparentando ser uno real (en este caso el terrenal) y otro irreal o poco atractivo. El espíritu es la vida y lo terrenal tiene que ver con la forma, por tanto, todo lo que somos y hagamos debería ser expresión de la vida del Espíritu.


Cuanto más nos hagamos conscientes de nuestros actos, de lo que sentimos y de lo que pensamos, más capaces seremos de actuar desde la posición del Alma hacia lo terrenal, por muy pesada o aburrida que sea una tarea se puede hacer con buenos sentimientos, deseos y pensamientos. El mundo es la expresión de la conciencia, de la vida y de la mente de Dios y nosotros, como partes dinámicas en este mundo terrenal, deberíamos considerarnos Sus Manos colaboradoras en el Plan Divino que Él tiene para nosotros. Cualquier persona, sea cual sea su profesión o sus quehaceres diarios, puede hacerlos con amor y consciencia. Consciencia porque uno de los mayores adelantos espirituales viene del hecho de observarse a sí mismo como algo aparte y por encima de sus cuerpos incluyendo la mente, así se analizará y corregirá; y con amor porque siempre debe tener la intención de hacer todo como si fuera para Dios. Es decir, se trata de ver la vida divina (la raíz de todo lo creado) en todo lo que nos rodea para respetarla, cuidarla y desarrollarla. Si no escuchamos y vemos la obra de Dios en todo lo manifestado y en nosotros mismos es porque estamos sordos y ciegos pero no será porque algo material lo impida. Esa sordera y ceguera está en nosotros por habernos olvidado de que Dios está en todas partes y por no recordarnos a nosotros mismos como un Espíritu creado por Dios situado por encima de las actitudes, sentimientos, emociones, etc.


Cada persona renace en el lugar y en las circunstancias adecuadas para su desarrollo moral, físico, mental y espiritual como efecto de lo que ha sido y hecho en sus anteriores vidas. Dios no castiga ni sus agentes administradores del karma tampoco le ponen piedras para que tropiece si no se las merece. Los problemas de cada uno han sido creados por ellos mismos y tienen la parte positiva de que su solución será una experiencia que aumentará su desarrollo. Los deseos inalcanzables causan sufrimientos porque su creador los tiene y porque quizás le falte conformismo o humildad. Las discusiones o enfrentamientos surgen por no controlar nuestra impulsividad, nuestras palabras o nuestros resentimiento entre otros. Los problemas, lo que nos disgusta o lo que nos aflige, por tanto, tienen su origen en nosotros, principalmente, por no analizarnos y poner manos a la obra para corregir nuestros propios defectos a la vez que llevamos a la práctica nuestros más elevados ideales con todas nuestras mejores intenciones y deseos.


Precisamente todo lo que nos rodea y nos ocurre es así para atraer nuestra atención con tal de que utilicemos el discernimiento y hagamos de ese objeto u hecho una buena obra. El problema surge cuando nada nos atrae como oportunidad espiritual o cuando solo tenemos deseos y pensamientos egoístas y materialistas que nos hacen olvidar la vida divina que existe en todo. Entonces es cuando es necesario buscar algo nuevo que estimule el aspecto espiritual interno, nuestra voluntad y nuestros deseos de superación. Lo que nos rodea y las circunstancias se tienen que convertir en oportunidades de desarrollo porque, en todo hay un motivo para la acción y esa acción hay que cumplirla desde el punto de vista del deber y no de la recompensa material o personal. La persona que solo piensa en acumular riqueza y cosas materiales termina siendo dominado por ese deseo y obsesionado por esa clase de pensamientos.


Una persona así esclaviza su vida y su cuerpo con tal de conseguir más, su mente es poderosa sobre todos sus asuntos porque se concentra en ellos y sabe discernir con tal de aprovechar una oportunidad y ganancia. Cuando se acaban los ingresos de un sitio busca la manera de obtener ganancias de otro y persiste y no deja de intentarlo si hay problemas, fortaleciendo así también su voluntad. Ahora surge la pregunta: ¿Por qué no hace eso mismo respecto al trabajo espiritual y sobre sí mismo? Es más ¿Para qué sirve todo eso? Una persona así no tarda en darse cuenta que lo material no le quita el sufrimiento ni las tristezas que por otras cosas tiene, no le aporta felicidad ni satisface ese “algo” que de vez en cuando le pide otra clase de alimento que no sea material. Por tanto, todo por lo que lucha una persona así termina siendo una carga para ella, y es esa carga creada por ella misma (problema) la que le tiene que hacer consciente de la belleza de la vida, del orden divino y del valor del servicio amoroso y desinteresado a los demás.


Es necesario, pues, para todo aquel que aspira a la vida superior y a ser colaborador en la Obra de Dios que busque un motivo de realización en todo lo que le rodea y en sí mismo. Lo positivo, la luz, se encuentra en todas partes y cuando uno penetra en la luz desaparece la obscuridad que hasta entonces le mantenía ciego. El hecho de sentir deseos de desarrollo espiritual ya es motivo suficiente como para buscar esa luz; es más, quien lea estas líneas es porque algo en su interior le quiere hacer ver que hay una vida superior que alcanzar. El sendero de espiritualidad transciende lo miserable y vulgar para apreciar lo verdaderamente importante, esto es hacer todo con amor y con espíritu de servicio a Dios y a los demás. De esta forma se aclaran las dudas, los prejuicios, las falsas creencias, el sufrimiento y la falsa visión del mundo. Este sendero lleva a comprender que cada uno es el que ara la tierra y siembra lo que, al cabo de un tiempo, será su cosecha; que cada uno de nosotros somos creadores del bien o de mal en pensamiento, palabra y obra; que solo nosotros tenemos la libertad y el libre albedrío de colaborar o no con la Obra de Dios; y que solo nosotros y con lo mejor voluntad (sin culpar a nadie de nada) debemos hacer frente a las circunstancias y consecuencias.

Francisco Nieto

domingo, 2 de diciembre de 2012

HÉRCULES el hijo de Dios encarnado (y II)



(Interpretación esotérica de la película  de Walt Disney)

El mal o Hades no está en el cielo sino que hace su trabajo en el mundo de los mortales por encargo de Zeus, rey de los dioses. Hades es el mal que nos prueba y nos hace caer pero que a fin de cuentas es beneficioso para la evolución porque nos fortalece para afrontar el destino. Hades es el polo negativo imprescindible para la evolución: Amor- odio, Luz- oscuridad.



Los dioses, los Espíritus (tanto el de las jerarquías superiores como los nuestros) son inmortales, por eso Hades quiere hacer a Hércules mortal aquí en la Tierra, lejos del cielo. Es curioso que en la película se dice que para que Hércules se haga totalmente mortal debe beberse hasta la última gota, hecho que no consiguen aunque lo intenten muchas veces. Esto significa que aunque el ser humano caiga muchas veces en el mal y tenga miles de reencarnaciones siempre tiene dentro de sí la parte espiritual que en su momento será Dios.


El rapto de Hércules siendo niño representa a la humanidad en la mencionada época Lemúrica cuando aún era inconsciente del mundo físico y como individuo, o sea, cuando la humanidad tenía una conciencia similar a la de los animales domésticos. Es la tentación y caída de la humanidad al dejarse llevar por los luciferes. Los Luciferes son Ángeles que se encuentran a mitad de camino entre sus hermanos más evolucionados y nosotros, se quedaron tan rezagados que necesitaban de nosotros para poder progresar. Si bien, por un lado nos hicieron un mal al exteriorizar nuestra conciencia sin estar preparado para ello, también es cierto que su labor nos ha traído un adelanto porque al tener conciencia de lo existente fuera de nosotros hemos dado un paso más que ni siquiera los Ángeles lo tienen.


La fuerza de Hercules es la Fuerza del Espíritu, el poder interno y la voluntad, pero no tiene control aún sobre esa fuerza. Esto representa las primeras etapas de la humanidad cuando se movía más por instinto que por razonamiento.


Hércules siente la necesidad de irse de con los padres terrenales (necesita buscar la Verdad) La humanidad, aunque inconsciente de ello, ha sido guiada para que desarrollara sus cuerpos y sus Almas que son, al fin y al cabo, sus poderes internos y su intuición para que siga buscando algo que desconoce pero que sabe que existe porque lo siente dentro. La evolución nos llevará a abandonar el cuerpo físico para siempre y a continuar nuestra evolución en otros niveles superiores hasta que seamos conscientes de otras jerarquías (dioses) y de otros mundos espirituales.



Tiene la obligación de hacerse un héroe en la Tierra porque si no lo hace no será nada. Cuando, como Espíritus, Dios nos diferenció de Él, teníamos todos sus poderes latentes pero no éramos conscientes de ello como individuos porque no teníamos consciencia propia. Si, según el Plan de Dios, no hubiéramos descendido hasta el mundo físico y no hubiéramos obtenido los cuerpos actuales, no hubiéramos llegado a ser lo que hoy somos, es decir, no seríamos auto conscientes como individuos separados ni lo hubiéramos sido de lo que existe fuera de nosotros (el mundo físico); no hubiéramos sido como no es un ser humano desarrollado el óvulo y el espermatozoide dentro del vientre de la madre. Una vez en la Tierra debe desarrollar el Espíritu ya que, de otra forma no podría alcanzar su propio mundo, el mundo del Dios de Dioses


En la película vemos que en el templo Hércules habla con su Padre. Esto representa cuando el ser humano despierta su naturaleza superior, cuando buscamos el camino de aceleración y descubrimos el verdadero sentido de la vida. Tarde o temprano (de ahí que haya tantos grados evolutivos entre razas, continentes, etc.) todo ser humano alcanzará un nivel evolutivo y espiritual que le hará sentir la obligación de buscar algo superior, algo que satisfaga sus necesidades internas y no las de deseos y materiales. Cuando llega ese momento es cuando descubrimos que la personalidad es solo un medio de desarrollo pero que no somos nosotros, el verdadero Yo superior, y es a partir de ahí cuando dedicamos nuestra vida a encontrarnos con él y a considerar a los demás como hermanos en la misma peregrinación.


Hércules debe ser un héroe verdadero en la Tierra (no debe buscar el dominio de lo material ni el egoísmo personal, sino que debe vencer a la personalidad y a las pruebas de la vida en la Tierra)


¿Quién es el entrenador que vemos en la película que estamos comentado? Las propias vidas que forman y aumentan la conciencia después de cada muerte del cuerpo físico. Cada sufrimiento en el purgatorio y cada disfrute del bien en el cielo dejan su huella en lo que llamamos CONCIENCIA y es esa conciencia la que nos advierte cuando vamos a hacer el mal, la que nos habla, a modo de remordimiento, cuando lo hemos hecho y la que nos invita a hacer el bien la queramos escuchar o no.


Tanto en la película como en la vida real las herramientas de entrenamiento son: El mundo físico, las circunstancias, las pruebas, el destino de cada vida, las relaciones y las experiencias.


Su meta es el Olimpo (cielo o mundo de Dios) pero para alcanzarlo debe hacerse un héroe (desarrollar los poderes del Espíritu) y para ello debe vencer al mal. Además de lo mencionado en el anterior párrafo, el mayor enemigo del progreso, como Almas en evolución, es la personalidad que con sus deseos, sentimientos, emociones, costumbres, etc. entorpece la voluntad del Yo superior.


Su entrenador le dice que use la cabeza (esto ocurrió al principio de la época atlante, cuando las jerarquías superiores nos facilitaron la mente para que comenzáramos a luchar contra los deseos animales dominantes) El ser humano comenzó a dejarse llevar por la parte animal y actuó ignorantemente hasta que obtuvo la mente y desarrolló algo la voluntad, desde entonces y hasta ahora hemos estado intentando dirigir nuestro destino.


Su primera prueba es el monstruo de las cabezas y éste representa la Ley de Causa y Efecto, porque hasta que no acabe con todas las cabezas (causas que le atan a la tierra) no puede ser un héroe.


Hades busca las debilidades de Hércules (el mal, las pruebas y las tentaciones siempre nos afectan donde más nos duelen y donde somos más débiles.


Hércules no queda satisfecho con la primera victoria y desea superarse más pero no sabe cómo. Zeus le dice que para encontrar la respuesta debe encontrarla en su corazón.


Él adquiere fama y popularidad pero eso no es lo que su conciencia le dice que debe buscar, El ser humano también alcanza un nivel en que no se conforman ni es feliz con lo que encuentra en la Tierra y se decide por buscar en otros niveles de conciencia superiores.


Para vencer a Hades debemos vencer la última prueba por medio de un gran sacrificio por los demás sin pensar en nosotros mismos; esta es la llamada imitación de Cristo que todos, tarde o temprano, debemos llegar a hacer respecto al prójimo.


Cuando el Yo superior (Hércules) está casi vencido por las graves caídas y tentaciones, el amor a Dios o a cualquier motivo superior, la fe y la confianza propia hacen resurgir el poder interno que terminará liberándole del renacimiento en este planeta. De esta forma el Espíritu se impone sobre la materia y queda victorioso sobre los elementos.


Cortar el cordón que se aprecia en la película representa la acción del mal para que los humanos se aferren a la Tierra, de hecho, así lo hacemos durante muchas encarnaciones. Pero con la evolución llega un momento en que el desarrollo espiritual nos permite elevarnos sobre el purgatorio. Entonces es cuando el mal no nos puede atar (las brujas no pueden cortar el cordón de Hércules)


Cuando el Yo superior vence al mal y se salva, también salva a la joven que antes ya ha transformado, (la joven es la personalidad purificada por el amor)


Entonces es cuando se le mide por la fuerza de su corazón y no por la física, como a nosotros nos miden antes de hacernos discípulos de un Maestro.


Al final dice que quiere quedarse con ella en la Tierra, esto significa que el Yo superior ama a la personalidad purificada (y a todas las personalidades) y a todo lo que hay en la Tierra, gracias a lo cual ha llegado a ser lo que es.

Por fin sabe cuál es su destino: Ayudar a la humanidad.

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Todos estamos formándonos como hércules a través de las pruebas diarias, pero sobre todo a través de los errores que cometemos. Según superemos la ignorancia y trabajemos consciente y voluntariamente para ser mejores, encontraremos esa fuerza que hace aumentar el músculo espiritual y que nos llevará a encontrar al Maestro que nos dará la iniciación.


El trabajo actual es preparatorio para hacernos probacionistas, y una vez que superemos las pruebas como probacionistas seremos discípulos, entonces será el momento de dedicarse plenamente a trabajar por la humanidad. Algunas personas conectan con alguna escuela iniciática por medio del ocultismo para comenzar el sendero de aceleración que les llevará a la liberación del renacimiento, estos son los grados de la escuela Rosacruz de Max Heindel


Grados:

Preliminar: El que se interesa y simpatiza con los estudios o filosofía de la escuela

Regular: Lo es quien se compromete a estudiar seriamente

Probacionista: Quien hace un voto o promesa ante un iniciado (invisible) en un determinado mes, día y hora según sus datos astrológicos de nacimiento

Discípulo: Es al que le preparan para la iniciación, sea o no consciente de ello durante un tiempo. Quien está en este grado, por lo general, ya no lo dice

Hermano Lego: Lo es quien ha alcanzado varias iniciaciones y colabora con la Orden de donde surge la escuela.

Adepto: Es Adepto quien ha adquirido 9 iniciaciones y no necesita renacer más como niño

Hermano Mayor: Son quienes han alcanzado todas las iniciaciones menores y mayores y dirigen los destinos de la humanidad.

Francisco Nieto