sábado, 15 de junio de 2013

PREPARÁNDONOS PARA EL ESTADO POST-MORTEN (II)




El mundo físico es un mundo de muerte, aunque cada noche restauramos los cuerpos gracias a las fuerzas existentes en los mundos superiores, el hombre nunca se recupera totalmente y va envejeciendo hasta que esas fuerzas destructivas que durante el día nos afectan, ya no pueden más y el cuerpo físico muere facilitándonos así un descanso y una recuperación mayor que la que hacemos por las noches. Así es que, nosotros estamos aquí para vivir el máximo de años posible para poder extraer más beneficio de las experiencias, a la vez que intentamos elevarnos hacia los mundos espirituales por medio de las obras, del intelecto, de la moral, de los sentimientos, etc. Tenemos dos necesidades importantes, una la de restaurar al cuerpo físico por las noches, y otra, la de restaurar los valores morales y espirituales después de la muerte. Digo necesidad porque con cada mal pensamiento, sentimiento, deseo o acción contra otra persona degradamos nuestro yo y para hacer esa restauración existen los medios necesarios después de la muerte. Por consiguiente, mientras estamos aquí en la Tierra tenemos dos opciones: 1ª.- La de destruir equivocadamente al yo y crearnos nuestro propio infierno; y 2ª.- La de buscar la manera de desarrollar el aspecto mental, moral y espiritual para crearnos el Cielo que después de la muerte disfrutaremos. La parte positiva de esto es que, aunque nos degrademos como hombres, siempre tendremos la oportunidad de reparar los daños causados y de arrepentirnos para volver a intentar vivir la vida espiritual.


Nosotros aquí no podemos trabajar directamente sobre nuestros cuerpos de deseos y mental, pero sí podemos (tenemos ejercicios y métodos para ello) hacer que, aun como humanos, podamos ser conscientes en cada ahora para, mediante la auto-observación, rectificar nuestros defectos. Aunque algunos no lo crean, también podemos degradarnos después de la muerte si durante la estancia en el Purgatorio no ponemos de nuestra parte pero, como he dicho respecto a la vida, también aquí podemos acelerar el proceso de purificación y espiritualidad. De lo que sí debe ser consciente el lector es de que los resultados de la vida tendrán su merecido y recompensa después de la muerte, y de que los cuerpos que necesitará para la próxima vida estarán formados (con sus defectos y virtudes) de acuerdo al karma o resultado de esta vida. La fuerza moral, intelectual y la salud física en una vida tienen su causa en los resultados de lo que hizo en la anterior, y el poder interno, la conciencia y la voluntad son el resultado del poder adquirido por el Alma después de extraer la quintaesencia de las experiencias de cada renacimiento. Es necesario destruir el cuerpo físico después de ciertos años de experiencia para que el Ego extraiga poder de expresión sobre el hombre a la vez que éste se eleva sobre lo material y lo personal para acercarse a su verdadero hogar. Si no fuera por lo que ocurre en los mundos superiores, después de la muerte no podríamos renacer y no podríamos evolucionar porque no tendríamos poder espiritual para ello; es el poder del Alma y la ayuda de otros seres existentes en esos mundos los que nos facilitan un nuevo renacimiento y todo lo que necesitamos para seguir el Plan de Dios. Aquí tenemos medios para obtener fuerza y vitalidad para el cuerpo físico, pero sólo en los otros mundos podemos obtener la fuerza que necesitan nuestros cuerpos invisibles, y eso solo se consigue muriendo.

Hay quienes piensan que después de la muerte nos transformamos en buenas personas como por arte de magia y que allí nos facilitan todo lo necesario para vivir felizmente, pero eso no es cierto. Cada mundo tiene una función para cada uno de nuestros cuerpos y por eso mismo, lo que no hayamos conseguido aquí en el mundo físico no nos lo pueden facilitar en esos otros. Si no creemos en otra vida, si no creemos en el Cielo, o si no creemos que allí hay Ángeles y Arcángeles, no encontraremos fácilmente todo eso hasta después de un tiempo de sufrimiento, incertidumbre o soledad que nos lleve a buscar y a creer. Los que se burlan de estos conocimientos (por otro lado muy lógicos) están desperdiciando la oportunidad de adquirir un gran adelanto en el más allá porque lo que están haciendo, ignorantemente, es rechazar el contacto, la ayuda y el conocimiento que esos seres les pueden dar. Pero eso no es lo peor, lo peor es que es muy posible que en la próxima vida se le niegue en parte este conocimiento para que sea él quien se sacrifique y se esfuerce por encontrarlo y comprenderlo.

La gran mayoría de las personas hacen lo que se ven obligados a hacer como deberes familiares, de trabajo o sociales, pero no saben que están retrasando su progreso. Cuando alguien, además de cumplir con sus deberes, se esfuerza por elevar su moral y su intelecto y se preocupa por adquirir nuevos conocimientos o desarrollar más elevados ideales, está adelantando en gran medida porque está sentando las bases para un crecimiento espiritual después de la muerte. Por el contrario, quien no hace nada de esto, se verá cada vez más dominado por lo material hasta que, en alguna vida, él mismo sienta la necesidad urgente de buscar sin saber dónde. La gran ventaja del estudiante de filosofía oculta es que, además de estar preparado para el momento de la muerte y para acelerar y mejorar el proceso post-morten, también lo está para colaborar en las labores que se hacen en ese mundo. Queramos o no, el conocimiento y el resultado de los ejercicios espirituales que hagamos, más el deseo de servir en el Plan Divino, se convierten en “Poder” para mejorar el estado en el más allá.

Todo lo que se cruza en nuestro destino tiene un porqué; los hechos más importantes de nuestra vida están así “programados” para algo, incluso el mal que nos viene como deuda de otras vidas, siempre trae una enseñanza que nos ayudará a progresar. Para aprender de todos esos aspectos es necesario tener voluntad para interesarnos y ser conscientes de lo que queremos hacer y hacemos. Es decir, no se puede extraer apenas nada de un libro si mientras lo leemos nos estamos durmiendo, o no podemos enterarnos de lo que nos dicen si mientras “escuchamos” estamos pensando en otras cosas. El que está “despierto”, o sea, el que pone plena atención y se auto-observa, es el que se hace consciente y guarda todo para extraer un mayor beneficio cada noche y después de la muerte. Quien aprende, quien se adapta y quien se hace consciente, adquiere más poder espiritual para hacer frente a lo que ocurre después de la muerte y para resolver su propio karma. No podemos aprender en el más allá si no nos hemos preparado aquí, y no tendremos tantas posibilidades en la nueva vida si no hemos obtenido buenos resultados en el más allá.

El ejercicio de la concentración, la devoción, la atención a lo que sentimos y a lo que pensamos y casi todo lo que hacemos aquí en la vida física, tiene sus buenos resultados en la vida post-morten. Lo mismo que es importante que seamos conscientes de lo que hacemos, decimos, pensamos, etc. para que la película de nuestra vida quede bien grabada, también lo es el interés que pongamos para desarrollar cualidades morales, intelectuales y espirituales. De acuerdo con esto, así será nuestra estancia en cada una de las regiones que componen el Purgatorio y el cielo y así seremos capaces de asimilar el poder que de cada estancia se adquiere. Hay que comprender que lo mismo que aquí hay leyes naturales que rigen el mundo físico, también lo es que allí hay otras leyes que nos someten y cuyos resultados dependerán de lo que hayamos conseguirlo alcanzar aquí. También es necesario tener presente que la vida futura y la conformación de los cuerpos depende de todo esto y de las causas que se hacen en la vida terrenal. Durante la noche no somos conscientes de cómo esas fuerzas reconstruyen nuestros cuerpos, pero después de la muerte sí somos conscientes de todo y podemos colaborar para hacer un mejor aprendizaje y un mejor trabajo.

Después de la muerte y una vez que alcanzamos las primeras regiones del Purgatorio, nos vemos obligados a ver retrospectivamente nuestra vida pasada antes de poder elevarnos al Cielo. Las tres divisiones inferiores del mundo de deseos, y más aún la primera, es casi una continuación de la vida física, pero también desde donde comenzamos a olvidarla según ascendemos hacia el Cielo. Allí el hombre sigue deseando y pensando como aquí, pero como no puede satisfacer sus deseos por no tener cuerpo físico, sufre hasta que se olvida de ello; es esa “liberación” la que arranca del cuerpo de deseos lo que domina al hombre y que no le es útil al Alma. Pongamos un ejemplo: Las personas que tienen poca personalidad y poco carácter y hablan y piensan según la opinión de los demás, o los que viven y opinan basándose en las opiniones de los políticos, entre otros; esto es una pérdida de tiempo y un sufrir absurdo en el Purgatorio. Lo que pensamos aquí se convierte en hechos allí, y por eso es necesario que seamos más conscientes de nuestras actitudes y expresiones porque, si no es así, las fuerzas allí existentes nos harán sufrir sin necesidad. Aquí creamos un pensamiento contra alguien y no nos ocurre nada, digo más, si nos dieran la oportunidad de rectificarle no podríamos porque ya está creado. Pero allí no ocurre lo mismo porque el pensamiento se manifiesta vivo ante nosotros causándonos el dolor que podría haber causado a la otra persona si hubiera sido consciente de él. Es entonces cuando el dolor en nosotros hace que cambiemos al respecto para luego olvidarlo, no sin antes haber dejado un recuerdo en forma de conciencia. Pero también hay hechos que necesitan rectificarse, no en la vida post-morten, sino en la próxima vida física como, por ejemplo, el ludópata o drogadicto que se gasta el dinero que necesitan para comer y maltrata a su esposa e hijos. En este caso, él sufrirá en el Purgatorio el dolor moral causado a su familia, pero tendrá que renacer junto a esas Almas, con alguna relación cercana, para poder rectificar y devolverles lo que les quitó físicamente para gastárselo.

Está claro que además de purgar el mal, la moral y todos los demás valores son los que nos sitúan en nuestro lugar y los que nos facilitan más ayuda. Un ser inmoral y antisocial tiene poco sitio en estas regiones, y cuando lo tiene es para estar entre algún similar. Los que nos esforzamos por ser un poco mejores también metemos la pata muchas veces y, aunque después queramos compensar la mala obra con otra buena, si no pedimos, perdón a la persona o si no hacemos un verdadero y profundo arrepentimiento, tendremos que revivirlo en el Purgatorio. En estos casos, primero sufriremos el dolor de la ofensa en el Purgatorio y después recibiremos la compensación de las buenas obras que le hayamos hecho. Sin embargo, tanto en la vida física como después de la muerte, es la fuerza de pedir perdón y del arrepentimiento lo que nos hace ver el mal que hicimos para después repararlo; a veces la propia impotencia al ver el mal que hemos hecho nos da también fuerza para compensar el mal del prójimo. Quien crea que solo tendrá que hacer frente en el Purgatorio al dolor causado por los deseos y sentimientos que él conoce, está confundido, porque allí se limpia la personalidad del más mínimo detalle, emoción o pensamiento que pueda causar desarmonía en las regiones celestiales.

Francisco Nieto