martes, 25 de mayo de 2010

EL RENACIMIENTO Y LA BIBLIA


Artículo de la FRATERNIDAD ROSACRUZ MAX HEINDEL


Una ley cósmica básica que se enseña en la Biblia es la del Renacimiento: la doctrina de que como espíritus diferenciados en Dios, nacemos repetidas veces en cuerpos de eficacia cada vez mayor en este plano físico, para aprender las lecciones relacionadas con la existencia material y para desarrollar nuestras potencialidades divinas en poderes dinámicos.


Es evidente que los sacerdotes judíos creían en la teoría del Renacimiento o no hubiesen mandado a preguntar a Juan el Bautista, “¿Eres tú Elías”?, como aparece en el primer Capítulo del Evangelio de San Juan, versículo 21. En el versículo 14 del Capítulo 11 del Evangelio de San Mateo, tenemos las palabras de Cristo concernientes a Juan el Bautista que no son ambiguas ni dan lugar a equivocación. El dijo: “este es Elías.”. En una ocasión posterior, cuando estaban en el Monte de la Transfiguración, como dice el Capítulo 17 de Mateo, Cristo dijo: “Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que le han hecho lo que quisieron...Entonces los discípulos comprendieron que les hablaba de Juan el Bautista.”


En el versículo 13 del Capítulo 16 de Mateo, encontramos a Cristo preguntando a sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que soy yo, el Hijo del Hombre?”. “Y dijeron: algunos dicen que eres Juan el Bautista; algunos que Elías y otros que Jeremías o uno de los profetas.”
“Y les dijo, pero ¿quién decís vosotros que soy yo?, “Y Simón Pedro contestó y dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios viviente.”


Nos damos cuenta por estos pasajes que Jesucristo no contradijo a Sus discípulos, lo cual es muy significativo. El era esencialmente un maestro y si ellos tenían una idea equivocada respecto del renacimiento, hubiera sido su deber manifestarlo, corrigiéndolos. El no indicó que hubiera necesidad de corrección, sin embargo, y la respuesta de Pedro da a comprender un conocimiento de las verdades más profundas concernientes a la presente misión de Cristo.


Como prueba bíblica ulterior de la doctrina del renacimiento, encontramos casos mencionados en las Escrituras en los que una persona fue escogida para cierto trabajo antes de su nacimiento. Un ángel predijo la llegada de Sansón y de su misión: matar a los Filisteos. En el Capítulo 13 de Jueces se cuenta: “Había cierto hombre de Zora, de la familia de los Danites, cuyo nombre era Manoah; y su esposa era estéril y no concebía.” “...Y el ángel del Señor se le apareció a la mujer y le dijo: Mira, tú eres estéril y no concibes pero ahora concebirás y tendrás un hijo. “ ”... y él comenzará a liberar a Israel de manos de los Filisteos.” .... y la mujer tuvo un hijo y le puso por nombre Sansón.” En el primer capítulo de Jeremías versículo 5 , el Señor dijo al profeta: “... antes de que salieras de la matriz te santifiqué y te ordené profeta ante todas las naciones.”
Todos estamos familiarizados con las narraciones en la Biblia contando la llegada de Jesús y de Juan y de sus misiones especiales. Una persona es escogida para una misión determinada debido a su capacidad específica para esa clase de trabajo en lo particular. La maestría presupone práctica, por lo que muy a menudo escuchamos que la práctica hace la perfección. La habilidad no se nos entrega en un plato en forma tan conveniente como quisiéramos creer a veces. La práctica antes del nacimiento pudo haber sido obtenida solamente en una vida anterior, así que por deducción y usando la lógica y razonamiento como guías, encontramos que la doctrina del renacimiento se enseña en los casos que hemos mencionado. Se puede observar que hay otras pasajes en la Biblia, el primer salmo, por ejemplo, que únicamente se puede interpretar usando como base la creencia en el renacimiento.


Trabajando junto con la Ley del Renacimiento para efectuar una justicia perfecta correspondiente a un Creador todo sabiduría, está la Ley de Causa y Efecto, o la Ley de Consecuencia; también llamada comúnmente la Ley de Compensación Retribución. El investigador de lo oculto encuentra que esta Ley trabaja perfectamente en todos los planos, haciendo fructificar exactamente lo que hayamos sembrado, en pensamiento, palabra y acto.

En el sexto capítulo de Gálatas, versículo 7 al 9, nos dicen: “No os engañéis, a Dios no se le burla porque lo que el hombre siembre eso también cosechará. Porque el que siembre d ela carne, de la carne cosechara corrupción, pero el que siembre del espíritu, del espíritu cosechará vida eterna. Y n os canséis de hacer el bien, pues a su debido tiempo cosecharéis”.
En la 2ª a Corintios, capítulo 9, versículo 6, San Pablo nos dice otra vez: “ El que s

iembre poco, cosechará poco, y el siembre en abundancia, también cosechará en abundancia.”
En el capítulo noveno del Evangelio de San Juan, encontramos una parábola interesante que enseña el funcionamiento de esta ley. Dice así: “Y Jesús pasando vio a hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron, Maestro, ¿quién pecó, este hombre o sus padres para que él naciera ciego?. Jesús contestó: Ni este hombre ha pecado ni sus padres, sino para el trabajo de Dios sea manifestado en él”.


En este pasaje Jesucristo tata de aclarar que la ley detrás de toda limitación física no es el castigo, sino la iluminación. Aquí encontramos la perfecta justicia de la Ley de Consecuencia que se halla como base de toda enfermedad y deformación. Cuando un Ego rompe una de las leyes d ela naturaleza en una vida, regresa en la siguiente a encararse con las limitaciones que resultan por la violación de esa ley. La transgresión de las leyes divinas en los planos mental y astral son tan responsables de problemas físicos, como el lado oculto de la Luna es efectivo para producir las mareas. A través de la tristeza y el sufrimiento que acompañan la limitación, el Espíritu aprende su lección y la enfermedad queda eliminada.

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