lunes, 15 de marzo de 2010

EL DESTINO Y EL LIBRE ALBEDRÍO


ESTE ESCRITO ES PARTE DEL CAPÍTULO VIII DEL ÚLTIMO LIBRO DE FRANCISCO NIETO:

¿LA MUERTE? ¡NO EXISTE! todo es vida, desarrollo y conciencia


Antes de que el Ego, el Yo que utiliza el cuerpo mental para manifestarse a través del cerebro y del sistema nervioso, comenzara a utilizar su mente para lo que actualmente llamamos razonar, solo respondía a las vibraciones más lentas del mundo físico. Su falta de sensibilidad le impedía percibir algo de lo que hoy conocemos como moral, ideales elevados, intelectualidad, etc., por tanto solo actuaba de acuerdo a sus intereses más bajos, aunque naturales entonces. Pero más tarde, este pensador comenzó a darse cuenta, a través del uso de la mente, de que había algo superior que le inclinaba a actuar de una manera diferente y más positiva. Entonces se inició la lucha del Ego para poder gobernar a la personalidad y no fue de otra forma que utilizando la voluntad y el libre albedrío. Desde entonces, el cerebro, el sistema nervioso y, en definitiva, el hombre, trabaja con vibraciones más elevadas a través del pensamiento; es decir, se está haciendo a sí mismo un instrumento del Alma.
La voluntad y el pensamiento son los medios más poderosos que tiene actualmente el hombre para evolucionar y por tanto para crearse un buen o mal destino futuro. La voluntad y el libre albedrío siempre nos permiten elegir entre hacer el bien o el mal pero, como la voluntad se manifiesta a través de los diferentes cuerpos, hay varias opciones que tienen diferentes resultados. Ya sabemos que nuestro verdadero Yo, el Ego, funciona en las regiones superiores del Mundo del Pensamiento, o dicho de otra forma, está conectado a sus cuerpos desde una porción de materia de ese mundo que ha especializado en la periferia de su cuerpo mental. Allí recibe las impresiones del mundo externo gracias a los sentidos físicos que están íntimamente unidos al cuerpo etérico, a los que se unen los sentimientos y emociones que como respuesta emite el cuerpo de deseos y que, por último, se refleja todo en la mente.
La respuesta del Ego ante un impacto que procede del exterior es crear una conclusión o idea respecto al tema que corresponda. Esta idea se rodea de materia de la región concreta del Mundo del Pensamiento y, ya como un pensamiento forma, se manifiesta como sigue: Se comunica con el cuerpo de deseos para que emita un sentimiento como respuesta; a su vez, éste puede despertar interés en la persona, el cual puede ser de atracción o de rechazo. Cuando el sentimiento que ha despertado el interés es de atracción el pensamiento se envuelve con la materia del cuerpo de deseos que corresponda (según sea el sentimiento y el interés) y actúa sobre el cerebro etérico para activar los impulsos correspondientes sobre los centros cerebrales, el sistema nervioso y los músculos; así se ejecuta la acción como respuesta y queda grabada la imagen en el éter del cuerpo etérico.
Supongamos que el impacto que llega al Ego es la imagen de un animal herido que necesita ayuda, y supongamos también que el sentimiento, en este caso, despierta una actitud de repulsión. Los hechos suelen ser los siguientes: La voluntad unida al pensamiento lucha contra el cuerpo de deseos por no estar en sintonía, es decir, la conciencia o naturaleza superior lucha contra la inferior intentando cada una por su lado vencer a la otra. Si la voluntad y el pensamiento son fuertes llegarán a los centros cerebrales como en el caso de la atracción y se consumará la acción que la voluntad (el Ego) quería quedando grabada la lucha también en el éter reflector del cuerpo etérico uniéndose así a lo que llamamos memoria subconsciente. Si gana el cuerpo de deseos porque consigue agotar la vitalidad puesta en el pensamiento, entonces ganará la repulsión y la persona se marchará sin ayudar al animal herido. Naturalmente que este hecho también queda grabado como todo puesto que todas estas imágenes son necesarias para extraer la esencia de la vida en el estado post-morten.
Como podemos ver, cuando la voluntad se alía con la razón (mente) o lo que es lo mismo, cuando el Ego utiliza el discernimiento con la voluntad de progresar en Espíritu, terminan imponiéndose sobre el cuerpo de deseos que representa la naturaleza inferior del hombre. Cuando la mente no se deja dominar por los deseos y sentimientos negativos de este cuerpo, está facilitando la comunicación del Ego con la personalidad, está manifestando su propia naturaleza, y está haciendo que los impulsos del Espíritu sean oídos por el hombre. Está claro que la voluntad y el libre albedrío deben ser una sola herramienta y trabajar junto a la mente para vencer al cuerpo de deseos que es el que nos ata y no nos deja ser libres como deberíamos serlo. Es la única manera de que el hombre sea libre y sepa actuar con sabiduría en su vida cotidiana para que su próxima vida sea más prometedora. Cuando se actúa así vida tras vida nos deshacemos del aspecto inferior del cuerpo de deseos y nos unimos a nuestro verdadero Yo en su propio mundo.
No es muy común pero es necesario mencionarlo, si algo hay parecido a la aniquilación del Espíritu es precisamente cuando ocurre lo contrario de lo que se debería hacer tal y como se ha dicho en el párrafo anterior. Cuando la personalidad, el hombre, se deja dominar durante una o varias vidas por el, cada vez, más poderoso aspecto inferior del cuerpo de deseos, es decir, se va haciendo cada vez más “animal”, entonces puede llegar hasta el punto de perder su Alma. Esto es algo así como que el hombre actúa dominado por la lujuria, la pasión, y por los más bajos sentimientos y deseos, hasta que llega un punto en que la razón, apenas existente, se desconecta del Yo superior. Estos seres, aún dominados por el egoísmo más puro, por el deseo de poder, astutos y perversos, pueden reencarnar y hacer mucho mal hasta que se desintegran como personalidades.
Como podemos ver, es importante que el hombre se esfuerce en progresar en cada vida y para ello tiene la voluntad de esfuerzo y la razón que son las herramientas a utilizar cuando su libre albedrío cree oportuno. El hecho de aprender a utilizar el cuerpo como instrumento (trabajo, manualidades, etc.); la mente para estudiar e interesarse por la cultura y practicar el discernimiento; y el desarrollo de sentimientos de amor, fraternidad, compasión, altruismo, etc., son medios a nuestro alcance que favorecen el desarrollo del Alma y nos conceden cada vez más libertad. No olvidemos que cada persona renace con una serie de cualidades y defectos de los cuales debe utilizar las virtudes para crearse otras nuevas y, a la vez, eliminar los defectos aunque solo sea por inanición; es ahí donde mayor importancia tiene el libre albedrío y la voluntad.
Lo mismo que renacemos con toda una serie de virtudes y defectos, también lo hacemos con los aspectos negativos que nos pueden traer sufrimientos y disgustos y, por otro lado, con los medios que nos facilitarán cierto grado de gozo y felicidad. Pero ¿Cómo podemos utilizar la voluntad y el libre albedrío para obtener cada vez más felicidad y menos sufrimiento? Sabiendo que tenemos tres principales cuerpos para experimentar y evolucionar en la Tierra, debemos tener muy en consideración lo siguiente: Los efectos de los trabajos realizados por los diferentes cuerpos tienen unos efectos que progresan geométricamente según van desde el cuerpo físico hasta los ideales elevados de las regiones donde se encuentra el propio Ego. Esto quiere decir que un acto físico realizado con buena intención y más aún si sus efectos benefician al prójimo, tendrá una recompensa material en la próxima vida. Pero si una persona trae ideales elevados e inspiraciones, no solo puede progresar en sentido material sino que también tendrá éxitos y medios para solucionar los problemas más una serie de oportunidades para el desarrollo espiritual.
En el grado evolutivo en que se encuentra actualmente la humanidad trae más karma malo que bueno, es decir, más disgustos, problemas o limitaciones, que alegría, trabajos cómodos y libertad de acción. Esto procede del “Banco Universal” donde cada uno de nosotros tiene una cuenta con su correspondiente “debe” y “haber”. Las actuaciones positivas de nuestros cuerpos, más las aspiraciones, ideales, etc., aumentan nuestro saldo, mientras que lo contrario lo disminuye y nos trae problemas, disgustos y toda una serie de fuerzas que harán que estemos en determinadas circunstancias y con determinadas personas que no nos pondrán las cosas fáciles.
Cuando utilizamos el discernimiento antes de tomar decisiones; cuando nuestro egoísmo no perjudica a los demás como por lo general ocurre; cuando tenemos aspiraciones e ideas espirituales, devocionales y fraternales; y cuando controlamos la mente con la voluntad para no crear mal a nadie, estamos eliminando parte de esas deudas kármicas que tenemos en el Banco Universal como “debe”. Cuando nacemos no lo hacemos con todas esas fuerzas buenas y malas activas, siempre nacemos con algunas más virtudes o fuerzas positivas que negativas para que podamos aumentar nuestro saldo y porque, si fuera al contrario, las fuerzas o karma negativo nos podría vencer y llevarnos al desastre. Así es que, los Señores del Karma nos favorecen para que nuestra vida no sea tan dura y nos dan la oportunidad de mejorar por medio de nuevas oportunidades (causas) que, si sabemos utilizar la voluntad y el libre albedrío, nos facilitarán un mejor destino.
De todo lo anterior podemos deducir que si del karma total negativo traemos un 25% y del positivo un 30% más las oportunidades que nos ofrecen los Ángeles del Destino de mejorar nuestro desarrollo y aumentar el buen karma, tendremos muchas posibilidades de ir saldando nuestras deudas y aumentando nuestro saldo. Pero no hay que centrarse solamente en las posibilidades u oportunidades. Si cada sufrimiento, problema o limitación la convertimos en resignación, humildad, simpatías, etc. gracias a la rectificación de nuestro carácter por medio de la fuerza de voluntad y el sacrificio, engrandeceremos nuestro buen karma. Pero si hacemos lo contrario, no sólo aumentaremos el malo sino que agotaremos el bueno, lo que en la próxima vida se traducirá en sufrimiento y dolor. ¿No es ésta razón suficiente para conocernos a nosotros mismos, cambiar nuestro carácter y procurar no hacer mal a nadie en pensamiento, palabra y obra?
Por lo general y particularmente en occidente, no hay grandes variaciones en los resultados del karma de una vida respecto a otra, se suele mejorar algún grado pero siempre hay altibajos hasta que la persona encuentra el sendero de aceleración por medio de la devoción o del conocimiento oculto. Cuando el hombre comienza a intuir o conocer el Plan de Dios es cuando de verdad acelera su desarrollo espiritual gracias a su fuerza de voluntad y a su libre albedrío. Esta es la explicación al porqué hay un destino para cada persona, la cantidad de karma bueno o malo puesto por los Ángeles del Destino según sus deudas pendientes y según sus necesidades de desarrollo. Sus padres, hijos, profesión, sus amigos, las circunstancias, todo está previsto para que el resultado de la vida sea bueno y, sin embargo, nada de ello va a obligar a una persona a responder de determinada forma. Siempre somos libres y podremos elegir entre hacer el bien o hacer el mal, entre aumentar el karma bueno o saldo o aumentar el malo y crearnos más deudas. Por muy duro que sea el destino siempre tendremos a nuestro Ego intentando aconsejarnos para que desarrollemos nuevas virtudes y para que podamos crearnos un mejor destino.
El hombre no debe estar dominado por las personas ni por las circunstancias, pero tampoco debe dejar de utilizar su mente y su voluntad con la mejor intención. Aunque dos personas tengan un destino duro y similar siempre pueden ocurrir dos cosas: Primera, que uno de ellos decida luchar con fuerza, optimismo y sabiendo que él mismo puede cambiar muchos aspectos de su vida; y Segunda, que, el otro, desde el primer momento se rinda y piense que no merece la pena luchar porque así está escrito en sus destino. Dos mismos barcos pueden competir en una regata con las mismas ventajas y el mismo viento a favor pero llegará primero quien sea más hábil y tenga más experiencia. Luego entonces no podemos admitir que el hombre se vea manipulado y dirigido de allá para acá aún en contra de su voluntad, sino que es el hombre mismo quien, con su voluntad y libre albedrío puede cambiar su destino en muchos aspectos. Todos tenemos un Poder Interno que, bien utilizado, nos ayudará a cambiar muchas circunstancias de esta vida y otras muchas en la próxima, ese poder es la Voluntad trabajando sobre los ideales elevados y con la intención de espiritualizar el carácter.
Nuestro origen, como seres humanos, podría compararse a un diamante en bruto el cual, si se le aplica una pasada tras otra en la piedra de esmeril hasta permitir que la luz penetre en su interior, veremos el diamante en todo su esplendor y belleza. Si comprendemos que cada aplicación a la piedra es una vida en la que nos esforzamos en desarrollar la voluntad para colaborar en ese Esquema que Dios ha creado cuyo fin es hacernos a imagen y semejanza Suya, admitiremos que en cada vida estamos desarrollando nuevos aspectos que nos acercan a Él en conciencia y en espiritualidad. Si en cada vida nos esforzamos solo un poco y actuamos y tomamos las decisiones correctas, cada vez mostraremos y tendremos más posibilidades de forjarnos un destino donde, además de obtener bienestar y felicidad, obtendremos mayor dominio propio, más libertad de acción y mayor volumen en la Voz de la conciencia. Recordemos que:

1º.- Las aspiraciones, anhelos e ideales elevados de una vida se convierten en facultades y
habilidades en la próxima.

2º.- La voluntad se convierte en capacidad y poder.

3º.- La repetición de pensamiento en determinada línea o aspecto se convierte en tendencias
para la mente creadora.

4º.- La experiencia se convierte en conocimiento y éste en sabiduría.

5º.- Las ayudas materiales y el servicio a los demás serán nuevas oportunidades de seguir
haciéndolo en la próxima vida.

6º.- El servicio y ayuda de forma oral, literaria, moral, etc., traen mayor desarrollo intelectual y
espiritual.

7º.- Las oportunidades no aprovechadas y el no cumplir con nuestros deberes y
responsabilidades traerán problemas, limitaciones y aspiraciones frustradas.

Es aconsejable tener siempre presente que:

1º.- Nuestros hechos, respecto a los diferentes cuerpos son la base de nuestro futuro destino.

2º.- Que en lo que pensamos en eso nos convertimos.

3º.- Que los pensamientos son como semillas y se unen y refuerzan para hacer bien o mal en el
mundo.

4º.- Que podemos cambiar nuestra vida, carácter y destino cambiando nuestra forma de pensar,
sentir y actuar.

5º.- Que somos nosotros mismos quienes creamos nuestro mal destino cuando nos encerramos
y obsesionamos con lo negativo.

6º.- Que cuando actuamos consciente y voluntariamente para hacer el bien y la voluntad de
Dios estamos trabajando por nuestra propia liberación del renacimiento.

Así es que: “Solo nuestros propios hechos pueden entorpecer nuestra evolución y solo nuestra propia voluntad y libre albedrío puede atarnos al renacimiento.”

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