domingo, 5 de julio de 2009

EL RUÍDO Y SU EFECTO SOBRE LA SALUD


Artículo de mi buen amigo Salvador Caballero


La voz de la civilización se ha extendido y parece que cuanto mayor es el progreso mayor es el urído. Muchos de los que viven en ciudades pasan grandes temporas sin oír el canto de un pájaro o el viento meciendo los árboles y, por el contrario, se ven atrapados por el martillear de las taladradoras en la calle, el ruído de fábricas e industrias, el agobio del tráfico y un sin-fin de ruídos desagradables provenientes del propio hogar o del del vecino.
Incluso el campo no se libra de los ruídos producidos por motos, ciclomotores o carreras. Se está haciendo casi imposible el encontrar un lugar tranquilo para meditar y que, a la vez, es tan necesario para el desarrool espiritual.
En “Recolecciones de un Místico” leemos... “ el silencio es una de las mayores ayudas en el desarrollo del alma y debe, pues, ser cultivado por el aspirante en su casa, en su conducta, su caminar, sus hábitos y aunque parezca extraño hasta en su tono de voz”... También en esta obra leemos.. “Los Adeptos las grandes almas permanecen en calma bajo condiciones que crisparían al aspirante, por lo tanto no se debe uno exponer innecesariamente a situaciones qaue van en detrimento del desarrollo anímico”.
Los científicos materialistas no han reconocido todavía el pernicioso efecto del ruído en la naturaleza espiritual humana, aunque sí están seguros de los negativos resultados que éste produce en el cuerpo físico. Las revistas médicas y otras públicaciones afines incluyen artículos en que se estudia el daño producido por el ruído sobre la capacidad auditiva, los nervios y otros órganos.
Mucha gente sabe por experiencia, sin necesidad de leerlo en ninguna revista, que un fuerte ruido repentino puede ser muy dañino a aquellas personas que padecen del corazón o de los nervíos, o que el prolongado martilleo de una obra acarrea un dolor de cabeza, o que una noche sin dormir debido a los ruídos se traduce en un día agotador y sin nergía.
Las molestias por fortuna desaparecen en unas horas pero cuando éstas son ya casi permanentes entramos en algo mucho más serio.
Las investigaciones médicas han llegado a la conclusión de que después de escuchar una hora de la estridente música moderna actual, cuyo nivel de ruído oscila entre 90/100 db e iguala el de una taladradora, se puede producir una pérdida de audición momentánea. El exponerse con relativa frecuencia a este tipo de ruído puede ocasionar un daño mucho mayor y quiza permanente. Podemos estar seguros al decir que uno de los más dañinos ruídos a que estamos expuestos hoy en día es a cierto tipo de música moderna.
El ruído prolongado puede dañar también el sistema nervioso y en especial el de aquellos que están sensibilizando sus vehículos al vivir una vida espiritual y de servicio. Los trastornos nerviosos también repercuten en oros órganos y funciones del cuerpo, por lo que de este modo echaremos a perder nuestra habilidad y capacidad de sacar de la vida todas las lecciones posibles. El que desee cuidar su bienestar físico y evolucionar espiritualmente debe protegerse en la medida de lo posible de cualquier tipo de ruído que le ocasione daño. Claro está que no siempre es posible evitar todas las molestias. Por motivos económicos y por otras razones, hay gente que no puede mudarse cuando se construye un aeropuerto o una carretera cerca de la casa en la que han vivido muchos años.
Sin embargo, es posible apagar la radio y la televisión, y enseñar a los niños a cultivar la quietud y la calma al menos cuando estén dentro de casa, y también evitar los ruídos del silenciador estropeado del coche o de la moto, o el chirriar de las puertas o los mismos portazos.
También esposible hablar en un tono bajo.
No es necesario, por otra parte, el vivir en absoluto silencio aún cuando esto fuera posible. Hay muchos sonidos, desgraciadamente apagados y ahogados en neustra socidad, que son benéficos y positivos para la curación, la alegría y el buen estado general.
Primeramente tenemos la música clásica que es la medicina universal o el “lenguaje universal”. Por desgracia no es fácil encontrar este tipo de música en la radio donde casi siempre suena la machacona música moderna. Sin embargo, muchas ciudades tienen al menos una emisora de música clásica, además no hay que olvidar el extenso surtido de discos y cintas de este tipo de música. Igualmente los instrumentos musicales se han hecho más asequibles y es muy aconsejable el dirigir a los que los tienen, en especial la gente jóven, a que estudien y toquen música clásica.
No es fácil persuadir y hacer ver a la mayoría de los jóvenes que la música que ellos tanto admiran y les gusta en física y espiritualmente destructiva. Si desde la infancia, los niños se acostumbran a las meilodías de la gran música es muy probable que los cimientos queden construídos y aunque se desvien en parte durante la adolescencia vuelvan después con toda seguridad a la música clásica debido a la influencia que esta ejerce.
Hay también otros sonidos que son refrescantes y relajantes para el Espíritu y los nervios: las voces de la naturaleza como los pájaros, o los grillos, o las ranas y las abejas, los torrentes de agua y el mar enfurecido, las gaviotas al volar, el viento agitando los árboles y la lluvia o una tormenta de verano. También las voces humanas pueden estar llenas de belleza: las expresiones de alegría cuando alguién regresa tras mucho tiempo, una madre hablando a sus hijos, la voz ténue y agradable de los abuelos o de los más pequeños. Es también agradable el ronroneo de un gato echado en el regazo de su amo o la alegría expresada por un perro fiel. La candidad de sonidos agradables y hermosos que podemos disfrutar en nuestros hogares es enorme si somos capaces de bajar la radio, la televisión o el CD y escuchamos con tranquilidad.
El estudiante de ocultismo sabe que cuando por ignorancia, negligencia o indiferencia ocasiona cualquier daño a sus vehículos, habrá de sufrir las consecuencias ya que el arquetipo para la próxima vida estará debilitado y tendrá que aprender que el cuerpo físico y los demás vehículos son el templo del espíritu y que es su obligación el cuidarlos.
Esto es en realidad lo que pasa a aquellos que innecesariamente se exponen a los muchos ruídos que por desgracia abundan en nuestra sociedad, dañándo de este modo el sistema auditivo, los nervios y otros órganos, y destruyendo, lo sepan o no, la paz interior que tan necesaria es para el desarrollo espiritual. Debemos, por todos los medios, protegernos del tumulto de la vida moderna y evitar como sea todos aquellos ruídos que nos puedan ser prejudiciales.
A nuestro alrededor se encuentran muchos otros sonidos que son agradables y reconfortantes, busquémoslos y mejoraremos nuestro bienestarr físico, emocional y espiritual.

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