domingo, 19 de mayo de 2013

LA PERSONALIDAD (y IV)




Evidentemente que no es fácil, y más para los neófitos, pero con el paso de los años y si se persiste, se puede transformar este vehículo para hacerle digno del verdadero Ser. Uno de los primeros y más importantes pasos para purificarle es por medio de la propia observación del mismo, es decir, estar plenamente atento para ver qué, cómo y cuándo se expresa, evitando que exprese todo lo negativo y estimulando todo lo que esté de acuerdo con los más elevados deseos, anhelos y aspiraciones espirituales. Si, además, dedicamos algún tiempo cada día a relajarle por medio de la concentración de la mente en asuntos elevados para que se formen ideales y deseos superiores, conseguiremos crear nuevos hábitos y respuestas de más elevadas vibraciones. Es importante observar a qué emociones o impactos violentos y negativos responde con más frecuencia para trabajar en sentido contrario sobre ellos.



Otro trabajo importante sobre este vehículo es poner en práctica el supuesto de que el Ego ya se expresa a través de él y, por tanto, no cae en ninguna actividad negativa; es más, se puede estar todo el día intentando expresar lo que expresaría Cristo en deseos, sentimientos, buena voluntad, sacrificio, servicio amoroso y desinteresado a los demás, etc. Debe quedar muy claro que, al igual que la mente, el cuerpo de deseos debe estar controlado para que sus expresiones sean de nuestra más elevada voluntad y para que no sea movido por lo que procede de corrientes externas (incluidos los pensamientos ajenos) ni por deseos inferiores, rencores, odios ni nada parecido.


Llegamos ahora al cuerpo mental, el vehículo que utiliza el Ego pero que no es dicho Ego. Esta mente es la que comúnmente utilizamos para razonar y está relacionada con las regiones más concretas e inferiores del mundo del pensamiento, mientras que el Ego está en las superiores o abstractas de donde proceden la intuición y la inspiración. Como hemos dicho respecto al cuerpo emocional, lo primero y más importante es aquietar este cuerpo para que tenga una mejor recepción de lo que venga del Ego y de dichos planos abstractos, y para ello es muy aconsejable la concentración y la meditación. La claridad mental también es muy importante, sobre todo por aquello de que “un ciego no puede guiar a otro ciego”; debemos tener muy claro cuáles son nuestros ideales, esperanzas y deseos para llevarlos a la práctica con el fin de desarrollar nuestros vehículos y elevar la consciencia, lo que nos facilitará la posibilidad de poder ayudar mejor al mundo. La mente debe estar controlada consciente (saber lo que está pensando en cada aquí y ahora) y voluntariamente para poder observarla desde la posición del Ego y para utilizarla para crear pensamientos que estén en sintonía con la Mente de Dios o mente universal.


Estos trabajos van transformando a la mente de tal manera que se va creando un nuevo carácter y se va penetrando en la región de la intuición pura de donde se extrae la Verdad. La concentración enfoca la mente concreta sobre la abstracta y así evita el hábito de crear pensamientos innecesarios e inútiles; la meditación es mantener la mente en lo superior, en la luz, con tal de atraer lo elevado y espiritual a la vez que se intenta actuar desde la posición del Ego; con la contemplación se penetra en el silencio mental que nos lleva a las regiones superiores para extraer y conocer las ideas de Dios respecto a Su Plan. Eso trae consigo el hecho de vivir la vida internamente, en meditación constante en cada aquí y ahora para que nuestra vida se exprese según el punto de vista del Ego. No se trata de pasar del mundo y los deberes y responsabilidades, sino de ver todo esto y hacerlo frente desde una visión más clara y más espiritual; esto es: “ser del mundo pero no estar (en conciencia) en el mundo.” Es la vida del Alma la que, a través de la mente superior controla y dirige a los pensamientos, deseos, emociones, palabras y acciones para que sus expresiones sean de amor, de humildad, de fraternidad, de sacrificio, etc.


Cuando el hombre, como personalidad, lleva muchos años y (normalmente) varias vidas esforzándose y sacrificándose por vivir la vida superior gracias al auto-gobierno de sus cuerpos, lo que en realidad ha estado haciendo ha sido un ordenamiento o alineación respecto al cuerpo causal del Ego para que sea éste quien dirija la vida. Se trata de que la mente esté en comunicación directa con el cerebro y de que en éste no haya obstrucciones ni interferencias externas ni tampoco internas por parte de los cuerpos superiores. En este trabajo o desenvolvimiento se hallan actualmente algunos discípulos adelantados y otros que, aún inconscientemente, han abierto un canal directo con las regiones superiores del mundo mental creando así una comunicación directa con el cerebro.


En la mayoría de los aspirantes espirituales serios, este hecho solo suele producirse de tarde en tarde, cuando hay un gran y persistente esfuerzo por vivir los ideales elevados y llevar una vida de oración interna, de meditación y de abstracción. Es necesario tener presente que hasta que el trabajo sobre cada uno de los cuerpos no permita que las vibraciones del cuerpo causal les alcance no podrá el Ego influir de alguna manera sobre los mismos; de aquí que se deba vivir la vida interna y con la mente centrada en lo más elevado y espiritual para que los otros cuerpos respondan a esa vibración. Es decir, hasta que los vehículos del Ego no estén identificados en algún grado con el cuerpo causal, la personalidad no podrá “reconocer” al Yo superior; sólo entonces se percibirán intuitivamente las ideas abstractas y cierta iluminación procedente del Triple Espíritu.


El centro desde donde se esfuerzan y desde donde dominan a sus cuerpos físicos los ocultistas y quienes practican la meditación es la mente. De hecho, el verdadero aspirante debe intentar razonar y discernir todo lo que representan dichos cuerpos desde la posición del Ego para así utilizar el antakarana (canal de comunicación y unión) para comunicar la mente concreta con la abstracta; así el cerebro se hace receptor de lo que transmite el Ego y, en un futuro, del Triple Espíritu. Es muy importante que la conciencia, ya con cierto grado de desarrollo, esté compenetrando y espiritualizando a la mente y al cuerpo de deseos para que en los momentos de meditación profunda o quietud por estar como observadores en el ahora no queden bloqueadas formas negativas en dichos cuerpos. Estos cuerpos tienen forma de ovoide y en ellos se mueven formas y fuerzas según lo que se desea, se sienta o se piense; de ahí que procuremos expresarnos con nuestros cuerpos como si la influencia del Ego limpiara dichos vehículos de negatividades. Por todo esto, la meditación debe facilitar el control del Ego sobre los cuerpos para que puedan ser alineados y coordinados con tal de que el aspirante sea un servidor de los demás. Según nos vamos dando cuenta de nuestra centralización en los planos de la mente superior así deberemos esforzarnos por hacer que se cumplan en la tierra todas nuestras aspiraciones e ideales elevados.


Toda escuela y todo entrenamiento oculto obliga a cada aspirante a pasar por diferentes grados desde el mismo momento en que se afilia a la escuela o es tomado por un Maestro, pero el primer grado que se podría considerar como serio y responsable es el de probacionista. En este grado debe haber cierta identificación y sensibilidad con la vibración de la Escuela o grupo que representa el Maestro y, de hecho, llegará el día en que el probacionista se sienta inundado de esa vibración. Esto suele ocurrir, sobre todo, al principio, pero como sus cuerpos no están lo suficientemente refinados y disciplinados como para aguantar esa vibración, pronto se pasa y vuelve a ser el que era. Según sean los anhelos, ideales, esfuerzo y persistencia del probacionista, tendrá momentos cada vez mayores de vibrar en sintonía con la vibración del Maestro o Hermano Mayor. Esto se irá alcanzando cada vez más según el probacionista utilice la mente concreta para llegar a la abstracta o superior y después al cuerpo causal, que es cuando se puede ser consciente del propio contacto con el Maestro y no antes. Esto, como los ocultistas sabemos, debe ser fruto del trabajo de la personalidad respecto a la meditación constante y de la facultad de concentrarse en el inmediato deber.

Francisco Nieto

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