martes, 2 de abril de 2013

LA PERSONALIDAD (I)



Generalmente, los estudiantes de ocultismo saben perfectamente que la unión de los cuerpos mental, emocional y etérico con el cuerpo físico forman lo que comúnmente llamamos “personalidad”. La adquisición y el propio desarrollo obtenido por estos cuerpos han costado muchos millones de años pasando, por tanto, por varios estados de conciencia hasta llegar al actual que llamamos de auto-conciencia personal. Tal y como afirman hoy los científicos, y más concretamente los físicos, la materia tiene su origen en la energía y ésta, a su vez, en otras fuerzas “oscuras” que no pueden describir. Lo cierto y según el ocultismo, es que cada uno de los cuerpos que forman la personalidad, tienen un origen, una vibración y una antigüedad distinta de tal manera que el más antiguo y a la vez más desarrollado es el cuerpo físico. Al ser cada uno de los otros cuerpos de diferente vibración significa que cada uno pertenece y se desarrolla en un mundo diferente al que perciben nuestros sentidos, puesto que no son físicos sino de materia más sutil de la que se forman: El molde etérico sobre el que toma forma la materia; los deseos y emociones; y los pensamientos.


Estos tres cuerpos invisibles sirven a la vida del Espíritu para animar al cuerpo físico y para utilizar a éste como un vehículo más de experiencia para así poder evolucionar y despertar los poderes espirituales que todos los cuerpos tienen latentes desde el punto de vista del Alma. Sin embargo y por encima de todo esto, el origen de dichos cuatro cuerpos del Alma y del propio Espíritu está en el Ser que normalmente llamamos Dios y en las Jerarquías u oleadas de Espíritus que nos antecedieron y que comenzaron su trabajo (nuestra creación y desarrollo entre otros) desde el momento en que Dios se apropió de una parte del cosmos manifestado para así crear Su sistema solar; lo que no deja de ser “Su propio Cuerpo Físico” en el cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser. Por consiguiente, nuestros cuerpos y todo lo existente en nuestro sistema solar está animado e impulsado por Dios y Sus Jerarquías Creadoras para que se desarrolle el plan previsto dentro de diferentes etapas y mundos.


Veamos, pues, qué partes o clases de energías forman la personalidad:

1º.- El cuerpo físico: Es el cuerpo más denso (de vibración más lenta) de la síntesis y es el que refleja o manifiesta la actividad interna de forma automática.

2º.- El cuerpo etérico: Es el que, a través de su energía y vida impulsa a la acción inteligente derivada de los cuerpos superiores; tiene la capacidad de integrar y coordinar. Al ser un cuerpo de energía vital, una vez que se separa definitivamente del cuerpo físico éste último muere.

3º.- El cuerpo de deseos o emocional: Representa la fuerza del deseo como aspecto inferior de la voluntad del Alma; en él está el anhelo evolutivo y el impulso a la aspiración superior de forma latente pero ya en desarrollo en muchos; tiene la capacidad de responder de forma automática aunque algún día será gobernado y absorbido por el Yo superior; y contiene las fuerzas de atracción y de repulsión pero también el reflejo del amor.

4º.- El cuerpo mental o mente: Tal y como la conocemos actualmente es el móvil o impulso de hacer planes, estando, en parte, bajo el dominio del Ego que refleja la voluntad y el propósito del Espíritu y de Dios en nosotros.

Como podemos ver, el cuerpo físico vive y actúa gracias a la acción interna de los otros cuerpos mencionados, sin embargo, a estos otros les ocurre lo mismo gracias a la influencia del Yo superior (situado en las regiones

superiores del mundo del pensamiento) y del Triple Espíritu situado a partir del propio mundo mental o del pensamiento. Así vemos que el mundo del Amor y Vida espiritual se refleja en el mundo astral o de deseos, y las fuerzas del mundo donde está la voluntad (Espíritu Divino) o propósito divino se refleja en el aspecto mental de la personalidad. Si hoy, la mayoría de los seres humanos, no son conscientes de estos conocimientos ni han comprobado que esto puede ser cierto, menos aún intuirán respecto al Espíritu, el verdadero hombre, una entidad espiritual separada “en” y “por” Dios para que haga ese gran experimento divino que les llevará a ser dioses a imagen y semejanza suya.

La personalidad se va desarrollando gracias a las experiencias que obtiene en cada renacimiento, pero el desarrollo alcanzado ha sido gracias al desenvolvimiento progresivo de cada uno de sus cuerpos internos. Por consiguiente, es lógico que hayamos pasado por etapas de inconsciencia donde sólo actuábamos por impulsos inconscientes de supervivencia del cuerpo etérico. Otros, en el pasado, ya percibían también la influencia del cuerpo emocional y basaban sus expresiones en las mismas (actuando muchas veces peor que los animales actuales) La otra gran mayoría inteligente actual que razona todo lo anterior anhela experimentar lo que intuye que es superior. El cuarto grupo son los que comienzan a ser conscientes (aspirantes, probacionistas y discípulos) del Alma y del Plan de Dios intentando trabajar mentalmente con las energías abstractas del mundo del pensamiento que es donde reside el Ego o Alma. El Alma personifica las tres fuerzas o aspectos de Dios y en su momento la personalidad se convertirá en individualidad con la conciencia de esta Triple Alma o personificación del Triple Espíritu.

Una vez que el hombre se convirtiera en una entidad pensante en la Época Atlante, además de seguir un lento y progresivo proceso de desarrollo mental, se fue polarizando en el cuerpo físico, donde es casi controlado por el cuerpo de deseos. Opino eso porque, generalmente, el hombre común vive para satisfacer sus deseos, placeres y egoísmos; no aspira a nada superior sino que solo desea poseer, consumir y disfrutar en este mundo. Este es el motivo por el que los Maestros no se interesan por él como aspirante, haciendo el papel de Maestro el propio Ego. Esta etapa se suele equiparar a la de los siete primeros años de un niño. La segunda etapa de desarrollo de la personalidad (avanzada ya la época Atlante) trató de que el hombre se centrara en el cuerpo de deseos para que sus deseos no fueran tan puramente físicos al ponerse en contacto (aún en pequeño grado) con la mente. Entonces comenzó el hombre a ser consciente de deseos nuevos no necesariamente físicos (odio, amor, devoción…) por lo que también sufre al estar en los extremos. Al igual que ocurrió con la centralización en el cuerpo físico, ahora ocurre que el átomo simiente del cuerpo de deseos sufre una pequeña transformación que ilumina la conexión ente ambos. Esta etapa evolutiva es similar a la del hombre de entre 7 y 14 años cuando comienza a tener deseos propios y van surgiendo los cambios que le llevan de la adolescencia a la etapa de adulto. La tercera etapa evolutiva trata de que la vida se polarice en la mente para que esta se desarrolle y comiences a pensar con su mente concreta. En el hombre se corresponde con el período de los 14 a los 21 años donde se comprende que somos mayores de edad, sin embargo, si nos guiamos por el desarrollo que nos queda por hacer podríamos decir que en nosotros se prologaría hasta los 28 años que la madurez mental.

                                                     Francisco Nieto

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