lunes, 19 de noviembre de 2012

HERCULES EL HIJO DE DIOS ENCARNADO (I)



HERCULES, EL HIJO DE DIOS ENCARNADO


(Artículo basado en la película de Walt Disney y escrito cuando se estrenó la película)


Significado de Heracles: “Preciosa gloria de Hera”, o “Brillo y esplendor del Alma”


Hércules fue preparado y entrenado para enfrentarse a doce trabajos relacionados con los signos astrológicos y con la propia evolución de la humanidad, sus hermanos los dioses le ayudaron dándole los medios necesarios para que venciera las pruebas (las jerarquías superiores que ayudan a la humanidad a evolucionar y obtener la perfección) Hércules, por tanto, representa a la humanidad.


Los doce trabajos son los que le ayudarán a obtener el razonamiento, a desarrollar la voluntad, a dominar su cuerpo de deseos y a perfeccionar su carácter para encontrar el sendero de perfección y de Cristo. Desde el comienzo y con el poder de Aries, pasando por la Iniciación que representa Capricornio, hasta dar su vida por los demás en Piscis, estos son los conceptos que representan los 12 signos del zodíaco:

Aries: Yo soy

Tauro: Yo tengo

Géminis: Yo pienso

Cáncer: Yo siento

Leo: Yo creo

Virgo: Yo sirvo

Libra: Yo me identifico con los demás

Escorpio: Yo investigo lo oculto y me regenero

Sagitario: Yo me elevo a través de mis ideales

Capricornio: Yo me debo a la humanidad

Acuario: Yo me uno fraternalmente a los demás

Piscis: Yo me sacrifico por mis hermanos/as


Según la filosofía oculta, la astrología esotérica y algunas religiones y culturas del mundo, el verdadero ser humano es un Espíritu que está evolucionando en la tierra a través de dos principales leyes, éstas son: Renacimiento y Consecuencia.


Dicen estas enseñanzas que Dios nos diferenció de Él y nos separó para que la experiencia de la vida fuera nuestra mejor escuela. En ella adquirimos la voluntad y la mente, en ella hemos pasado de un estado prehistorico al actual con todos sus adelantos, y en ella continuaremos hasta transformar todas las posibilidades latentes del Espíritu en poderes dinámicos individuales.

Tenemos cuatro cuerpos (físico, etérico, de deseos o astral y mental) de los cuales nos servimos para adquirir experiencia en cada renacimiento y de los cuales extraemos el beneficio de dichas experiencias después de su desintegración. El fruto de esas experiencias en cada vida se va acumulando para transformarse en Almas por medio de los diferentes poderes del Espíritu puro, por tanto, tenemos que extraer el alma de los cuerpos:


El Espíritu Divino extrae el Alma consciente del cuerpo físico.

El Espíritu de Vida extrae el Alma intelectual del cuerpo vital.

El Espíritu Humano extrae el Alma emocional del cuerpo de deseos.

El cuerpo mental es el intermediario entre el Espíritu y la personalidad formada por los cuerpos


Como hijos de Dios tenemos los mismos poderes que Él, pero debemos desarrollarlos y para ello pasamos por una gran cantidad de inimaginables experiencias en cada reencarnación haciéndonos así discípulos de la vida misma. Cristo dijo: “Las obras que yo hago haréis y mayores aún”, refiriéndose a que somos dioses en formación.


El mito de Hércules representa el descenso del hijo de Dios a la Tierra; el desarrollo y poderes adquiridos; el trabajo para poder volver junto a Su Padre y la victoria del bien sobre el mal. Así mismo, la humanidad dejó los mundos espirituales para hacer una peregrinación en la Tierra hasta desarrollar los poderes que le abran la puerta del cielo y así poder estar junto a su Padre.


En los primeros tiempos la humanidad era como un niño, no tenía los sentidos desarrollados como hoy, no tenía tampoco el razonamiento actual y por último, apenas había desarrollado el poder de la voluntad, por consiguiente, estaba casi a merced de los elementos y las circunstancias como cuando abandonan a un niño. Sin embargo y a nivel de conciencia (casi de la misma forma que los animales actuales) la humanidad se encontraba en el “paraíso” porque no era consciente como lo es ahora, es decir, no era responsable como lo somos ahora ante las leyes terrenales ni tampoco ante las de Dios.


Cada uno de nosotros es un hércules en embrión y a través de la experiencia y de las pruebas del destino nos haremos fuertes como el mito, pero la fortaleza no será física sino espiritual, porque el fin de hércules es estar en el cielo junto a su Padre y trabajar desde allí sobre la tierra ayudando a los que aún siguen en ella. Es decir, ayudar a nuestros hermanos/as como lo hacen las jerarquías que van por delante nuestra (en la escala evolutiva de la obra de Dios) sobre nosotros.


La fortaleza física representa el cuerpo físico que necesitamos para evolucionar en este mundo, pero el verdadero Ser (también llamado Yo superior, Alma o Ego) está dentro y es el que en cada vida se fortalece con el fruto de la misma que recoge después de la muerte. Después de la muerte del cuerpo físico, los otros tres cuerpos, aunque más concretamente el cuerpo etérico, graba para llevarse la película de su vida pasada para después depositarla en el cuerpo de deseos. Es en este cuerpo donde hacemos la vida purgatorial según vamos “reviviendo” los hechos de la tierra, por consiguiente, sufrimos el mal que hicimos a los demás para así poder tomar nota como conciencia de lo que nos perjudica y lo que no deberíamos volver a hacer en la próxima vida.


La lucha interna en este estado de conciencia es muy fuerte, por un lado nos vemos atraídos por los deseos hacia lo terrenal, y por otro deseamos buscar algo superior y más elevado que en nuestro interior sabemos que existe y que necesitamos; el espíritu quiere manifestarse en la personalidad. En el cielo se recogen los frutos de nuestras buenas obras, (las que hicimos y las que nos hicieron) sentimos toda la felicidad, una vez olvidado todo el sufrimiento del purgatorio, y así estamos listos para pasar a otro mundo superior donde descansaremos y nos prepararemos para un nuevo nacimiento en un plazo de entre 700 y 1100 años según la evolución de cada Alma.


Al principio de la evolución como humanos vivimos en el deseo, caemos en lo material y solo deseamos alcanzar riquezas y ser más que los demás, pero con el desarrollo espiritual que se va alcanzando en cada vida, va ocurriendo todo lo contrario. Así continuamos peregrinando hasta que el mismo poder interno alcanzado nos dice que debemos estar dispuestos a dar la vida por las personas que amamos y que nos rodean.


El más grande y fuerte de los dioses era Hércules. Hércules representa al Yo superior pero se diferencia de los demás en que los demás no habían pasado las pruebas que pasó él, es decir, la humanidad o Hércules (como lo hizo Cristo en su gran sacrificio de amor) ha descendido hasta el mundo físico y las jerarquías superiores (los dioses) no lo han hecho. Dios es ayudado en Su Obra por otras jerarquías creadoras que se suelen considerar dioses en relación con nosotros porque ellos han evolucionado en otros esquemas y mundos donde no han necesitado tener cuerpo físico ni experiencias como las nuestras. Al igual que por debajo de nosotos hay otras futuras jerarquías que nosotros llamamos reinos de la naturaleza, también las hay por encima de nosotros; y lo mismo que esas jerarquías superiores nos ayudaron y nos ayudan, nosotros ayudamos y ayudaremos en un futuro a los reinos que nos siguen.


Dice que al principio el hombre vivía entre terremotos y catástrofes, esto es cuando el hombre aún se movía por instinto como los animales y reencarnaba muy a menudo. Esta es la Época Lemúrica, el comienzo de la peregrinación del hombre actual pero, al igual que Hércules, nos hemos ido enfrentando al destino, hemos adquirido poder espiritual y vamos venciendo al mal en nosotros para que se pueda manifestar el dios interno que todos llevamos dentro.

Francisco Nieto

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