viernes, 23 de marzo de 2012

EL HOMBRE, CENTRO ACTIVO DE FUERZAS Y ENERGÍAS (IV)



El hombre no solo percibe lo que ve, también es receptor interno consciente de otros aspectos como la sensación de cercanía –particularmente en los invidentes– el frío o el calor, el peso, el equilibrio, la luz o el electromagnetismo; todo esto es gracias a estos éteres y en algunos casos concretos al éter luminoso. El polo negativo del éter luminoso es el que hace posible que seamos conscientes y que tengamos una percepción sensorial normal ya que para ser perceptores extransensoriales también debe estar unido al éter reflector y ambos vibracionalmente elevados. Pero este éter luminoso tiene otras funciones, si el éter de vida hace que el fluido solar actúe como la electricidad en el sistema nervioso, el luminoso transmite la fuerza motriz por los nervios para que el Ego pueda mover el cuerpo a través del cerebro. También es este éter el que produce el calor en la sangre en nosotros, ya que es necesario que el cuerpo tenga ese calor para que el Ego sea consciente de su propio cuerpo; como todos sabemos una temperatura muy baja o muy alta expulsa al Ego y el cuerpo queda inconsciente.

El Ego utiliza la mente desde la cuarta región del Mundo del Pensamiento pero si no fuera por el éter reflector no podría conectarse con el cerebro para pensar, de hecho, la conexión de este éter con la memoria de la naturaleza en dicho Mundo del Pensamiento hace que algo de esa memoria se refleje en él aunque de una manera vaga y confusa. El verdadero clarividente iniciado puede leer en la memoria de la naturaleza –en la cuarta región del Mundo del Pensamiento– lo que desee del pasado terrestre porque ahí está todo muy claro, pero no es así en el éter reflector y por eso algunos “videntes” se confunden tanto. Para ser un verdadero clarividente hay que atraer los éteres luminoso y reflector por medio de una vida santificada y dedicada más al servicio de los demás que al de uno mismo, entonces estos éteres rodean a los átomos físicos –como un aura– y creamos el Cuerpo-Alma que nos permite ser conscientes fuera del cuerpo físico e investigar hechos de vidas pasadas impresas en el átomo-simiente del cuerpo físico en el corazón, que es donde se graban gracias al trabajo del éter luminoso sobre el reflector y sobre dicho átomo que es donde se crea la película de cada vida y donde hay un registro del pasado.

Como podemos ver, tras nuestro cuerpo físico hay un compuesto de energías, fuerzas, electromagnetismo, etc., representadas como otros cuerpos más sutiles, cada uno compenetrando a otro sabiamente para que el Ego pueda ser consciente desde su propio mundo aquí en el mundo físico. El átomo físico tiene su asiento en el éter químico, éste a su vez en el vital, éste otro en el luminoso y éste en el reflector, por tanto, lo mismo que el éter reflector contiene todos esos éteres y partículas, así nuestro cuerpo está compenetrado y rodeado por todas esas partículas, subpartículas, éteres y otras energías procedentes de los Mundos de Deseos y del Pensamiento. Así, para que el Ego impresione el pensamiento sobre el cerebro físico tiene que actuar sobre el polo positivo del éter reflector, el cual actúa sobre el luminoso y éstos, a su vez, sobre el químico del cerebro vitalizado por el éter vital; de hecho, –según los iniciados– cuando el Ego actúa sobre el cerebro parecen salir oleadas de energía del cerebro. En sentido contrario, las imágenes que perciben los ojos llegan al centro óptico del cerebro en forma de impulsos nerviosos donde son convertidos en la imagen externa percibida y donde, gracias al éter reflector, el Ego se hace consciente de ellas.

Todo es energía y ésta es la suma total de la existencia y de toda la creación como manifestación divina. Los cuerpos son también energéticos y cada uno es un vehículo para un tipo superior de energía y un emisor de otras. El fin de este intercambio de energías y de la evolución no es otro que pasar del actual principio en nosotros (el tercer principio o aspecto de Dios) al segundo o Crístico para hacer del cuerpo físico el Santo Grial. Todas las fuerzas y energías procedentes de los mundos superiores trabajan desde lo subjetivo hacia lo objetivo a través de los mundos, planos y centros, tanto del planeta como de los cuerpos. El cuerpo físico compuesto de células –vidas– manifiesta una vibración de acuerdo a lo subjetivo y procedente que, como naturaleza independiente, tienen las células; de ahí la atracción, repulsión o magnetismo animal. Pero las células se manifiestan de determinada forma porque tienen algo subjetivo relacionado con el impulso que les hace responder, algo similar ocurre con nuestros cuerpos energéticos cuando se manifiestan o responden de diferente forma ante los demás. Los centros o chacras de nuestro cuerpo están conectados entre sí para actuar y repercutir luego independientemente en cada uno de ellos, pero el aspecto subjetivo en relación con nuestros cuerpos superiores o energéticos son los centros y fuerzas que operan en el planeta y en el sistema solar. Nuestros centros están –en la etapa actual– para vitalizar el cuerpo físico, para que alcancemos la autoconciencia y para impulsarnos a trabajar hasta alcanzar las correspondientes iniciaciones. Pero esto último no se conseguirá hasta que hayamos evolucionado hasta el punto de que haya al menos una perfecta coordinación entre el sistema nervioso, el sistema endocrino y los chacras o centros mayores (puesto que hay otros menores) es decir, hasta que la personalidad se integre en el Yo superior o hasta que voluntariamente, por persistencia y sacrificio, la energía del chacra inferior, Kundalini, se despierte y eleve por la columna vertebral hasta la cabeza.

El trabajo que hagamos voluntaria y conscientemente con tal de desarrollar el Espíritu será el que purificará nuestros vehículos energéticos y elevará nuestra conciencia. El Éter Vital del espacio, en los diferentes mundos, está lleno y es atravesado por innumerables fuerzas vitales y nuestros cuerpos están compuestos de energías, éteres y partículas de tales fuerzas externas o macrocósmicas, por eso nuestros cuerpos son receptores y emisores de energías solares, fuerzas planetarias y otros impulsos cósmicos. Pero la recepción, utilización y emisión de dichas fuerzas depende de: 1º.- La condición en que se encuentren los 7 centros mayores y otros muchos menores que también tenemos; 2º.- De la cualidad del cuerpo etérico; 3º.- De la vitalidad; y 4º.- De la relación y comunicación entre dichos centros. Cuando todo esto está limpio y, por tanto, activo, los rayos, fuerzas y energías circulan libremente por el cuerpo físico y por el etérico. Pero que nadie piense que las energías y fuerzas superiores quedan estancadas en el ser humano, lo mismo que las Jerarquías de seres superiores nos ayudan administrando y dirigiendo estas energías, nosotros estamos haciendo lo propio y debemos incrementar aún más nuestra responsabilidad con respecto a los reinos que nos siguen ¿o es que alguien cree que nosotros somos los elegidos del universo y que nos van a dar todo en bandeja?

Actualmente estamos ayudando a los reinos que nos siguen por medio del:
1º.- Cuerpo físico transformando a los minerales y a los cuerpos vegetales e incluso ayudando a los cuerpos animales con cuidados físicos.
2º.- Cuerpo de deseos gracias a la influencia de las vibraciones de nuestros sentimientos, deseos y emociones.
3º.- De la mente creando ambientes mentales y magnéticos gracias a los cuales progresan adecuadamente.
Aunque en la época actual todavía hacemos mucho mal a los animales, en un futuro nos ocuparemos de ellos como lo que son, verdaderos hermanos menores. Estos trabajos se irán incrementando según vayamos identificándonos con nuestro Ego porque, según sea el progreso, así estaremos capacitados para recibir otras energías estelares y emitirlas una vez filtradas y dirigidas por nuestros cuerpos y por nuestra voluntad. Pongamos un ejemplo, el cuerpo más activo en nosotros es el de deseos, en él mantenemos siempre una lucha de cuerdo a las fuerzas y energías que se mueven y expresan, esto es, amor–odio, felicidad–tristeza, optimismo–pesimismo, etc. y será gracias al discernimiento y a la voluntad como aprendamos a controlar dichas energías y a dirigirlas hacia un plano superior. Deberíamos imaginar a nuestro cuerpo de deseos como un átomo del cuerpo de deseos del Espíritu Planetario a la vez que éste es un aspecto del cuerpo de deseos del Dios Solar y éste, a su vez, es un canal para que las fuerzas de deseos y estelares lleguen a nuestro sistema solar y a nosotros mismos.

Esto es algo similar a lo que ocurre respecto a nosotros y a lo que son y a lo que en un futuro lejano serán las células, moléculas y átomos que comprenden nuestros propios cuerpos. De esta forma podemos ver que nuestros cuerpos energéticos están incorporados y son parte de otros cuerpos energéticos superiores y que los cuerpos o células, moléculas y átomos están y son parte de los nuestros. Nuestros centros mayores reciben energías de los siete planetas del sistema solar para ayudarnos en nuestro propio desarrollo y las vidas y partículas de nuestros cuerpos reciben las energías e influencias desde nuestros centros –chacras– y vehículos. La frase “Como piensa el hombre así es él” no la podemos aplicar a las Fuerzas o Jerarquías que pueblan nuestro sistema solar y nuestros mundos porque son perfectos respecto a nosotros, pero sí podemos aplicarlo a la humanidad porque no sólo somos lo que pensamos sino que también somos lo que sentimos; y según sean nuestros deseos, pensamientos y sentimientos así serán nuestros cuerpos y así serán las energías que los componen y que repercuten sobre las vidas y partículas que evolucionan en ellos.

Vivimos en un mar de energías y formamos un conglomerado de energías que están tan estrechamente relacionadas que forman el cuerpo sintético y energético del planeta. Lo mismo que nuestro cuerpo físico está condicionado por toda una serie de corrientes de fuerzas vitales, pránicas y espirituales –a partir de la Substancia que originó el universo– también el Sol, los planetas, y demás cuerpos celestes visibles e invisibles relacionados entre sí son los Centros de nuestro Sistema que permiten la afluencia de energías cósmicas que dotan e incluso nos facultan a nosotros para que ascendamos por la escala evolutiva hasta unirnos con “Nuestro Padre que está en los Cielos.”






Francisco Nieto

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