sábado, 12 de junio de 2010

CUANDO SE BUSCA EL PROGRESO ESPIRITUAL (II)


Suele ocurrir, cuando el aspirante da sus primeros pasos, que éste tenga momentos de debilidad en su esfuerzo por alcanzar sus nuevos y elevados ideales, pero también suele ocurrir que sea tentado para que abandone ese sendero y reoriente su conciencia en sentido contrario, es decir, hacia la magia negra. Antes de la venida de Cristo la humanidad era dirigida y controlada por las Leyes de Jehová pero, a partir de las nuevas enseñanzas y del mandamiento: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con toda tu fuerza… y a tu prójimo como a ti mismo”, el hombre es libre para elegir el camino y acelerar o no su recorrido. Muchos caminos, (aunque principalmente el de la mente y el del corazón) son los que llevan a Dios, y entre ellos hay que saber discernir para no desviarnos hacia los de la izquierda o de magia negra.


Se llama sendero de la derecha o de magia blanca a aquel que, una vez que el individuo siente la llamada, le conduce de manera más recta hacia la próxima meta. Pero lo mismo que decimos que el mal es un bien en evolución, también una religión, una escuela terrenal o unos ejercicios que para unos son buenos para otros son senderos de la izquierda. Unos hechos o circunstancias pueden ser correctas o estar bien situados para algunos mientras que para otros puede ser lo contrario. Con esto quiero decir que quien comience en esta vida a hollar el Sendero de Santidad debe cuidarse bien de no desviarse hacia lugares o ejercicios que, aunque le despierten algún poder psíquico, le podrían perjudicar las facultades superiores. Estas facultades, como la formación de un ser humano, deben desarrollarse a su debido tiempo, y el camino de la magia negra lo único que hace es abortar ese proceso. Por mucho empeño que ponga el principiante y por muchas prisa que tenga por ser consciente en los mundos superiores no va a pasar de las regiones inferiores del Mundo del Deseo, mientras que si hace las cosas según una verdadera escuela iniciática y por el camino correcto, será libre de andar por esos planos y otros más elevados.


Así es que, si un estudiante de ocultismo desea prepararse para ser discípulo de un Maestro y, por tanto, para la iniciación, debe saber que para ello se requieren ciertas condiciones mentales y del carácter, por tanto, no solo debe seguir estudiando e investigando sino que, además y principalmente, debe disciplinar su carácter y desarrollar una naturaleza amorosa y fraternal. Cuando se ha trabajado subjetivamente hasta cierto grado es cuando la acción del Yo superior nos pone en contacto con un Maestro y con una escuela. Muchas veces somos observados y puesto a prueba incluso sin estar unidos a escuela alguna, pero cuando lo estamos es muy fácil percatarse de que alguien nos está entrenando sin que seamos consciente de ello. Son muchos los casos en que después de afiliarse a una escuela o Fraternidad y después de comenzar el grado de “Probacionista” con gran ilusión y esperanza, perdemos ésta y pensamos que el esfuerzo no ha merecido la pena; sin embargo no es así porque lo que ocurre es que el trabajo sobre el yo superior es tan sutil que ni lo imaginamos. Así es que, el aspirante nunca debe desesperar ni debe dejar de trabajar con la intención de unificarse con su Yo superior.


El trabajo de un Maestro no es percibido muchas veces porque se realiza sobre la conciencia superior y, si el aspirante no se sitúa (como personalidad) en ese estado no percibirá su progreso. Por otro lado, de nada sirve el trabajo de un Maestro desde los planos superiores si la personalidad no trabaja para ir en su busca desde el mundo físico, una cosa es hollar el sendero y otra estudiar sus características, es decir, una cosa es leer lo que explico en este artículo (como los que escriben otros muchos) y otra poner manos a la obra y no dejar de persistir aunque se pierdan las esperanzas. El sendero es interno y cuando hay continuidad se unen el aspecto cerebral con la subconsciencia y la supraconciencia, pero para conseguir esto debe expresarse el deseo. Alguien opinará que lo necesario es la voluntad y es cierto pero cuando un aprendiz de ocultismo comienza a andar seriamente el sendero, le puede bastar el deseo si éste es lo suficientemente intenso y persistente como para no vacilar ni extenuarse ante las pruebas. En algún sitio leí que un Maestro sumergió la cabeza de su discípulo en agua y, cuando éste ya no aguantaba más y deseaba respirar aire le dijo su Maestro: “Cuando desees la luz con un deseo tan intenso como el que tienes ahora por respirar aire, lo recibirás.”


Cuando sentimos ese impulso o deseo de progresar debemos comenzar por analizarnos para ver cuáles son nuestras herramientas y cuál es el campo donde debemos trabajar (virtudes y defectos) y, a partir de ahí, ser nosotros mismos y hacer el bien desde el punto de vista del cuerpo de deseos y mental (pensamientos, deseos, sentimientos…) Da igual el oficio que tengamos, creo que fue Sta. Teresa quien dijo que “Dios también ser encuentra entre la cacerolas”, se trata de hacer todo como si fuera para Dios, hacer todo con amor, y ser competentes y responsables en nuestros deberes; si no se hace así pronto se debilitará nuestra aspiración. Hay que tener presente que según vamos agotando las posibilidades en el trabajo y en el medio que nos rodea, nos facilitan más posibilidades pero, para que esto ocurra, se deben haber aprovechado al máximo las oportunidades y circunstancias y se deben desear profundamente otras nuevas. Los Maestro que observan a un posible discípulo tienen en cuenta todos los detalles y el que exprime y desarrolla toda posibilidad de provecho lo mostrará como luz interna a la visión del Maestro.


Es muy fácil atraer la atención de un Maestro para un estudiante de ocultismo, con esforzarse para progresar en su desarrollo espiritual y con pensar y desear el contacto con él suele ocurrir, aunque al principio no lo notemos. Sin embargo, si al cabo de un tiempo, las circunstancias de la vida cambian, surgen momentos tensos, o incluso nos parece que nuestra libertad está siendo afectada, significa que el Maestro está poniéndonos a prueba. Pruebas duras y pérdidas vienen al aspirante en sus “mejores” momentos y cuando más confiado está para ver si verdaderamente está preparado para dar un paso más. Debe quedar claro que no son las tareas y lo material lo que hay que dejar de hacer, puesto que los deberes y responsabilidades deben ser cumplidos, sino que son los deseos los que deben ser controlados y superados pues, la meta es “Buscad primero el Reino de Dios y su Justicia que todas las demás cosas se os darán por añadidura.” Solo aquel que carece de deseos egoístas y personales pasa al siguiente peldaño. Cada cima de montaña que se alcanza permite ver la siguiente por la que debe esforzarse el aspirante pero con cada una de ellas se descubre más Luz y más libertad.


Cuando hay verdadero deseo y aspiración por encontrar la Verdad, el aspirante no duda porque sabe y siente que la Verdad está creciendo en su interior, y esa Verdad es la que tendrá como meta en todo su sendero. La aspiración del principiante por alcanzar algún día la iniciación debe ser mantenida siempre de una forma voluntaria y consciente, tanto a la hora de dormir (para trabajar en los mundos invisibles) como en toda labor que se haga durante el día. La perfección del carácter y el servicio amoroso y desinteresado al prójimo deben ser la base para alcanzarla y en lo que, mayormente se fija el Maestro. Los Maestros no aceptan a un aspirante para satisfacer su curiosidad o su deseo de consciencia en los mundos superiores sino por su deseo sincero de servir a la humanidad; nadie que busque conocimiento para desarrollar poderes ni para utilizarlos personal y egoístamente obtendrá la aprobación de un Maestro para ser su discípulo. De esta forma nunca habrá sintonización entre un aspirante y un Maestro.


Francisco Nieto

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