domingo, 13 de mayo de 2012

EL HOMBRE, CENTRO ACTIVO DE FUERZAS Y ENERGIAS (y VII)



Se podría decir que para despertar los centros son necesarias dos formas y métodos de trabajo, uno voluntario por parte del aspirante espiritual y otra similar pero bajo la dirección de algún Maestro o Iniciado. La parte que por voluntad y persistencia debe realizar el aspirante es la que desarrolla la autodisciplina, la purificación de sus cuerpos y la espiritualización del carácter para que los centros mayores se pongan en sintonía y tengan un buen ritmo y vitalidad vibratoria. En esta etapa cabe la posibilidad de que el aspirante se vea tentado –por los consejos de algunos entre otras cosas– a concentrar su mente en los centros con tal de vitalizarlos más o de despertarlos, sin embargo, eso no entra en el desarrollo normal y conlleva mucho peligro. De lo que debería acordarse el estudiante es de espiritualizar sus cuerpos, es decir, vida sana y alimentos sanos para el cuerpo físico; deseos y sentimientos espirituales, devocionales, etc.; y pensamientos elevados que lleven a la persona a ser amoroso, fraternal, compasivo y servicial con el prójimo. Esto pone en correcta actividad el cuerpo y las siete glándulas principales; hasta aquí, y por mucho tiempo, llega el trabajo individual del aspirante para que los centros despierten sin ningún peligro.



Hay Maestros de determinadas escuelas, y otros iniciados, que se dedican a “entrenar” al aspirante cuando éste ha atraído su atención desde los planos invisibles, estos iniciados basan su entrenamiento en las necesidades de desarrollo que el aspirante tenga pero también teniendo en cuenta el Rayo de la personalidad y el del Ego o Alma. Sin embargo, eso no evita que alguien pueda trabajar sobre los centros por su propia cuenta y riesgo. No se debería intentar desarrollar los centros mientras haya la más mínima maldad en el hombre pero, además, el trabajo debería ser constante durante todo el día, estando libre de preocupaciones, prejuicios, enfermedad, interrupciones en los momentos exclusivos de dedicación, etc. Los centros se desarrollan solos cuando uno se disciplina, ama y sirve a los demás y es fraternal y compasivo con todo ser viviente. Cuando la energía de la conciencia se fusiona con la energía de las células del cuerpo físico se produce sensibilidad y percepción de forma natural, pero cuando el individuo actúa erróneamente y hace una excesiva estimulación de las células del cerebro, se produce una fusión con ciertas energías de las que circulan por el cuerpo, lo que puede provocar locura y otras afecciones cerebrales entre otras enfermedades.


El Sutratma es un hilo de energía plateado donde se engarzan los átomos permanentes que unen la personalidad con el Espíritu durante un período de manifestación haciendo esto por medio del Ego. Es el Ego el que vitaliza sus vehículos o cuerpos de manifestación por medio de este hilo para así poder manifestarse y extraer el beneficio o quintaesencia de las experiencias de cada vida. Este hilo, que es en sí mismo una corriente de vida, se divide en otras dos corrientes que se conectan uno en la región de la glándula pineal en el cerebro –aspecto conciencia– y otro, que anima cada átomo, se conecta al corazón –aspecto vida– dando así las riendas al Ego para que, desde el cerebro, pueda actuar sobre la circulación sanguínea y el sistema endocrino como un ser autoconsciente e inteligente.


El sutratma es el hilo de la vida que desciende, es la base de la inmortalidad que une y vivifica todas las formas y contiene la voluntad y el propósito de la conciencia que se manifiesta; el antakarana es el hilo de la conciencia que se manifiesta o que responde dentro de las formas físicas y, aunque por lo general se piensa que es también una especie de hilo de energía, sería más acertado decir que es un estado de conciencia. El desarrollo de este puente no se inicia hasta que el ser humano está en un nivel evolutivo en que comienza a enfocarse en los planos del Mundo del Pensamiento de una manera consciente y voluntaria y comprende lo que es el pensador a diferencia de la mente creadora de pensamientos; esto es, conectar con el mundo de las ideas para ser creador, mental y voluntariamente. Naturalmente que para comenzar este proceso hay que auto-observarse y tener la consciencia en el aquí y ahora de cada instante para identificarse lo menos posible con el mundo fenoménico y material ni con las obstrucciones y distracciones de la mente. Esto hace que nuestra energía y mente se dirijan al mundo del Espíritu a la vez que éste se proyecta como corriente de energía hacia los tres mundos inferiores; esto trae como resultado una actividad recíproca o sendero que lleva al Espíritu a conectar con el cerebro gracias al Alma o Ego.


El fin último del antakarana es conectar las formas y sus fuerzas con sus fuentes originales, es decir, la vida que se manifiesta como ser humano con el Triple Espíritu a través del Ego. El hombre actual ha llegado a crear y unir sus cuerpos y a manifestarse como un centro de energía mental en el Mundo del Pensamiento a la vez que el antakarana se une al sutratma que surge del corazón, lo que traerá como resultado la identificación y fusión de la personalidad con el Ego. En realidad se trata de construir un puente entre la personalidad y el Alma y entre ésta y el Espíritu, y para ello debemos intentar vibrar en sintonía con los planos superiores del Mundo del Pensamiento; las regiones o planos de las ideas y de la intuición que deben ser captados con la mente. El antakarana se construye gracias a los constantes esfuerzos y sacrificios cuyos resultados elevan y expanden la conciencia, y no solamente por el hecho de ser bueno; hay que demostrar buenas cualidades, virtudes espirituales y una elevada aspiración. El antakarana lo van construyendo poco a poco las personas que se esfuerzan en identificarse y en actuar como los propios Egos hasta que los aspectos de la personalidad se fusionan con el Alma en los tres mundos inferiores. Este puente elimina el vacío que existe entre la conciencia del hombre actual y los mundos espirituales y ayuda a vencer las limitaciones físicas y psicológicas que limitan la libre expresión del Espíritu. Las energías que animan al cuerpo físico, la sensibilidad emocional y la inteligencia de la mente, deben unirse y transmutarse en energías que dinamicen al Ego en su propio plano, esto es, en una mente que imparta iluminación, en una naturaleza intuitiva que facilite la percepción espiritual y en las experiencias divinas.


Como hemos podido comprender a lo largo de estas páginas, el cuerpo físico no sólo es la manifestación de unas energías formativas sino que, además, es el centro donde confluyen una serie de fuerzas y energías procedentes del planeta, del sistema solar y de fuera del mismo con la única intención de ayudar. El verdadero ser humano es un Espíritu diferenciado “por” y “en” Dios, el cual se manifiesta en los tres mundos inferiores por medio de los diferentes cuerpos mencionados hasta que, a través de su evolución se forman el Alma o intermediario entre los mundos y cuerpos inferiores y los superiores. El hombre debe volver a reincorporarse y fusionarse con su Espíritu y su mundo y para ello necesita elevar progresivamente su conciencia, primero al nivel del Alma y después al del Espíritu. Entonces y gracias a todas estas fuerzas divinas que nos ayudan en perfecto orden y sintonía, dejarán de colaborar con nosotros y, a partir de ahí, seremos nosotros quienes, a imagen y semejanza a Dios, colaboremos con las vida que nos siguen en forma de reinos.


Francisco Nieto



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