domingo, 19 de febrero de 2012

EL HOMBRE, CENTRO ACTIVO DE FUERZAS Y ENERGÍAS (II)






El Ego, como conciencia vibracional, se introduce en la matriz de la madre y, aún en su propio mundo que compenetra el físico, se hará consciente de este mundo y quedará aprisionado en él desde el nacimiento hasta la muerte actuando ya como personalidad. Es a partir del nacimiento cuando se van formando los otros cuerpos, el etérico a los siete años, el de deseos hasta los catorce y el mental hasta los veintiuno. Esas son las herramientas que tiene el Ego para aprender de las experiencias de cada vida y para ir desarrollando sus vehículos para que cada vez sean más puros. El Ego intentará hablar por medio de la intuición, la voluntad, la imaginación, el presentimiento o la conciencia, pero si la personalidad tiene su consciencia en lo material y personal no podrá oír sus consejos porque los diferentes cuerpos –aun siendo energéticos– obstaculizan lo que viene de los mundos espirituales.

Ya hemos visto hasta ahora como un Espíritu creado por Dios se manifiesta como una tríada –Padre, Hijo y Espíritu Santo o Atma, Budhi y Manas– la cual se apodera y hace suyos unos átomos de cada mundo donde se manifiesta para atraer la materia que le corresponde en cada renacimiento, y cómo con ese átomo-simiente y con la ayuda de otros seres energéticos y etéricos –Ángeles y Espíritus de la naturaleza entre otros– formamos los cuerpos etéricos y físico. Pero, si el desarrollo alcanzado hasta ahora todavía no nos permite crear nuestros propios cuerpos según los moldes etéricos que nos facilitan, menos capaces seremos aún de crear esos moldes. El cuerpo etérico que atrae los átomos para formar el cuerpo físico de acuerdo a su frecuencia vibratoria lo depositan otros seres –también con cuerpos energéticos – en el vientre de la madre y el átomo simiente va en el espermatozoide del padre, por tanto solo hace falta la mano de obra mencionada pero, ¿En qué se basan los Ángeles para crear cada molde etérico? La respuesta es en un arquetipo existente en las regiones inferiores del Mundo del Pensamiento donde se encuentra el propio Ego. Así es, en cada mundo evoluciona su propia oleada de Espíritus como lo hacemos nosotros en el mundo físico, los Ángeles en las regiones etéricas o los Arcángeles en el Mundo del Deseo. Además, otras jerarquías de seres pueden trabajar en otros mundos que no son suyos, bien porque han evolucionado más que sus hermanos o bien porque ayudan a los que les siguen como es el caso de los Ángeles respecto a nosotros y de nosotros respecto a los reinos animal, vegetal y mineral.

Los vehículos o cuerpos que utiliza el ser humano están relacionados unos con otros energética y magnéticamente, siendo el Ego quien con otras ayudas, los construye y controla por diferentes medios –mente, deseos, sentimientos, emociones, cerebro y sistema nervioso– de hecho, los reinos que no han llegado al grado evolutivo que nosotros no los pueden utilizar de la misma manera. Es en estos cuerpos de materia cada vez más sutil donde grabamos la película de la vida y donde nos la llevamos para unir su quinta-esencia con la de las demás reencarnaciones, puesto que ese es el motivo de renacer. En cada vida nos deshacemos de dichos cuerpos una vez extraído el mayor beneficio de las experiencias, para así formar lo que en la vida llamamos “conciencia”. La materia o energía de la que se forman esos cuerpos es la que corresponde a nuestro grado de desarrollo y debe vibrar de acuerdo al arquetipo que se encuentra donde está el verdadero Yo o Ego, después de extraer dicho beneficio esas partículas pasarán a formar parte de otros cuerpos y seres al igual que las que forman parte de nuestros cuerpos han estado en otros. Evidentemente, es la sintonización positiva con el Ego, de las partículas vibratorias, la que hace que sintamos equilibrio, felicidad, bienestar, etc., a su vez, el resultado de esa vibración interna de los cuerpos –como aura– se comunica y forma el aura que nos comunica si sintonizamos o no con quien nos ponemos en contacto. El resultado del empeño y persistencia que cada uno hace para progresar moral, intelectual y espiritualmente se manifiesta en las partículas energéticas de dichos cuerpos transformando así el carácter a lo largo de la vida según sea la voluntad; de esta forma el Ego va adquiriendo cada vez más poder sobre sus vehículos.

Cuando extraemos el provecho espiritual de cada uno de los cuerpos energéticos los abandonamos para que su materia se disuelva en su propio mundo y para que pueda servir de ayuda a otros que la utilicen como vehículo, por tanto, cuando llegamos al Mundo del Pensamiento como Egos desnudos –solo con el beneficio de las experiencias del renacimiento pasado– descansamos hasta que de nuevo sentimos la necesidad de volver a experimentar. Entonces la Jerarquía correspondiente a ese mundo nos suele ofrecer varios destinos futuros de acuerdo al desarrollo obtenido al que necesitamos, a las deudas kármicas pendientes con determinadas personas, etc. Es de acuerdo a nuestra elección como esas Jerarquías crean un arquetipo vibratorio que perdurará hasta el momento en que esté prevista la muerte del cuerpo físico futuro, y es de acuerdo a ese arquetipo y su frecuencia como los Ángeles crean el molde etérico-energético sobre el que se formará el físico. Los cuerpos vibran de acuerdo a ese arquetipo, con la diferencia de que sus partículas son de polaridad contraria al cuerpo inmediatamente superior, lo que no ocurre con el propio Ego o Yo superior que no representa ningún sexo o polaridad.

Una vez que sabemos que el cuerpo físico es en realidad energía examinaremos los otros cuerpos energéticos. El cuerpo etérico –también llamado vital– está formado por cuatro éteres invisibles a nuestros ojos y es el encargado de mantener vivo y en buen estado de salud al físico. Sus éteres comunican su vibración a los átomos físicos y es de ese modo como el Ego tiene dominio de este cuerpo a través de la sangre existente en todo él. Sin embargo, sin ese cuerpo energético no llegarían al cuerpo de deseos ni a la mente las impresiones del mundo físico puesto que, como ya veremos, están comunicados por unos centros o chacras. Digamos que las vibraciones que llegan al cerebro procedentes de los sentidos, pasan al cerebro etérico y al “sistema nervioso energético” del cuerpo etérico donde se comunican con los chacras etéricos que conectan con los del cuerpo de deseoso astral para que pasen después al cuerpo mental donde las percibe el Ego. Esto, evidentemente, es instantáneo, como lo es el hecho de ver u oír algo y expresar un sentimiento, deseo o pensamiento como respuesta. Este cuerpo se alimenta de varias clases de energías pero principalmente de las partículas energéticas del Sol que penetran por uno de los chacras a la altura del bazo. De ahí que, cuando al final del día nos sentimos cansados y tenemos sueño, es porque nos falta esa energía y nos vemos obligados a reparar vitalidad universal en el Mundo de Deseos para levantarnos como nuevos al siguiente día.

El cuerpo vital es una red estrechamente entrelazada de corrientes de energías entre las que se encuentran unos centros de fuerza, de los cuales hay siete muy importantes para la vida, desarrollo y conciencia de cada individuo. Es más, los cuerpos inferiores, como cuerpos de energías, son también transmisores, con la particularidad de que el hombre ordinario trabaja inconscientemente con las energías del tercer aspecto creador de Dios y el iniciado u hombre espiritual lo hace con el del segundo aspecto de amor representado por Cristo; el fin de la humanidad es manifestar este segundo aspecto en la personalidad. Como es evidente, esto se alcanzará poco a poco y a través de un sacrificado y persistente trabajo espiritual sobre los diferentes vehículos. En términos generales, la energía vital procedente del Sol, también llamada “prana”, que se especializa por el centro del bazo, se distribuye equilibradamente por todo el cuerpo a través de los nervios y de otra conexión particular con los canales sanguíneos, las venas y las arterias. Esto es lo que hace que el cuerpo vital o etérico sea la verdadera substancia del cuerpo físico, por tanto, según sea la naturaleza de la fuerza que vitaliza el cuerpo etérico, según sea la actividad de dicha fuerza sobre el mismo o según sea el dinamismo o lentitud de los centros, –chacras– así será la actividad del cuerpo físico. Como hemos dicho, la “Energía Vital” desciende y compenetra los mundos donde estamos evolucionando y con los que tienen relación nuestros vehículos así es que:
1º.- El prana o energía vital relacionado con el bazo y con la salud del cuerpo físico procede del aura planetaria
2º.-La energía vital relacionada con el cuerpo de deseos y que afecta a los centros inferiores procede del Mundo de Deseos del planeta.



3º.- La energía vital que se relaciona con la mente y el pensamiento y que afecta al chacra laríngeo procede de las regiones inferiores del Mundo del Pensamiento
4º.- La energía vital superior en frecuencia y espiritualidad que se relaciona con los centros coronario y cardíaco procede del propio Ego.
Sin embargo, son pocos los aspirantes espirituales que son receptores de la energía del Mundo Pensamiento y menos aún del propio Ego.

Podríamos decir que todas las energías existentes en el universo están conectadas o tienen relación. La energía solar que penetra por el centro etérico del bazo se transforma de energía incolora a un color rosa-violeta y se distribuye por todo el cuerpo y en particular al cerebro desde donde se dirige a los nervios que lo necesiten. De aquí que vitalicen y mantengan el organismo hasta tal punto que, si sobra vitalidad, sea expulsada del cuerpo en líneas rectas. Los éteres superiores del cuerpo vital se mezclan con la sangre, que es el medio de gobierno del cuerpo por parte del Ego y, a la vez, el medio por el que se graba la película de la vida en el átomo-simiente del corazón. Cuando estos éteres aumentan gracias al servicio amoroso y altruista al prójimo y a los buenos pensamientos, deseos y sentimientos en general van formando un aura de color azul y oro que no es otra cosa que el Cuerpo-Alma. Los átomos físicos vibran intensamente gracias a que los éteres penetran –en sentido de los polos– en ellos y los vitalizan de forma similar a las fuerzas de las auroras boreales o australes, pero estos éteres vistos normalmente son partículas vibrantes en forma de prismas. Como hemos dicho, la repetición es la clave par el desarrollo del cuerpo vital, por tanto las repetidas oraciones –hechas con devoción y consciencia– la concentración constante, la devoción y adoración, entre otros, separan los éteres inferiores de los superiores y hacen crecer a éstos últimos hasta poder verlos fuera del cuerpo etérico.




Francisco Nieto

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