viernes, 28 de octubre de 2011

AFRONTANDO UNA NUEVA ETAPA







A quienes, en esta vida, les ha llegado el gran momento de adquirir un nuevo conocimiento que les ayude a cambiar sus vidas y, por tanto, sus destinos, es posible que ese hecho les parezca algo maravilloso, fascinante o increíble. El conocimiento al que me estoy refiriendo es al esotérico aunque, como es obvio, un cambio interno o de conciencia también nos puede venir por otras fuentes. Suele ocurrir que las personas que ya han estado en contacto con esas enseñanzas en otras vidas anteriores, vuelvan a contactar con ellas con el fin de adquirir o prepararse para la iniciación, si es que se lo merece y en su anterior vida no se desvió hacia el lado negativo o de la magia negra. Puede ocurrir que se dediquen durante años a ir de conferencia en conferencia, de “maestro” a “maestro”, de escuela en escuela, y entre tanto leer un montón de libros de muy variados autores. Evidentemente algo aprenderán, tanto en conocimientos ocultos como en otros de auto-ayuda y espiritualidad, pero si no lo aplican a sus vidas poco adelantarán respecto a lo previsto en sus destinos. Son pocos los que se centran en un solo lugar o escuela, pero los que lo hacen extraerán mucho más beneficio que los que andan de un lado para otros, y de éstos “pocos” son menos aún los que se inscriben y pertenecen a una escuela iniciática donde poder continuar en esta vida.

En los muchos años que llevo en el mundo del ocultismo he conocido —a través de su literatura— tres escuelas que me han enseñando mucho y que, por tanto, me han sido muy útiles tanto para adquirir conocimientos como para mi propio desarrollo espiritual. Hay otras escuelas, como es natural, pero para mí son de menor importancia en todos los sentidos, por tanto, escuelas de ocultismo muy reconocidas desde hace un siglo hay tres y son las siguientes: La Fraternidad Rosacruz de Max Heindel —escuela iniciática—; la Escuela Arcana de Alice Bailey; y la Sociedad Teosófica de Mme. Blavatsky. La escuela Arcana y la Teosófica son escuelas cuyas enseñanzas proceden de oriente y fueron dadas por unos Maestros iniciados muy conocidos por su relación con ese lugar misterioso llamado Shamballa. La Fraternidad Rosacruz es una Escuela para occidente cuya enseñanza procede de los más grandes iniciados de la Tierra, por tanto, su filosofía es más fácil de entender y asimilar que las otras de tipo oriental. Las primeras ayudan a cualquier persona que “busque” y se esfuerce por progresar espiritualmente en esta vida y sean del continente que sean; sin embargo la Rosacruz es una escuela para los aspirantes espirituales de occidente. La iniciación se puede alcanzar por diferentes caminos, y las enseñanzas ocultas de estas escuelas es uno de ellos, sin embargo, lo mismo que es mejor pertenecer y centrarse en una escuela que andar buscando de un sitio para otro, también es mejor pertenecer a una escuela iniciática occidental que a otras cuyos lenguajes son a veces imposibles de comprender y de traducir. Esto no significa que esas escuelas sean peores que la Rosacruz, lo que digo es que la Rosacruz es diferente porque tiene una formación que va desde los primeros pasos como un simple estudiante hasta la preparación adecuada y necesaria para alcanzar las correspondientes iniciaciones según el esfuerzo y sacrificio que el aspirante espiritual haga.

La iniciación es un despertar y una elevación de la conciencia como efecto del poder espiritual adquirido en una o varias vidas, por tanto, nadie la puede conceder a cambio de favores, dinero, ni nada parecido. Ésta debe ser merecida gracias al amoroso y desinteresado servicio a la humanidad y por otros ideales elevados llevados a la práctica, normalmente, en varias vidas. Así es que, generalizando, quien contacta con una de estas escuelas, no sólo trae ya un gran bagaje de otras vidas sino que, además, debe continuar ese trabajo de una manera persistente y precisa a la vez que despacio pero sin pausa. Estudiante de ellas puede ser cualquiera porque tienen centros donde imparten sus enseñanzas y hacen sus servicios ocultos y devocionales o bien lo pueden hacer por correspondencia. Pero el primer paso serio e importante es el llamado “probacionismo” que es cuando la persona interesada se compromete seriamente a trabajar por su Espíritu; este paso es previo al de discipulado cuando, como la palabra indica, se es discípulo de un Maestro. Por consiguiente, el que desea hacerse voluntariamente probacionista debe tener claro que debe respetar y cumplir las normas y hacer los ejercicios y servicios que la escuela tiene para acelerar su desarrollo espiritual. Naturalmente que, cuanto más preparado moral, intelectual y espiritualmente esté menos le costará al aspirante y si, a la vez, ha vencido o no ha caído en ciertos vicios que suelen dominar —alcohol, tabaco, drogas, crítica, espiritismo, …— más poder tendrá para superar otras pruebas más sutiles.

La vida cotidiana de un aspirante a la iniciación, que conecta en esta vida con una escuela seria de ocultismo, es algo fácil en sus primeros grados —interesado o estudiante— pero bastante más difícil para algunos en el grado de “Probacionista”. En el primer grado no hay obligaciones pero, además de la adquisición del conocimiento oculto, el estudiante debe acostumbrarse a hacer toda una serie de ejercicios —concentración, meditación y observación— o llevar a la práctica durante el día la oración, el discernimiento, la devoción a Dios, el servicio a los demás y el dominio de la mente para que no piense por sí misma y para utilizarla con el fin de no pensar mal y evitar malos deseos y sentimientos. Pero para el probacionista, además de todo eso: Las lecturas y enseñanzas deben ser meditadas; los ejercicios espirituales deben ser hecho con el corazón; —devoción y adoración a Dios— la observación del mundo y la propia observación deben ser hechas con responsabilidad, profundidad y franqueza para poder corregir las actuaciones o expresiones; la palabra debe ser controlada para que no critique u ofenda; la mente no debe pensar por sí misma sino que debe estar atenta a lo que ocurre para que sus respuestas sean responsables y bienintencionadas; en las mañanas debe haber una auto-programación para tener una actitud positiva en todo lo que se haga durante el día; por las noches se revisará esa auto-programación para ver dónde se ha fallado; y durante el día se procurará hacer todo como si fuera para Dios.

Si bien es cierto que el aspirante cae muchas veces en tentaciones y pruebas, también lo es que gran culpa es de que no sabe escuchar a la vez que habla demasiado o pretende saber mucho. Hay un proverbio que dice que la sabiduría viene de saber escuchar y que el arrepentimiento tiene su mayor causa en el hablar; por consiguiente, el principiante en el mundo del ocultismo así como los propios ocultistas, deberíamos tener esto muy presente puesto que todos —unos más y otros menos— metemos la pata de alguna manera, bien por pensar mal o no entender lo que escuchamos o bien porque hablamos sin razonar y sin analizarnos cuando nos expresamos. No es lo mismo oír que escuchar, oír es permitir que los sonidos o palabras entren en nuestros oídos, pero —en la mayoría de los casos— sin prestar atención y, como efecto, sin apenar ser conscientes de lo que oímos. Escuchar, es permitir lo mismo pero con la atención puesta en quién, cómo o qué nos hablan, es decir, estando presente como un yo consciente. Cuando somos conscientes en cada momento “presente” de que somos un Yo que percibe gracias a los sentidos y a la mente, podemos controlar perfectamente nuestros sentidos y, por tanto, escuchar y hablar lo correcto y preciso.

Estamos de acuerdo en que esto no es fácil pero eso no significa que sea imposible. Hablar menos y escuchar más, no es pensar en lo que se va a decir a la vez que se escucha y menos aún si la intención es de decir o responder con prepotencia, superioridad, orgullo, etc. Es todo lo contrario, escuchar con humildad —con intención de aprender, con compasión, con tolerancia, con comprensión, con amor..— con una actitud meditativa, receptiva, interesada y serena. Hay una gran diferencia entre escuchar desinteresadamente y escuchar con humildad y compasión; como también la hay en oír y en escuchar buena música —clásica y sacra principalmente— Cuando se escucha de esta manera se estimulan buenos sentimientos, hay paz interior, se eleva la vibración de los cuerpos y nos hacemos más sensibles a la influencia de nuestro Yo superior. Cuando varios aspirantes espirituales se juntan y hablan sin control y sin razonamiento previo, aún con la intención de estar en armonía, es más fácil que haya contradicciones y malos pensamientos sobre lo que dicen otros que si todos hablaran solamente cuando tengan algo importante que decir y previo discernimiento. Es más, además de ser buenos oyentes, deberíamos ser unos interlocutores simpáticos, conciliadores, tolerantes y comprensivos. Resumiendo este tema diremos que escuchar con atención y consciencia desarrolla el Alma Consciente y trae equilibrio y progreso.

Podríamos interpretar estos últimos párrafos como una importante y correcta preparación para hacerse probacionista puesto que el probacionista promete esforzarse por subyugar su naturaleza inferior o personalidad al Yo superior. Alguna vez se ha dicho que esta promesa es similar a la que se hacen dos personas cuando se casan, y es que, en verdad, que algo de parecido tienen. En el matrimonio prometen ante Dios amarse, respetarse y ayudarse; mientras que en el compromiso que hace un probacionista también promete ante Dios —y ante un elevado iniciado— dedicar su vida a servir amorosa y desinteresadamente a Dios y al prójimo y a purificar su personalidad y carácter. Este es el significado del compromiso del aspirante para hacerse probacionista, aunque el ritual no lo diga literalmente así. Hay que tener en cuenta que el aspirante —una vez recluido en la soledad y el silencio— mantiene una mano en el corazón y otra sobre la Biblia en el momento de hacer la promesa. Además, y por dar algún dato más puesto que los probacionista y discípulos tienen prohibido comentar ciertas hechos, el momento elegido para esa promesa se calcula según la fecha y lugar de nacimiento y según la latitud y longitud donde se viva entre otras cosas. Así es como el probacionista da ese paso tan importante —si de verdad lo lleva a cabo durante toda su vida— que hace que desde ese momento —puesto que incluso se siente la presencia etérica del iniciado— este conectado a ese gran iniciado representante de la escuela u orden oculta.

El compromiso del probacionista hace que —entre otras cosas— no pueda comer carne ni utilizar pieles de animales, pero también tiene otras muchas ventajas para la salud psíquica y física. A partir de ahí el probacionista que cumpla con sus deberes y responsabilidades estará protegido de ataques psíquicos tanto en estado de vigilia como en los mundos superiores mientras duerme; cuanto más purifique sus cuerpos más brillará su aura y más fácil tendrá dicho iniciado o sus discípulos ayudar al probacionista. Otra de las “ventajas” del probacionista es que es puesto a prueba por dichos iniciados para ver su fortaleza ante las tentaciones que le pueden hacer caer en sus puntos más débiles. Son muchos los probacionistas e incluso discípulos que se han rendido, se han aburrido por no saber buscar los alicientes espirituales debidos, se han derrumbado a causa de su vuelta a los vicios que ya habían superado, se pierden buscando lo fenoménico o dejándose llevar por falsos maestros, o lo dejan decepcionados por determinados hechos que, después de un tiempo, comprenden que no son tales. A partir de entonces ya quedan desligados del Maestro o Iniciado, pierden su guía y protección incluso en los trabajos que hacían por las noches en los mundos superiores. Si queremos definir en pocas palabras el probacionismo lo haríamos en dos frases: Primera: que al igual que el cuerpo físico necesita alimento para mantenerse vivo y en buen estado de salud, así mismo debe el probacionista alimentar el Alma; y Segunda: que debe olvidarse de su pasado personal y mirar al futuro con sus más elevadas aspiraciones espirituales.

Cuando nos comportamos como verdaderos probacionistas elevamos las vibraciones de nuestros cuerpos y nos armonizamos con los mundos espirituales; cundo volvemos a los vicios y costumbres del pasado creamos mala salud psíquica y física y nos creamos un karma bastante más duro que el que hubiéramos creado si no nos hubiéramos conectado a una escuela seria y no nos hubiéramos hecho probacionistas. Y es que, si todo el mundo tuviera la posibilidad de ver de antemano el sufrimiento que nos espera después de la muerte tras una vida perdida de vicio y maldad, escucharíamos y razonaríamos más y nos dedicaríamos a hacer el bien en pensamiento, palabra y obra.

De los que en esta vida no les ha llegado la hora de contactar con una escuela seria de ocultismo, —con todo lo que eso conlleva respecto al desarrollo espiritual— la mayoría no se paran a pensar en que existen y tienen lo que tienen gracias a Dios y a toda la humanidad del pasado —puesto que todo lo creado y existente hoy es gracias a las obras y descubrimiento del pasado— y a la del presente que crean trabajo, cultivan alimentos y hacen que podamos vivir mejor. Pero el estudiante de ocultismo, y más aún el probacionista, saben esto así como que también debemos dar gracias a las otras creaciones y jerarquías que Dios ha creado y que colaboran con nuestro desarrollo. Si nos paramos a pensar y a meditar lo maravilloso que es vivir con amor hacia todo lo que nos rodea; vivir para ayudar al prójimo allá donde nos encontremos y por los medios que tengamos; admirar la belleza de la naturaleza; el valor de la buena música, el arte, la poesía; y los millones de personas de buena voluntad que hay en el mundo sean de la escuelas, secta o religión que sean. Entonces valoraríamos mucho más nuestra vida individual y nos dedicaríamos a hacer algo por los demás y a colaborar en la obra de Dios. No hay malas personas en el mundo son personas ignorantes de la verdad, son personas que vienen a ponernos a prueba o a hacernos comprender nuestros errores, son personas que no han llegado a nuestro nivel como nosotros no hemos llegado a otros y por eso no lo comprendemos; son personas que vienen a devolvernos el karma que en un pasado les hicimos a ellos; son personas, en definitiva, que nos ayudan o al menos así debe verlo el aspirante espiritual.

Francisco Nieto

domingo, 9 de octubre de 2011

LA ATENCIÓN Y SU RELACIÓN CON LOS SENTIDOS (y II)


El ser humano no ha desarrollado sus sentidos a la vez sino que lo ha hecho a través de millones de años de evolución y más bien por separado. Esto significa que, a través de nuestra futura evolución, puedan desarrollarse otros sentidos (como así lo afirman las enseñanzas ocultas) que nos permitan detectar otras clases de materia que ahora no percibimos; por tanto, los sentidos físicos, así como la mente, son de suma importancia para nosotros y deberíamos conocerlos más y desarrollarlos todo lo posible. Los sentidos, pues, podrían considerarse como unas delicadas herramientas que el Ego o Yo superior ha construido a lo largo de su evolución con el fin de que, a través de la mente, pueda investigar, conocer y experimentar conscientemente el mundo físico. Cada sentido está destinado y preparado para recibir y transmitir al cerebro cierta clase de vibración. El ojo transmite las ondas luminosas que recibe pero no está capacitado para transmitir las sonoras, y lo mismo ocurre con los otros sentidos, las muy variadas y diferentes clases de vibraciones son adaptadas y transmitidas al cerebro por cada sentido para informar a éste de lo que ocurre en el mundo físico. Estamos tan acostumbrados y adaptados a nuestros sentidos que, como ocurre con la mente, no les damos importancia y creemos que somos nosotros mismos, sin embargo, lo cierto es que son delicados instrumentos que la mente utiliza para que seamos conscientes del mundo y de nuestra existencia en él. Pero, profundizando un poco más, hay que pensar que la mente y los sentidos son una pequeñísima parte de la capacidad que el verdadero ser humano puede percibir pues, la mente concreta es sólo un aspecto de la mente creadora, y los sentimientos actuales son los más rudimentarios en comparación con los que desarrollaremos en un futuro.

Analizando algunos sentidos podemos valorar su importancia. En mi opinión, el sentido de la vista es el más complejo porque por su alcance facilita más información respecto al mundo externo, sea de cerca o de lejos. Evidentemente, este sentido funciona gracias a las ondas de luz, bien sean del sol o de cualquier otra fuente artificial; su captación oscila entre 450.000.000.000.000 y 700.000.000.000.000 vibraciones por segundo pero esto no significa que no haya otras muchas frecuencias de vibración que son invisibles al ojo, tal y como está demostrado. La vista, como ocurre con los músculos, se puede agudizar o desarrollar, pues no es lo mismo “ver” o “mirar” que observar o prestar atención a lo que estamos viendo. Cuando observamos con atención podemos hacer distinciones y ver más claramente la naturaleza y las partes de lo observado, por tanto, obtenemos más información y conocimiento que si no lo observáramos atentamente. Esto es así porque al fijar la atención sobre algo se concentra la mente y tomamos consciencia de ello.

El sentido del tacto es el más primitivo de todos los que tenemos y, aunque ocupa todo el cuerpo es más sensible en la piel, las manos y las yemas de los dedos. También los animales lo tienen pero no lo han desarrollado hasta el grado que nosotros puesto que ellos no han obtenido nuestra consciencia, sin embargo, sí han desarrollado notablemente el olfato, el gusto y el oído. Sabemos que a mayor atención a las sensaciones más posibilidad de desarrollo del sentido correspondiente, de hecho, hay profesiones donde el tacto es imprescindible y, por tanto, se desarrolla más que en otras. Pero también es cierto que si no atendemos y prestamos atención a este sentido se va degradando, el tacto se puede desarrollar y en cierto modo controlar hasta el punto de no sentir dolor y otros hechos similares.

El oído, o mejor dicho el nervio acústico, transmite al cerebro las vibraciones acústicas que recibe por el aire, las frecuencias que registra oscilan entre 20 y 38.000 pero, como los demás sentidos, se puede agudizar por medio de la atención voluntaria; un ejemplo de ello son los animales y algunas tribus.

Todo cuanto somos, evolutivamente hablando, es el resultado del producto espiritual, moral, intelectual y físico obtenido de cada renacimiento y cuando digo esto me refiero incluso a la época en que el “hombre” no era casi consciente de sí mismo. Después de obtener el germen de la mente y desarrollarla hasta el punto de ser autoconsciente, el ser humano aceleró su proceso evolutivo imponiendo progresivamente la razón sobre el instinto animal. Desde entonces y hasta ahora, seamos o no conscientes de muchos hechos, hemos obtenido en cada vida un gran conocimiento siempre gracias a los sentidos y a la mente. Todo cuanto una persona puede alcanzar y desarrollar estará basado en el conocimiento adquirido anteriormente, pero está claro que el que no se esfuerce, el que no se adapte y el que no ponga atención a sus cuerpos y al mundo que le rodea, poco podrá progresar.

En realidad sabemos menos de lo que deberíamos respecto a lo que sucede a nuestro alrededor porque nuestros sentidos están muy limitados. También es cierto que nuestra evolución, como formas, comenzó con el sentido del tacto, gracias al cual progresamos como lo hacen hoy los minerales, es decir, gracias a los impactos del exterior y a la manipulación y transformación que hace el hombre sobre ellos. Nuestro progreso es diferente y superior a los animales gracias a que somos autoconscientes y hacemos un uso voluntario de los sentidos, es esta autoconsciencia la que, en verdad, genera la evolución que nos diferencia de los animales porque, gracias a ella, hemos adquirido un grado superior de conciencia. Y cuando adquiramos el siguiente grado de conciencia entonces los sentidos físicos no nos harán falta porque evolucionaremos y seremos conscientes en otro mundo de materia más sutil donde nuestro cuerpo físico no tendrá cabida.

Nuestros sentidos del pasado hicieron que fuera necesario un cerebro para que, una vez obtenida la mente, el Yo superior pudiera evolucionar más rápidamente gracias al conocimiento y a las experiencias de cada vida. Si no tuviéramos sentidos seríamos como el mineral, y por muy grande que fuera nuestra mente no podríamos evolucionar como lo hacemos porque no podríamos poner nuestra atención y nuestra consciencia sobre ellos. Evidentemente que no recibimos las ideas superiores por medio de los sentidos puesto que éstas proceden del propio Yo superior, pero ha sido gracias a los sentidos como se ha desarrollado ese Yo superior o Ego. Ahora es el Ego como “atención consciente” quien tiene que acelerar su desarrollo por medio de la observación de cómo se expresan sus vehículos y del mundo que les rodea. Son las experiencias conscientes, la auto observación y la atención sobre los cuerpos y su actitud ante las circunstancias y experiencias los que hacen que el Yo superior pueda expresar cada vez más abiertamente su naturaleza espiritual y su sabiduría. Pero nosotros, como personalidad, podemos colaborar haciendo eso mismo siempre que podamos y erradicando de nuestras vidas las malas actitudes en pensamientos, sentimientos, deseos, palabras y acciones ante y sobre los demás.

Se afirma que en nuestro Yo superior está la quintaesencia de lo alcanzado en todos nuestros anteriores renacimientos y que en nuestro futuro predeterminado obtendremos nuevos y superiores sentidos de percepción, pero eso no se puede alcanzar sin la perfección de los actuales (el uso inteligente y espiritual del Yo superior) Nosotros, como Egos, recibimos las impresiones y el conocimiento gracias a los sentidos y a la mente, si no prestamos atención consciente a los sentidos y si no limpiamos la mente de todas las distracciones y de todo lo que obstruya la voluntad y la atención, poco podremos evolucionar en esta vida y poca comunión tendremos con nuestro Ego Es bueno mantener la atención sobre los sentidos para ser conscientes de todo lo que ocurre a nuestro alrededor y de todo lo que hacemos, pero más importante es controlar y dirigir la mente con sabiduría y buena voluntad.

El verdadero aspirante espiritual debe esforzarse por ser dueño y señor de sus propios cuerpos y para conseguirlo debe subordinar todo lo que recibe de los sentidos, debe prestar atención sólo a lo que sea positivo y útil para su desarrollo, debe razonar y discernir lo que percibe y llega a la mente con la voluntad espiritual, y debe mantener su cuerpo emocional y su mente libre de bajas vibraciones que le inciten a hacer el mal en cualquiera de las formas. El hecho de que nuestros sentidos no capten otras vibraciones superiores no significa que no existan y que pertenezcan a otros mundos de materia o frecuencia vibratoria, de hecho, así ocurrirá en el futuro cuando desarrollemos más las facultades de los sentidos, de la mente y, por tanto, de la conciencia. Si, de alguna manera, alguien nos facilitará algún sentido nuevo y superior a los que tenemos, es evidente que el mundo que percibimos no sería el mismo sino que sería más grande, distinto y maravilloso para nuestro estado de consciencia actual.

Toda la información e impresiones que nos llegan del exterior a través de los sentidos y de la mente son necesarias como material para nuestra actitud en el mundo y para elaborar respuestas. Por eso es importante que se ponga atención consciente en los sentidos y en nuestras acciones y respuestas porque si utilizamos la voluntad y la mente para expresarnos con la mejor voluntad y con discernimiento estaremos creando una memoria que será la base de un mejor destino. La memoria se forma gracias a la información que nos llega del exterior, ese es el material del que nos servimos para actuar, para pensar y para expresarnos; pero si no ponemos atención a lo que nos llega, a lo que hacemos y, en definitiva, a lo que somos, el material guardado en la memoria no será tan útil para nuestro propio desarrollo espiritual.

Recordemos que cuanto mayor atención consciente, buena voluntad y discernimiento ante la información que nos llega por medio de los sentidos, mayor disciplina y control sobre nuestros cuerpos y mayor desarrollo de los mismos tendremos. Según sea la calidad de lo que guardamos en la memoria así será de beneficioso o no el material del que formaremos nuestros pensamientos; según prestemos atención y nos sintamos atraídos o no por el mal (sentimientos, deseos, pensamientos …) así serán las vibraciones que tengamos y que emitamos a través de nuestros cuerpos. Por consiguiente, es necesario poner manos a la obra para disciplinar nuestros vehículos y nuestros sentidos.

Puesto que nuestra evolución depende actualmente de nuestros sentidos, es necesario dar la debida importancia a la educación de la percepción por medio de los mismos; no olvidemos que sin la información que nos llega no podemos evolucionar. Por eso es muy recomendable estar siempre muy atentos; ser conscientes de lo que nos rodea y de nuestra actitud y expresión; y observarse a sí mismo para ver cómo se piensa, como siente y qué se desea. Esta es la forma en que podemos acelerar nuestro desarrollo espiritual a la vez que desarrollamos nuevos sentidos. Nuestra mente necesita conocimientos y nuestro Ego experiencias que le ayuden a desarrollar los poderes del Espíritu. El Ego y la mente han desarrollado y siguen perfeccionando los sentidos de nuestros cuerpos pero, como son estos los sentidos que únicamente podemos utilizar, conviene mantenerlos en buen estado (cuidado del cuerpo físico) y agudizarlos en el mejor de los sentidos para que sean portadores de buen material para el uso de la mente (discernimiento) y de la voluntad. La buena voluntad, el discernimiento y la atención consciente son las herramientas más directas que el Yo superior tiene, si éstas son bien utilizadas, lo que percibamos y lo que asimilemos nos aportará un gran conocimiento que se transformará en intuición y sabiduría.

Francisco Nieto