miércoles, 16 de octubre de 2013

EL TRABAJO DE LA CONCIENCIA SOBRE LA PERSONALIDAD (I)





Todo ocultista sabe que el cuerpo físico, el cuerpo de deseos (de los sentimientos, deseos y emociones) y la mente (imaginación, pensamientos, intuición..) forman las personalidad o ego, mientras que la Esencia o Alma que está en el estado inmediatamente superior de los mundos a los que pertenece ese ego, es el Yo superior o Ego (con mayúscula) También sabemos los ocultistas que el futuro próximo de nuestra evolución pasa por que ese Ego domine a todos esos yoes (deseos, emociones y pensamientos) que dirigen nuestra vida cotidiana y que con su automatismo de acción nos perjudican, para que el Ego ocupe su lugar. De aquí que desde hace miles de años algunos Maestros e iniciados se hayan esforzado en darnos las instrucciones para conseguirlo. En definitiva se trata de conseguir separar la consciencia de la mente y del cuerpo de deseos para así actuar como un observador.

Para diferenciar el ego del Ego y el yo del Yo superior para así tener más claro de lo que hablamos, vamos a llamar “nuestro cuerpo” al conjunto formado por el cuerpo físico, de deseos y mental. ¿Por qué hacemos esto? 1º.- Porque el cuerpo físico como tal no es real y 2º.- Porque esas partes que forman nuestro cuerpo o personalidad (incluyendo la vida) están compenetradas. El cuerpo físico es una percepción de sus propios sentidos y nosotros, como mente, sólo percibimos lo externo y lo que, según su grado vibracional, alcanzan a percibir los ojos; sin embargo, no percibimos la Verdad que reside en lo interior. Así es que el cuerpo físico no es lo que aparenta ser, no es físico, ni líquido, es un conjunto de átomos vibrando en el vacío pero, sin embargo, está vivo. Como campo energético vibracional indica que podemos adentrarnos en el cuerpo para transcenderle y así saber verdaderamente quiénes somos y conocernos más allá de los deseos, de las emociones y de los pensamientos. Por tanto se trata de auto-observarnos, conocernos y alcanzar a nuestra verdadera Esencia o Alma para identificarnos con ella mientras hacemos lo contrario con el ego o yo inferior.

Como podemos comprobar, el aislamiento de los ruidos del mundo y de las respuestas involuntarias e inconscientes de nuestros cuerpos sutiles (cuerpo de deseos y mente) solo se puede conseguir por medio de la observación que hacemos como algo separado de todo ello, sea externo (lo que nos llega por los sentidos) o interno (sentimientos, emociones y pensamientos que la mente crea sin que lo deseemos ni que seamos conscientes) Para ser observadores o auto-observadores hay que estar como “presencia” es decir, conscientes en ese objeto u hecho aquí y ahora. No se puede estar presente si se está pensando porque si pensamos estamos  en el papel de la mente como pensadores, y eso solo se debe hacer (conscientemente) cuando las circunstancias lo requieran en este mundo. Para estar presente en cada momento y encontrar la paz hay que separase de la voz que habla en nuestro cerebro, es necesario que no haya identificación con la mente y mucho menos que nos dejemos llevar por sus constantes creaciones mentales.

Cuando conseguimos que esa voz cese percibimos una sensación de plenitud y bienestar que bien  podríamos definir como la vida misma en nosotros. Por tanto, estar presente en cada aquí y ahora es contactar con el flujo de la vida a través de lo que observamos o prestamos plena atención, es, en definitiva, estar presentes como conciencias. En este estado de conciencia y de libertad se puede disfrutar de la vida de otra forma a lo conocido porque la satisfacción no es física, pero esto no ocurre gracias a aquello que nos sucede sino al estado de auto-observación y conciencia que hemos alcanzado. No hay que confundir el “estar presente voluntaria y conscientemente” con la concentración porque ésta es mental y se practica con un objetivo (dominio de la mente) mientras que la atención u observación plena es relajada, no tiene objetivo y solo hace que “estar atenta” en cada momento o situación. Cuando practicamos esta atención plena nos podemos dar cuenta de cómo la mente está siempre en las cosas del pasado o proyectando hechos hacia el futuro pero casi nunca en el presente o aquí y ahora. Prestar plena atención a cualquier cosa es entrar de lleno en lo que ese instante contenga o muestre pero sin utilizar a la mente.

Cuando llevamos esta práctica hacia el interior de nuestro propio cuerpo nos convertimos en un observador o presencia silenciosa, en una esencia a diferencia de la mente que es un cuerpo o forma. De la mente proceden las identificaciones con el mundo físico y con lo interior o exterior, pero con la plena observación (lo que es consciencia) lo que hacemos es “observar” las formas sin identificarnos con ellas, (lo que también ayuda respecto al desapego, al egoísmo y al materialismo) Así podemos observar lo interno (actividad emocional y mental) los estados de ánimo, las circunstancias externas, etc. pero sin identificarnos con ellas. El observador silencioso es conciencia y por eso no está implicado en ese “hacer” constante de sensaciones, emociones y pensamientos; él es un “no hacer nada”, un simplemente “estar plenamente atento”. El observador silencioso no es ningún yo, es la presencia o conciencia que percibe sin identificarse con nada ni con el yo.

El cuerpo de deseos o emocional, junto con la mente, es uno de los dos aspectos personales que más impide el desarrollo espiritual y el control del Ego sobre la personalidad. Pero cuando digo “impide” me estoy refiriendo a la visión que la mayoría de las personas tienen respecto a que las emociones, sentimientos y deseos dominan a la personalidad sin que  ésta se dé cuenta de que puede impedirlo por el simple hecho de experimentarlos sin identificarse con ellos. Cuando, desde la posición del Ego o Alma, dejamos de considerar a las emociones como energías positivas o negativas y las experimentamos como formas temporales de energías fruto de impactos externos o de los pensamientos de la mente, comenzamos a verlas y a vivirlas de una manera más profunda y diferente; es decir, nos sentimos más libres porque no nos identificamos con ellas. Un motivo externo o un pensamiento interno puede causarnos, como efecto, odio, resentimiento, felicidad o alegría pero el que eso nos afecte y nos haga actuar y responder o no dependerá del hecho de ser conscientes o lo contario.

Como casi autómatas que somos, la mayoría de las veces respondemos a lo que vemos y oímos, a lo que nos hacen o a lo que sentimos, con una emoción o deseo inconsciente (que muchas veces nos arrepentimos de ello) y digo inconsciente porque estamos tan acostumbrados e identificados con ellos que no nos damos cuenta. Nos convertimos en emociones, deseos y pensamientos (buenos o malos) y según sea su naturaleza así nos comportamos y así engrandecemos ese amor, odio, resentimiento, etc. Como estos cuerpos están compenetrados y se comunican por su sutil vibración, cuanto más pensamos en ese impacto o pensamiento que nos ha afectado (por ejemplo de odio) más estimulamos y alimentamos la correspondiente emoción, y ésta, a su vez, atrae otras similares de su entorno y vuelve a estimular a la mente para que volvamos a pensar y a engrandecer el tema que nos afecta. De esta forma inconsciente estamos convirtiéndonos en odio, emitiendo vibraciones de odio hacia el exterior, y mostrando un semblante de odio y todo por no saber liberarnos de todo ello desde la posición de ese observador silencioso.

Cuando cualquier aspecto de este cuerpo de deseos nos afecta y nos domina (preocupaciones, problemas, miedos, etc.) buscamos la manera de librarnos de ellos porque sabemos que nos puede obsesionar, transformar e incluso poner enfermos. Para encontrar una solución debemos meternos en el cuerpo que es donde se origina todo esto que nos domina y perturba. Por tanto, si hacemos de observadores conscientes y estamos atentos plenamente a lo que ocurre entre las emociones y la mente sin entrar en ello y sin hacer juicios, entonces deja de identificarse y se libera. ¿Qué ha ocurrido?

1º.- Que una energía (mental o emocional) ha penetrado en el cuerpo.
2º.- Que el ego o personalidad a respondido y se ha implicado e identificado
       con ello hasta engrandecerlo.
3º.- Que el Ego o Conciencia lo ha observado sin inmiscuirse.
4º.- Que ha desaparecido y se ha sentido libre y en la más completa calma. 

Francisco Nieto

jueves, 3 de octubre de 2013

CAMBIANDO NUESTROS PATRONES MAGNÉTICOS (y II)





No es necesario decir o recordar los miles de “milagros” que se han producido en personas que dedicaban su vida a la oración o a la fe, es decir, de personas que estaban despiertas (tenían su atención y su consciencia) en las esferas del Alma. Hoy son muchos los experimentos realizados con el pensamiento y con la oración cuyos resultados han sido la alteración de la materia física. Es más, hay experimentos que demuestran que los rasgos personales quedan grabados y alteran la genética. Luego entonces, si sabemos que la voluntad puede gobernar a la mente y ésta a los deseos y a las emociones ¿Por qué no vamos a poder cambiar nuestros patrones energéticos para dejar de pensar en el pasado y así crear posibles oportunidades futuras? Ciertos experimentos han confirmado que los sentimientos y los pensamientos, no solo afectan a nuestra personalidad y a nuestra vida, sino que también lo hacen sobre el espacio y el tiempo, o sea, sobre el futuro.



No sé a cuántas de las personas que lean estos párrafos les habrá pasado pero yo tengo dos pruebas en mi vida que confirman este hecho, una de ellas podría estar relacionada con la fe, cuando en una carretera secundaria y a las tres de la madrugada me vi en unas circunstancias especialmente negativas pero, sin saber por qué, estaba seguro que alguien aparecería por algún sitio y me ayudaría; lo que así ocurrió con ciertos detalles especiales. La otra prueba está más relacionada con el hecho de “programar” o visualizar repetidamente durante un tiempo unas circunstancias o hechos que desde lo más profundo de mi corazón yo deseaba porque era muy importante para mí (pero pensando en el beneficio de otras personas) Yo estaba seguro que surgiría la oportunidad y que se cumpliría y así fue. Tanto en un caso como en otro mi mente trabajó para que se produjera un hecho futuro y, si bien podría decir que la fe, la oración, el agradecimiento de antemano a Dios y la auto-programación pudieron jugar algún papel en todo ello, lo cierto es que lo que yo deseaba y vivía como si ya se hubiera cumplido desde la conciencia del verdadero Yo o Alma, se me fue concedido.



Está claro que la rutina y la monotonía diaria y el hecho de expresar las mismas emociones y los mismos pensamientos, crean un arquetipo personal o campo energético de determinada vibración que estará en sintonía con algunas de las subdivisiones de los mundos emocional y mental. O sea, dependiendo del valor moral de los deseos y de las emociones así como del grado intelectual y espiritual que tengamos, así estarán nuestros cuerpos en sintonía (tanto en esta vida como después de la muerte) y se identificarán con esas regiones invisibles superiores. Si estamos muy dominados por los deseos y emociones inferiores llevaremos con nosotros y vibraremos de acuerdo a las vibraciones más bajas del mundo emocional. Si tenemos poco control mental y nuestra mente anda de un lado para otro sin que nos demos cuenta y sin que la observemos, vibraremos de acuerdo a las regiones inferiores del mundo del pensamiento donde hay más inconsciencia. Pero si nos esforzamos por pensar, sentir y actuar de una forma más elevada y positiva hasta el punto de crear una nueva personalidad, cuyo campo magnético coincida con las regiones superiores de ambos mundos, siempre tendremos muchas más posibilidades de “encontrar” una nueva realidad o de ser atraídos hacia una nueva situación. Para ello hay que observarlo todo con una nueva mente, hay que responder de diferente forma ante las circunstancias y experiencias, y hay que crear un nuevo estado mental como observador y creador de posibilidades en dichas regiones. Naturalmente que no se trata de pensar en el deseo de ser o alcanzar algo, sino de vivir como si lo fuéramos o como si lo hubiéramos alcanzado, porque sólo así podemos obtener una respuesta magnética de esas regiones espirituales.



Si seguimos actuando y expresándonos como siempre todos los resultados serán predecibles, pero si conseguimos que el mundo externo no gobierne el interno y que esa realidad rutinaria siga impidiendo que el verdadero yo despierte y cree voluntaria y conscientemente hechos positivos originales que rompan los esquemas cerebrales, entonces surgirá lo impredecible. Cuando, en vez de expresarnos de acuerdo al patrón rutinario de toda la vida somos creativos y vivimos en sintonía con los mundos espirituales, lo que estamos haciendo es pasar de “actuar” como efecto automático a “crear” causas conscientes. Si, además, incluso antes de obtener resultados  manifestamos gratitud, armonía y felicidad interna, lo estaremos lanzando hacia esas regiones para que, además de ayudar al mundo, el algún momento futuro obtengamos la correspondiente respuesta positiva. Si esas regiones y mundos están compuestos de materia influenciable y que responden a la voluntad del Alma, está claro que si cambiamos nuestros patrones magnéticos por otros derivados de una nueva manera de sentir y de pensar de acuerdo a un futuro lleno de positivismo, esa gran parte o porcentaje espiritual responderá a esta pequeña parte física. Cuando vibramos positivamente porque intentamos expresar sentimientos y pensamientos elevados, estamos siendo creadores de patrones magnéticos espirituales que, como sus creadores, nos traerán un mejor futuro. Es decir, cuando nuestra voluntad y mente creadora expresan consciente y voluntariamente la voluntad de Dios como nueva  forma de vida, las fuerzas espirituales responden.



Estamos hablando de un estado de consciencia “nuevo” en el que no nos dejemos influenciar por el pasado (problemas, disgustos, sentimientos y deseos negativos, etc.) ni donde podamos crear pensamientos negativos, porque si hacemos esto no podremos recibir nada nuevo sino más de lo mismo que expresamos. Esto es algo así como que al recordar un hecho pasado que nos causó sufrimiento, suframos otra vez o que, basándonos en un hecho que nos causó dolor en el pasado imaginemos que nos ocurrirá lo mismo en el futuro, ocurriendo entonces que los resultados o respuesta de las fuerzas ocultas sean siempre negativas. No podemos cambiar nuestros patrones de conducta y nuestra vida cotidiana si seguimos pensando y sintiendo igual y si aún nos dejamos dominar y nos expresamos de acuerdo a los recuerdos, problemas y sufrimientos del pasado. Pero menos avanzaremos aún si seguimos viendo todo a través de los sentidos sin ponernos en la posición de observadores y de pensadores, a la vez que nos identificamos con el mundo externo, con las emociones y con los pensamientos. Con el mundo del Alma, del verdadero Ego, sólo se puede contactar por medio de un perfecto y consciente control de la mente y de las emociones en cada momento presente o ahora; o sea, que al mundo del Alma hay que llegar como “no persona”.



Si estamos casi las 24 horas pensando en cosas sin importancia, en problemas, e incluso sin que el Yo se entere de lo que piensa la mente y de lo que siente el cuerpo ¿Cómo podemos esperar alguna respuesta positiva de los mundos superiores? La negatividad solo atrae negatividad, y lo que se piensa y se expresar inconscientemente tampoco puede traernos mucha ayuda. Vivir en el ambiente del Alma es algo así como cuando nos quedamos ensimismados y perdemos la noción del tiempo y del espacio. Y en un nivel algo más bajo es como intentar ser y ver a todo lo que nos rodea como lo vería el verdadero Ego. No podemos seguir viendo a las personas que nos han hecho daño como tal sino como Almas, no podemos ver el mundo según las experiencias que hayamos tenido en él; no podemos pensar en el futuro según los esquemas que tenemos guardados en el cerebro sino que debemos crearle desde esa posición de ensimismamiento y repetirlo a diario para luego llevarlo a la práctica. Es desde esta posición desde donde nos olvidamos de nuestro cuerpo físico y estamos plenamente atentos en cada ahora para expresar la nueva forma de sentir, de pensar y de ver la vida.



                            Francisco Nieto

lunes, 16 de septiembre de 2013

CAMBIANDO NUESTROS PATRONES MAGNÉTICOS (I)





            “La energía sigue al pensamiento” es una famosa frase entre los ocultistas que se suele interpretar como “allá donde enfoque su atención el hombre es donde pone su energía.” Algunas personas no tendrán muy claro su significado pero sabiendo que el 99,99 % o más somos energía, quizás comiencen a intuir la profundidad de lo que vamos a tratar. Es cierto que, aparentemente, somos lo que vemos, o sea, un cuerpo físico, pero la física actual ya ha demostrado que dentro de lo que llamamos materia hay células, moléculas y átomos, sin embargo, también es cierto que esos átomos se dividen en partículas (protón, neutrón, electrón) y otras subpartículas energéticas. Es así como podemos entender que la materia está compuesta de energía a la vez que dicha materia “flota” sobre un vacío (desde el punto de vista material) energético y que, estas partículas y subpartículas “flotan”, a su vez, sobre un vacío desconocido normalmente llamado “nada”.

Desde el punto de vista físico significa que lo que perciben nuestros sentidos podría estar  formado sólo por un 00,00010 % aproximadamente de materia física, es decir, que además de tener un cuerpo físico compuesto de materia como cualquier otra cosa, el porcentaje es tan pequeño que en realidad somos más “algo invisible” o “nada” que materia física. Esto es fácil de comprender, tenemos un cuerpo físico como el mineral (materia aparentemente sin vida) pero también tenemos otro que es la vitalidad que anima al anterior y hace que nos parezcamos a las plantas en que nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. Pero hay algo que nos separa de la imagen de la planta y nos asemeja a la de los animales superiores, y ese algo son los deseos y las emociones que no tienen los vegetales. Sin embargo, todos sabemos que el ser humano es superior al animal porque tiene voluntad, razonamiento y consciencia de sí mismo, por consiguiente, somos el reino más evolucionado que hay sobre la Tierra desde el punto de vista de la materia y de la conciencia.

Acabamos de decir que  desde el punto de vista físico o material, somos más “nada” que “algo” porque ese “algo” está solamente en el cuerpo físico pero, ¿Dónde está esa parte invisible o “nada”? está claro que esa “nada” es la base u origen de las partículas energéticas que forman el átomo como lo son las moléculas respecto a las células y a las formas físicas. En ocultismo esa base que, a su vez, vivifica el cuerpo físico se llama cuerpo etérico o vital. Pero cualquier persona sabe que tenemos deseos, emociones y pensamientos, lo que significa que, aunque tampoco lo veamos, existen también como algo “invisible” o “nada” que, de alguna manera, se reflejan en el cuerpo físico. Lo mismo ocurre con los pensamientos pero a éstos los creamos gracias a otro cuerpo llamado “mental”, gracias al cual el hombre ha construido todo lo que le rodea. Si, viendo esta  exposición, comprendemos que (para la mayoría de las personas) nos sentimos físicos porque nuestros sentidos perciben la materia física y porque no tenemos otros medios para ver esa parte “invisible”, entenderemos que puede ser posible que la propia evolución nos facilite los medios para adquirir otros sentidos o estado superior de conciencia que, progresivamente, nos haga ver esa otra parte invisible que ahora no vemos. Si el hombre ha pasado por estados de inconsciencia similares al vegetal o al animal y gracias a ellos ha adquirido la autoconciencia actual ¿por qué no va a poder adquirir otra conciencia superior si encuentra los medios?

Lo mismo que una montaña tiene algún camino que facilite la subida más cómodamente aunque se tarde más por el hecho de rodearla y otro que acorte el tiempo pero que sea más escarpado o difícil de subir, también nosotros tenemos otros medios para acelerar el proceso de adquirir un nuevo estado de conciencia esforzándonos por abandonar el que llevamos hasta ahora. Dejando a un lado el cuerpo físico y el vital que le anima, nuestra vida gira casi al 100 % sobre el cuerpo emocional y el mental, ya que pensamos de acuerdo a lo que sentimos y sentimos y pensamos de acuerdo a lo que hemos “creado” o lo que somos en nuestro cerebro. Es decir, todo lo que hemos guardado en el cerebro como resultado de las experiencias, es en lo que nos basamos para pensar, actuar o expresarnos. Y este “conocimiento” guardado en agrupaciones y circuitos de neuronas es lo que nos hace responder y actuar de la misma forma ante las circunstancias de la vida. Si el resultado de las experiencias ha creado un hábito, unos rasgos y un carácter en nuestra monótona y casi repetitiva vida, eso es lo que tenemos como “programa” de actuación en el cerebro, es decir, que casi siempre actuaremos igual en cada “presente” o “ahora” y que casi siempre viviremos y nos expresaremos de acuerdo a lo vivido en el pasado.

Esto significa que para cambiar esto y tener alguna posibilidad de crear una nueva vida tenemos dos opciones, una posible y la otra lo contrario. La posible es adquirir conocimientos nuevos y trabajar sobre ellos de la forma que ya explicaremos más adelante, y la imposible, que sería nacer cada día con un cerebro limpio pero con el conocimiento que damos aquí. En mi opinión, esta sería la solución al problema de que, como estamos tan identificados con el mundo y con el cuerpo físico nos dejamos dominar por los problemas, las circunstancias, deseos, preocupaciones y estrés que creamos y que nos atan a ese estado de conciencia que, desde el punto de vista del Alma, llamamos “dormido”. Si, como podemos ver, llevamos una vida casi predecible al 100 % porque hacemos todos los días lo mismo y respondemos como autómatas ¿no sería conveniente que encontráramos algo nuevo que nos sacara de esta forma de vida que nos ata tanto al cuerpo físico, a nuestro carácter o programa cerebral y al tiempo? ¿No habrá algún conocimiento que nos haga vivir conscientes y voluntariamente en el presente (despierto) y alguna forma de no vivir en el pasado creando la posibilidad de vivir ahora con otros pensamientos y emociones futuras?

Cada individuo vive en la realidad o mundo que él mismo ha creado con su pensamiento, una persona puede ser un pésimo conductor pero puede estar convencido de que es bueno, o una anoréxica puede estar muy delgada pero, en su pensamiento, puede verse gorda. Por otro lado, sabemos que podemos estar viendo la televisión o leyendo un libro sin apenas enterarnos de nada porque nuestra mente está deambulando de un sitio para otro sin ningún tipo de control por parte del Yo. Si cada pensamiento fuera creado consciente y voluntariamente por el Yo de forma que solo manifestara los positivos y constructivos, cabria preguntarse ¿No tendríamos otra personalidad y otra vida llena de posibilidades futuras guardadas en el cerebro a modo de programas? La filosofía oculta  me ha enseñado que, como deudas y resultados de las vidas anteriores, traemos “programadas” las líneas generales de nuestra vida, pero también me ha enseñando que tenemos un libre albedrío y que, como voluntad del Alma, podemos cambiar muchos hechos y circunstancias de nuestros destino. Por consiguiente, sé que mi voluntad es un aspecto del Espíritu y que cuando gobierna a la mente y la utiliza para dirigir y controlar a la personalidad, puede crearse una personalidad diferente y un mejor y nuevo destino. Y si, viendo lo hasta ahora expuesto, sabemos que lo que creemos ser y lo que entendemos por realidad es la parte física o casi “nada” de la “verdadera realidad” puesto que el resto es “invisible” o “Espíritu”, está claro que si trabajamos desde lo más elevado de esa parte invisible que en realidad somos, podremos elevar nuestra propia conciencia y crearnos un futuro mejor.

Esto tiene su analogía en las causas que se originar en una vida y que se reflejan como efecto en las siguientes de acuerdo al trabajo que haya hecho el Yo con sus respectivos cuerpos. Así, cuando en una vida nos esforzamos por elevar nuestra moral, nuestro intelecto y nuestro Espíritu pensando, tanto o más en el prójimo como en nosotros mismos, obtendremos una vida futura mucho más próspera. Des esta misma forma, si voluntaria y conscientemente pensáramos como Alma (99,999 % de autoconciencia) y como observadores de lo físico con la intención de que la conciencia afecte a la materia ¿No sería posible que la gran mayoría (poder del Alma) pueda cambiar a la minoría (la personalidad u hombre dormido)? Todo lo existente está basado en patrones energéticos o arquetipos que son creados en el mundo del pensamiento y, si el Alma existe en esos mismos planos, ¿No es lógico que tenga poder sobre esos arquetipos que en nosotros se manifiestan como patrones de conducta y en el mundo como “naturaleza”? Dicho de otra manera, si tenemos un cuerpo compuesto y relacionado con la clase de energía y grado de vibración existente en los mundos invisibles ¿No es lógico que esa conexión nos permita cambiarnos a nosotros mismos y a nuestro futuro?

Francisco Nieto

domingo, 1 de septiembre de 2013

AL ENCUENTRO DE LA PAZ INTERNA ( y II)






El ser humano siempre está buscando la felicidad y el bienestar a la vez que huye y detesta los problemas, miedos y tristezas que lleva dentro, y no se da cuenta de que la felicidad hay que encontrarla donde está el problema, o sea, dentro. Por mucho que queramos distraernos con todo lo que se nos ocurra, solo conseguiremos aplazar por un corto tiempo el sufrimiento de los problemas porque éstos siguen dentro, sólo cuando se observan y se aceptan sin meterse en ellos es cuando se transforman en felicidad. Por ejemplo, podemos tener un problema serio en el trabajo pero (aun estando en casa tranquilamente) cuanto más pensemos en él más preocupación, agobio o tristeza nos causará. Sin embargo, si lo traemos desde la memoria y lo observamos imparcialmente y sin emitir juicio ni entrar en él para nada, lo estaremos haciendo frente sin crear nada negativo en nuestro interior y, por tanto,  estaremos dando pie a que la influencia benéfica del Alma o Yo superior nos llegue.

Esto es una forma de meditar, hay quien medita para buscar un cierto estado de felicidad para luego quedarse en él todo el tiempo que pueda. Pero eso no soluciona los problemas a no ser que se transformen y solucionen en sentido de la forma, o bien que se observen atentamente para luego dejarles marchar y así hasta que desaparecen como influencias negativas, esto es, desde la posición del verdadero Yo u observador de la mente. En esta clase de meditación no es necesario hacer nada (posturas, respiraciones, etc.) es más, es necesario “dejar de hacer” para estar atentos a lo que hay en la mente, porque si prestamos atención a otras cosas no actuaremos como observadores del problema sino que estaremos centrado en otras cosas del mundo físico en vez de estar en el estado de conciencia del Yo. Es necesario comprender que el hecho de observar atentamente es tener la consciencia en lo observado, es decir, es abrir la puerta al Alma para que actúe sobre la personalidad y sus quehaceres pero sin involucrarse.

Naturalmente que, si tenemos que resolver un asunto, lo tenemos que hacer con nuestra voluntad y nuestra mente, pero no es lo mismo actuar como normalmente lo hacemos (por instinto, de forma automática o por costumbre) que hacerlo desde la posición de observador o conciencia donde está la buena voluntad y la paz interna. Esta práctica de “no hacer” y de observar atentamente nos lleva a descubrir progresivamente lo que verdaderamente somos, un ser libre de todos los problemas del mundo y de todo el sufrimiento que eso conlleva, y una persona cuya forma de vida es diferente de la mayoría de los que le rodean. Es más, cuando nos parece difícil estar en paz es bueno dejar todo y interiorizarse como observadores del cuerpo físico hasta que la paz del observador anule el problema de la personalidad. Esto es una manera de observar el hecho, de estar vivo (sentir la vida que habita en el cuerpo) de “Ser”, o de “estar sin hacer”, lo que nos lleva a no percibir el tiempo como tal y a una elevación del estado de conciencia.

No hay persona que no esté deseosa de liberarse del peso de muchas cosas de su vida o incluso de la vida misma, otros se conformarían con liberarse de la actividad mental incontrolada, de las emociones o de los deseos que les dominan pero, de una forma u otra, todos vamos dejando el esfuerzo para otro momento futuro. Cuando, como conciencia, estamos “fuera de este mundo” aun siendo de él, podemos observar todos esos cuerpos y aspectos internos de la personalidad como algo muy lejano (por no decir ajeno) a nosotros. Esa “observación atenta” como consciencia, por encima de la personalidad en cada segundo o momento presente, es lo que se convierte en paz, tranquilidad y silencio; solo es necesario que ese tumulto de emociones y pensamiento sean libres mientras se está en el silencio interno. La actividad y sufrimiento causado por la mente, las emociones y los deseos; la memoria del pasado o proyectos de futuro; la negatividad en todas sus formas, etc.,  son formas temporales y superficiales que terminan por desintegrarse. Es más, cualquier forma o sufrimiento que es acogido y observado como hemos dicho, se transforma en paz y en felicidad.

La aspiración interna del ser humano es que se acaben los conflictos internos duales y los problemas con el entorno y con el mundo incluso instintiva o inconscientemente. Estamos deseosos por regresar a nuestro hogar como Espíritus, deseosos de elevar nuestra conciencia, de acabar con la esclavitud de la mente, de los deseos y de todo lo que nos hace sufrir. Cuando actuamos desde el “recuerdo de sí”, desde la conciencia que actúa como observador que  no enjuicia ni critica, la mente se queda inactiva y surge la paz y la calma a la vez que el espacio-tiempo parece que se expande. Esta es la meta más próxima que el común de la humanidad puede alcanzar y que algunos llaman “iluminación”. Cuando no se está identificado con la mente ni con esa idea que de nosotros tenemos como personalidad pero se está totalmente consciente, podemos vivir por unos instantes en ese estado del Ser y sentirnos totalmente libres y vivos. Este nivel de conciencia no está fuera de nosotros ni hay que buscarlo por ahí, lo tenemos dentro y no es otra cosa que “eso que percibe y que observa” como conciencia en cada aquí y ahora.

Por consiguiente, se trata de permanecer atentos a ese punto de donde nace la percepción y la observación pero sin distraerse con el objeto que se percibe puesto que ese objeto o forma es temporal ydel mundo físico. Se puede vivir en el mundo pero si lo hacemos desde el estado de conciencia del Ser o Yo superior actuando, pensando y sintiendo desde ese estado iremos dejando paso a la conciencia para hacernos uno con ella a la vez que abandonamos  a la personalidad. La meta a alcanzar por el verdadero aspirante espiritual es separar la conciencia de los pensamientos para trabajar desde la conciencia de manera tal que los pensamientos y la mente ya no dirijan su vida. El hecho de conseguir que la mente esté al servicio de la conciencia trae consigo la disolución de la personalidad y de la idea que se tiene de sí mismo.

La mente, los pensamientos, las emociones, las normas, las costumbres, las opiniones, etc. son formas y pertenecen al mundo de la forma y de la personalidad, pero quien alcanza el nivel de conciencia del que hablamos, honra, respeta, cuida y vive en la forma sin identificarse con ella. Estas personas así elevadas disfrutan de la  verdadera naturaleza del Ser y actúan conscientemente según sus ideales y sus objetivos en la vida; ellos hablan al Alma de cada uno y no a la personalidad ni a la mente; no suelen dar información sino que intentan que nos alejemos de ella y de los hábitos (entre otras cosas) para que miremos dentro de cada uno; y intentan que estemos en el presente o ahora. Los mismo que el ruido mundano nos impulsa a buscar el aislamiento para vivir en la tranquilidad, así las negatividades que afectan a nuestros cuerpos sutiles creando emociones y pensamientos incontrolados y perjudiciales para el aspirante espiritual, nos impulsan a encontrar la paz y la felicidad interna; hecho que solo se consigue cuando actuamos como conciencia u observadores del aquí y ahora.


                        Francisco Nieto