La vida en el purgatorio, o el
infierno para algunos, es casi una continuación de la vida física en el sentido
de que la persona sigue sintiendo, pensando y deseando lo mismo, por eso se suele decir que durante la vida llevamos
con nosotros el Cielo o el Infierno según sea nuestro desarrollo interno y
según sean y controlemos las emociones. Las personas con maldad y egoístas
se sorprenderán porque ni se imaginan lo que es el Purgatorio, sin embargo,
todos deberíamos tener siempre presente que según sean nuestros pensamientos y
sentimientos así serán nuestras vibraciones y la materia que atraigamos del
Mundo de Deseos y Mental y, por consiguiente, así estaremos formando nuestro
futuro estado post-morten. Aunque se
puede considerar al Purgatorio como una clínica donde “recibimos un tratamiento
para curarnos de nuestros males”, es conveniente saber qué ocurre allí
respecto al mal que hacemos a los demás.
A lo largo de
nuestra vida, estamos grabando todas las experiencias (relacionadas con
nuestros deseos, sentimientos, palabras, pensamientos y acciones) en un átomo
que después de la muerte nos llevamos para poder extraer el beneficio del bien
y del mal que hayamos hecho en la Tierra. Una vez en el Purgatorio y durante un
tiempo, llevamos una vida similar a la terrestre porque estamos en los mismos sitios y entre las mismas personas con las que,
en sus noches y mientras su cuerpo duerme, contactamos (digo sus noches
porque en el Purgatorio no hay noches para los que ya no viven) También estamos
entre otros seres “muertos” y otros que viven pero que se dedican a ayudar a los
muertos. Pero claro, si esto solo fuera así sería un cielo, porque a algunas
buenas personas incluso se les permite visitar el Cielo situado en las regiones
superiores o visitar a sus seres queridos en la Tierra. Pero, ¿Por qué se llama
Purgatorio? pues porque según van pasando las imágenes de la vida pasada, con
sus correspondientes descansos entre un hecho que hay que purgar y otro, se va
sufriendo el mal que hemos causado a los demás. Algunos piensan que ese “sufrir el mal que hemos causado” es algo
así como un simple arrepentimiento, pero no es así, porque el dolor surge
cuando la fuerza de repulsión de ese mal “arranca”
la imagen o hecho de nuestro cuerpo de deseos. Así es que cada vez que nos llega una imagen que hay que purgar no permanecemos
como un espectador ante ella, sino que sentimos el dolor causado al prójimo
como si estuviéramos en su cuerpo en el momento de la ofensa y con el mismo
grado (de odio, de deseo, etc.) con que lo emitimos.
En la primera
región del Purgatorio, es donde más se sufre por las peores maldades, pero
también por no poder satisfacer los deseos y las pasiones por el hecho de
desearlos y buscarlas y no encontrarlas. Si en esta región sufrimos porque por
la falta de sentidos físicos no podemos satisfacer las pasiones, en la segunda
ocurre algo parecido pero respecto a los pensamientos, es decir, que pensar
como pensábamos en la Tierra ya no sirve de nada porque la mayoría de los
pensamientos son inútiles para el Alma. En la tercera región y entre otras
cosas, ocurre algo similar a las anteriores pero respecto a los deseos y
anhelos libres de maldad aunque terrenales, hasta que en la cuarta, por fin,
desaparece el deseo de vivir en la Tierra aun teniendo todavía algún recuerdo o
nostalgia de ella. Solo cuando se ha revivido la parte que corresponde al Cielo
es cuando ya no queda ni siquiera esa nostalgia de la vida pasada, es más,
desaparecen incluso las aspiraciones espirituales personales. Entonces es
cuando la quintaesencia de las experiencias que hizo el hombre en su vida
pasada penetra en el mundo del Ego o Alma, para así estar más cerca de su Padre
y hacerse un poco más a Su imagen y semejanza. Por fin y ya en su hogar, el hombre desaparecido descansa como Alma
hasta que al cabo de muchos años de felicidad interna, siente la necesidad de
nuevas experiencias.
Como he dicho
antes, el resultado de la purgación efectuada sobre la película que nos
llevamos en el momento de la muerte, queda grabado en otro átomo especial
(llamado permanente o simiente) en sentido moral para que en la próxima vida
nos hable como voz de la conciencia
cuando vayamos a hacer algo malo e incluso después de haberlo hecho. Una vez
arrancada y disuelta la materia de baja vibración del cuerpo de deseos relacionada
con el infierno y con el purgatorio, el hombre puede elevarse a las regiones
superiores o Cielo donde recibirá la recompensa por sus buenas obras para que
en la próxima vida le sirva de aliciente para que siga haciendo el bien. Pero
el lector tampoco debe tener ese miedo que algunas religiones inculcaban con el
Infierno y el Purgatorio porque, como he dicho, es una especie de clínica para
purificar al paciente del mal mientras el paciente está asistido por otros
seres humanos Ángeles e incluso Arcángeles. Claro que, al igual que aquí se ingresa en un hospital por enfermedades graves y
menos graves, también allí hay un verdadero infierno o cirugía del dolor para
los que “están muy enfermos”, es decir, para los que han hecho mucho mal.
El cuerpo de deseos se abandona para ir al Cielo como se abandonaron los otros
cuerpos en la Tierra, de hecho, tanto unos como otros tardan un tiempo en
descomponerse. Pero cuando la persona es verdaderamente malvada, ese cuerpo de
deseos se cristaliza y se compenetra hasta tal punto con el cuerpo etérico que
puede subsistir hasta que el Ego renazca de nuevo. Entonces y puesto que el
átomo-simiente de ese cuerpo tiene que atraer materia para el nuevo cuerpo de
deseos, también atrae al cuerpo de la anterior vida (llamado en la filosofía
rosacruz: cuerpo del pecado) y el hombre
renace con una doble personalidad que bien puede ser más o menos buena por su nuevo cuerpo de
deseos y mala por el antiguo.
Una vez
comprendido lo dicho en estos párrafos, está claro que el ser humano debe
esforzarse por acortar el tiempo en el Purgatorio, y para ello debe procurar no
hacer mal con sus deseos, sentimientos, pensamientos y acciones. Pero además de
eso tiene otras formas de ayudarse a sí mismo, por ejemplo:
1º.- Auto-programándose cada
mañana para visualizar los momentos en que suele car en el mal durante el día
para verse superando el problema y emitiendo sentimientos y pensamientos
positivos hacia los demás.
2º.- Haciendo una retrospección
visual desde el momento de acostarse hasta que se levantó por la mañana para
ver dónde, cómo y por qué ha caído en el mal y así proponerse no caer al
siguiente día.
3º.- Una vez al año o, al menos,
antes de morir apuntar todo lo que se recuerde del mal que se ha hecho durante
ese año o vida para luego hacer un verdadero ejercicio de arrepentimiento,
reforma y restitución.
Francisco
Nieto
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