miércoles, 16 de octubre de 2013

EL TRABAJO DE LA CONCIENCIA SOBRE LA PERSONALIDAD (I)





Todo ocultista sabe que el cuerpo físico, el cuerpo de deseos (de los sentimientos, deseos y emociones) y la mente (imaginación, pensamientos, intuición..) forman las personalidad o ego, mientras que la Esencia o Alma que está en el estado inmediatamente superior de los mundos a los que pertenece ese ego, es el Yo superior o Ego (con mayúscula) También sabemos los ocultistas que el futuro próximo de nuestra evolución pasa por que ese Ego domine a todos esos yoes (deseos, emociones y pensamientos) que dirigen nuestra vida cotidiana y que con su automatismo de acción nos perjudican, para que el Ego ocupe su lugar. De aquí que desde hace miles de años algunos Maestros e iniciados se hayan esforzado en darnos las instrucciones para conseguirlo. En definitiva se trata de conseguir separar la consciencia de la mente y del cuerpo de deseos para así actuar como un observador.

Para diferenciar el ego del Ego y el yo del Yo superior para así tener más claro de lo que hablamos, vamos a llamar “nuestro cuerpo” al conjunto formado por el cuerpo físico, de deseos y mental. ¿Por qué hacemos esto? 1º.- Porque el cuerpo físico como tal no es real y 2º.- Porque esas partes que forman nuestro cuerpo o personalidad (incluyendo la vida) están compenetradas. El cuerpo físico es una percepción de sus propios sentidos y nosotros, como mente, sólo percibimos lo externo y lo que, según su grado vibracional, alcanzan a percibir los ojos; sin embargo, no percibimos la Verdad que reside en lo interior. Así es que el cuerpo físico no es lo que aparenta ser, no es físico, ni líquido, es un conjunto de átomos vibrando en el vacío pero, sin embargo, está vivo. Como campo energético vibracional indica que podemos adentrarnos en el cuerpo para transcenderle y así saber verdaderamente quiénes somos y conocernos más allá de los deseos, de las emociones y de los pensamientos. Por tanto se trata de auto-observarnos, conocernos y alcanzar a nuestra verdadera Esencia o Alma para identificarnos con ella mientras hacemos lo contrario con el ego o yo inferior.

Como podemos comprobar, el aislamiento de los ruidos del mundo y de las respuestas involuntarias e inconscientes de nuestros cuerpos sutiles (cuerpo de deseos y mente) solo se puede conseguir por medio de la observación que hacemos como algo separado de todo ello, sea externo (lo que nos llega por los sentidos) o interno (sentimientos, emociones y pensamientos que la mente crea sin que lo deseemos ni que seamos conscientes) Para ser observadores o auto-observadores hay que estar como “presencia” es decir, conscientes en ese objeto u hecho aquí y ahora. No se puede estar presente si se está pensando porque si pensamos estamos  en el papel de la mente como pensadores, y eso solo se debe hacer (conscientemente) cuando las circunstancias lo requieran en este mundo. Para estar presente en cada momento y encontrar la paz hay que separase de la voz que habla en nuestro cerebro, es necesario que no haya identificación con la mente y mucho menos que nos dejemos llevar por sus constantes creaciones mentales.

Cuando conseguimos que esa voz cese percibimos una sensación de plenitud y bienestar que bien  podríamos definir como la vida misma en nosotros. Por tanto, estar presente en cada aquí y ahora es contactar con el flujo de la vida a través de lo que observamos o prestamos plena atención, es, en definitiva, estar presentes como conciencias. En este estado de conciencia y de libertad se puede disfrutar de la vida de otra forma a lo conocido porque la satisfacción no es física, pero esto no ocurre gracias a aquello que nos sucede sino al estado de auto-observación y conciencia que hemos alcanzado. No hay que confundir el “estar presente voluntaria y conscientemente” con la concentración porque ésta es mental y se practica con un objetivo (dominio de la mente) mientras que la atención u observación plena es relajada, no tiene objetivo y solo hace que “estar atenta” en cada momento o situación. Cuando practicamos esta atención plena nos podemos dar cuenta de cómo la mente está siempre en las cosas del pasado o proyectando hechos hacia el futuro pero casi nunca en el presente o aquí y ahora. Prestar plena atención a cualquier cosa es entrar de lleno en lo que ese instante contenga o muestre pero sin utilizar a la mente.

Cuando llevamos esta práctica hacia el interior de nuestro propio cuerpo nos convertimos en un observador o presencia silenciosa, en una esencia a diferencia de la mente que es un cuerpo o forma. De la mente proceden las identificaciones con el mundo físico y con lo interior o exterior, pero con la plena observación (lo que es consciencia) lo que hacemos es “observar” las formas sin identificarnos con ellas, (lo que también ayuda respecto al desapego, al egoísmo y al materialismo) Así podemos observar lo interno (actividad emocional y mental) los estados de ánimo, las circunstancias externas, etc. pero sin identificarnos con ellas. El observador silencioso es conciencia y por eso no está implicado en ese “hacer” constante de sensaciones, emociones y pensamientos; él es un “no hacer nada”, un simplemente “estar plenamente atento”. El observador silencioso no es ningún yo, es la presencia o conciencia que percibe sin identificarse con nada ni con el yo.

El cuerpo de deseos o emocional, junto con la mente, es uno de los dos aspectos personales que más impide el desarrollo espiritual y el control del Ego sobre la personalidad. Pero cuando digo “impide” me estoy refiriendo a la visión que la mayoría de las personas tienen respecto a que las emociones, sentimientos y deseos dominan a la personalidad sin que  ésta se dé cuenta de que puede impedirlo por el simple hecho de experimentarlos sin identificarse con ellos. Cuando, desde la posición del Ego o Alma, dejamos de considerar a las emociones como energías positivas o negativas y las experimentamos como formas temporales de energías fruto de impactos externos o de los pensamientos de la mente, comenzamos a verlas y a vivirlas de una manera más profunda y diferente; es decir, nos sentimos más libres porque no nos identificamos con ellas. Un motivo externo o un pensamiento interno puede causarnos, como efecto, odio, resentimiento, felicidad o alegría pero el que eso nos afecte y nos haga actuar y responder o no dependerá del hecho de ser conscientes o lo contario.

Como casi autómatas que somos, la mayoría de las veces respondemos a lo que vemos y oímos, a lo que nos hacen o a lo que sentimos, con una emoción o deseo inconsciente (que muchas veces nos arrepentimos de ello) y digo inconsciente porque estamos tan acostumbrados e identificados con ellos que no nos damos cuenta. Nos convertimos en emociones, deseos y pensamientos (buenos o malos) y según sea su naturaleza así nos comportamos y así engrandecemos ese amor, odio, resentimiento, etc. Como estos cuerpos están compenetrados y se comunican por su sutil vibración, cuanto más pensamos en ese impacto o pensamiento que nos ha afectado (por ejemplo de odio) más estimulamos y alimentamos la correspondiente emoción, y ésta, a su vez, atrae otras similares de su entorno y vuelve a estimular a la mente para que volvamos a pensar y a engrandecer el tema que nos afecta. De esta forma inconsciente estamos convirtiéndonos en odio, emitiendo vibraciones de odio hacia el exterior, y mostrando un semblante de odio y todo por no saber liberarnos de todo ello desde la posición de ese observador silencioso.

Cuando cualquier aspecto de este cuerpo de deseos nos afecta y nos domina (preocupaciones, problemas, miedos, etc.) buscamos la manera de librarnos de ellos porque sabemos que nos puede obsesionar, transformar e incluso poner enfermos. Para encontrar una solución debemos meternos en el cuerpo que es donde se origina todo esto que nos domina y perturba. Por tanto, si hacemos de observadores conscientes y estamos atentos plenamente a lo que ocurre entre las emociones y la mente sin entrar en ello y sin hacer juicios, entonces deja de identificarse y se libera. ¿Qué ha ocurrido?

1º.- Que una energía (mental o emocional) ha penetrado en el cuerpo.
2º.- Que el ego o personalidad a respondido y se ha implicado e identificado
       con ello hasta engrandecerlo.
3º.- Que el Ego o Conciencia lo ha observado sin inmiscuirse.
4º.- Que ha desaparecido y se ha sentido libre y en la más completa calma. 

Francisco Nieto

jueves, 3 de octubre de 2013

CAMBIANDO NUESTROS PATRONES MAGNÉTICOS (y II)





No es necesario decir o recordar los miles de “milagros” que se han producido en personas que dedicaban su vida a la oración o a la fe, es decir, de personas que estaban despiertas (tenían su atención y su consciencia) en las esferas del Alma. Hoy son muchos los experimentos realizados con el pensamiento y con la oración cuyos resultados han sido la alteración de la materia física. Es más, hay experimentos que demuestran que los rasgos personales quedan grabados y alteran la genética. Luego entonces, si sabemos que la voluntad puede gobernar a la mente y ésta a los deseos y a las emociones ¿Por qué no vamos a poder cambiar nuestros patrones energéticos para dejar de pensar en el pasado y así crear posibles oportunidades futuras? Ciertos experimentos han confirmado que los sentimientos y los pensamientos, no solo afectan a nuestra personalidad y a nuestra vida, sino que también lo hacen sobre el espacio y el tiempo, o sea, sobre el futuro.



No sé a cuántas de las personas que lean estos párrafos les habrá pasado pero yo tengo dos pruebas en mi vida que confirman este hecho, una de ellas podría estar relacionada con la fe, cuando en una carretera secundaria y a las tres de la madrugada me vi en unas circunstancias especialmente negativas pero, sin saber por qué, estaba seguro que alguien aparecería por algún sitio y me ayudaría; lo que así ocurrió con ciertos detalles especiales. La otra prueba está más relacionada con el hecho de “programar” o visualizar repetidamente durante un tiempo unas circunstancias o hechos que desde lo más profundo de mi corazón yo deseaba porque era muy importante para mí (pero pensando en el beneficio de otras personas) Yo estaba seguro que surgiría la oportunidad y que se cumpliría y así fue. Tanto en un caso como en otro mi mente trabajó para que se produjera un hecho futuro y, si bien podría decir que la fe, la oración, el agradecimiento de antemano a Dios y la auto-programación pudieron jugar algún papel en todo ello, lo cierto es que lo que yo deseaba y vivía como si ya se hubiera cumplido desde la conciencia del verdadero Yo o Alma, se me fue concedido.



Está claro que la rutina y la monotonía diaria y el hecho de expresar las mismas emociones y los mismos pensamientos, crean un arquetipo personal o campo energético de determinada vibración que estará en sintonía con algunas de las subdivisiones de los mundos emocional y mental. O sea, dependiendo del valor moral de los deseos y de las emociones así como del grado intelectual y espiritual que tengamos, así estarán nuestros cuerpos en sintonía (tanto en esta vida como después de la muerte) y se identificarán con esas regiones invisibles superiores. Si estamos muy dominados por los deseos y emociones inferiores llevaremos con nosotros y vibraremos de acuerdo a las vibraciones más bajas del mundo emocional. Si tenemos poco control mental y nuestra mente anda de un lado para otro sin que nos demos cuenta y sin que la observemos, vibraremos de acuerdo a las regiones inferiores del mundo del pensamiento donde hay más inconsciencia. Pero si nos esforzamos por pensar, sentir y actuar de una forma más elevada y positiva hasta el punto de crear una nueva personalidad, cuyo campo magnético coincida con las regiones superiores de ambos mundos, siempre tendremos muchas más posibilidades de “encontrar” una nueva realidad o de ser atraídos hacia una nueva situación. Para ello hay que observarlo todo con una nueva mente, hay que responder de diferente forma ante las circunstancias y experiencias, y hay que crear un nuevo estado mental como observador y creador de posibilidades en dichas regiones. Naturalmente que no se trata de pensar en el deseo de ser o alcanzar algo, sino de vivir como si lo fuéramos o como si lo hubiéramos alcanzado, porque sólo así podemos obtener una respuesta magnética de esas regiones espirituales.



Si seguimos actuando y expresándonos como siempre todos los resultados serán predecibles, pero si conseguimos que el mundo externo no gobierne el interno y que esa realidad rutinaria siga impidiendo que el verdadero yo despierte y cree voluntaria y conscientemente hechos positivos originales que rompan los esquemas cerebrales, entonces surgirá lo impredecible. Cuando, en vez de expresarnos de acuerdo al patrón rutinario de toda la vida somos creativos y vivimos en sintonía con los mundos espirituales, lo que estamos haciendo es pasar de “actuar” como efecto automático a “crear” causas conscientes. Si, además, incluso antes de obtener resultados  manifestamos gratitud, armonía y felicidad interna, lo estaremos lanzando hacia esas regiones para que, además de ayudar al mundo, el algún momento futuro obtengamos la correspondiente respuesta positiva. Si esas regiones y mundos están compuestos de materia influenciable y que responden a la voluntad del Alma, está claro que si cambiamos nuestros patrones magnéticos por otros derivados de una nueva manera de sentir y de pensar de acuerdo a un futuro lleno de positivismo, esa gran parte o porcentaje espiritual responderá a esta pequeña parte física. Cuando vibramos positivamente porque intentamos expresar sentimientos y pensamientos elevados, estamos siendo creadores de patrones magnéticos espirituales que, como sus creadores, nos traerán un mejor futuro. Es decir, cuando nuestra voluntad y mente creadora expresan consciente y voluntariamente la voluntad de Dios como nueva  forma de vida, las fuerzas espirituales responden.



Estamos hablando de un estado de consciencia “nuevo” en el que no nos dejemos influenciar por el pasado (problemas, disgustos, sentimientos y deseos negativos, etc.) ni donde podamos crear pensamientos negativos, porque si hacemos esto no podremos recibir nada nuevo sino más de lo mismo que expresamos. Esto es algo así como que al recordar un hecho pasado que nos causó sufrimiento, suframos otra vez o que, basándonos en un hecho que nos causó dolor en el pasado imaginemos que nos ocurrirá lo mismo en el futuro, ocurriendo entonces que los resultados o respuesta de las fuerzas ocultas sean siempre negativas. No podemos cambiar nuestros patrones de conducta y nuestra vida cotidiana si seguimos pensando y sintiendo igual y si aún nos dejamos dominar y nos expresamos de acuerdo a los recuerdos, problemas y sufrimientos del pasado. Pero menos avanzaremos aún si seguimos viendo todo a través de los sentidos sin ponernos en la posición de observadores y de pensadores, a la vez que nos identificamos con el mundo externo, con las emociones y con los pensamientos. Con el mundo del Alma, del verdadero Ego, sólo se puede contactar por medio de un perfecto y consciente control de la mente y de las emociones en cada momento presente o ahora; o sea, que al mundo del Alma hay que llegar como “no persona”.



Si estamos casi las 24 horas pensando en cosas sin importancia, en problemas, e incluso sin que el Yo se entere de lo que piensa la mente y de lo que siente el cuerpo ¿Cómo podemos esperar alguna respuesta positiva de los mundos superiores? La negatividad solo atrae negatividad, y lo que se piensa y se expresar inconscientemente tampoco puede traernos mucha ayuda. Vivir en el ambiente del Alma es algo así como cuando nos quedamos ensimismados y perdemos la noción del tiempo y del espacio. Y en un nivel algo más bajo es como intentar ser y ver a todo lo que nos rodea como lo vería el verdadero Ego. No podemos seguir viendo a las personas que nos han hecho daño como tal sino como Almas, no podemos ver el mundo según las experiencias que hayamos tenido en él; no podemos pensar en el futuro según los esquemas que tenemos guardados en el cerebro sino que debemos crearle desde esa posición de ensimismamiento y repetirlo a diario para luego llevarlo a la práctica. Es desde esta posición desde donde nos olvidamos de nuestro cuerpo físico y estamos plenamente atentos en cada ahora para expresar la nueva forma de sentir, de pensar y de ver la vida.



                            Francisco Nieto