domingo, 20 de enero de 2013

EL ASPIRANTE ESPIRITUAL Y SU OBRA (III)




Como es de imaginar por los aspirantes noveles, el sendero de espiritualidad que lleva a hacernos colaboradores de Dios no es un sendero fácil sino que es un sendero de imprevistos, caídas y derrotas, abandonos y volver a empezar, etc. De ahí que muchos candidatos abandonen en los primeros pasos, de hecho, las pruebas y tentaciones surgen hasta el último momento y pueden hacer caer incluso a los que llevan toda una vida de sacrificio. En las últimas etapas, cuando el aspirante está más confiado de su victoria, las tentaciones son más sutiles y las fuerzas malignas siempre intentan hacer caer al que intenta avivar la luz del Espíritu. Los mismos aspirantes veteranos caen muchas veces por sus propias reacciones y expresiones de lo que están alcanzando internamente. El orgullo y otros aspectos personales surgen haciendo que se olviden de la humildad y de que lo que alcanzan internamente es para utilizarlo en favor del prójimo. Los deseos y malos hábitos antiguos vuelven a aparecer con más fuerza y sutiliza para tentar y hacer caer al aspirante. Todo lo que ha causado ardor y pasión en el aspirante deber ser expulsado para que no sean motivo de tentación; de nada sirve eliminar de nuestra vida las cosas insignificantes, son las cosas que representan toda nuestra vida personal las que hay que eliminar.



Es una gran ayuda para el aspirante estar siempre conscientemente presente como tal y saber que tendrá pruebas y tentaciones que intentarán apartarle de sus ideales y de las enseñanzas, incluso estando en momentos de oscuridad siempre encontrará una salida. Es necesario haberse purificado mucho y haber superado o abandonado los defectos y malos hábitos antes de que podamos sentir la influencia del Yo superior como guía de nuestros destinos. Las emociones deben ser purificadas, la mente controlada, la perseverancia y el esfuerzo siempre activos y la fe siempre presente para que el Yo ilumine en alguna medida al aspirante. Si no se llevan a cabo estas prácticas es posible que se fracase ante las pruebas y surja la angustia y la desesperación o que termine en fracaso y abandono. Por el contrario, si el aspirante vuelve a recuperarse y a sacrificarse humildemente por continuar, arrepintiéndose y teniendo una fe inquebrantable, siempre tendrá la ayuda necesaria de nuestros hermanos mayores.


Deben desaparecer todos los deseos, sentimientos y pensamientos egoístas que obstaculizan el desarrollo espiritual y que evitan que la personalidad sea gobernada por el Yo superior; pues el aspirante debe saber con toda seguridad que las privaciones personales serán recompensadas en el mundo del Espíritu. Las tentaciones y pruebas son necesarias porque fortalecen y demuestran hasta qué punto un hombre puede vencer al mal estando en la Verdad y como conciencia del Alma. Es necesario mantenerse siempre alerta y atento a lo que hablamos, sentimos, deseamos y pensamos si no queremos vernos traicionados por la propia personalidad. Da igual que sea una tentación, una decisión equivocada, un falso maestro o una falsa enseñanza lo que nos haga caer, lo cierto es que aún tenemos ciertas debilidades que responden a esos hechos. Es más, si aún así echamos la culpa a dichos hechos significa que hemos caído más aún porque el único culpable de la caída somos nosotros. De ahí la necesidad de controlar nuestros cuerpos y de batallar contra nuestro propio enemigo, la personalidad, formada por los deseos, emociones y pensamientos contrarios al Espíritu. Mientras el aspirante siga aceptando toda la negatividad personal como algo con derecho a existir, será incapaz de salir de la obscuridad y de eliminar la influencia de las fuerzas invisibles que le obstaculizan.


También es importante que el aspirante sepa que, además de las tentaciones y pruebas que la vida cotidiana nos pone, hay otras que surgen en nosotros si somos débiles al respecto. Algunos aspirantes se han visto separados del sendero por medio de “maestros” que han sabido alucinar a sus seguidores con palabrería y falsas promesas asegurando que tiene ciertos poderes; otros han caído en la magia negra por hacer determinados ejercicios que les han llevado a contactar con espíritus elementales o seres de las regiones más bajas de los mundos invisibles; otros actúan dejándose llevar por toda una serie de fantasías e imaginaciones que no llevan a ninguna parte pero que sí desvían del verdadero sendero; y otros caen en las redes de asociaciones que miran mucho por sus intereses económicos y poco por el desarrollo espiritual de sus alumnos. Pero suele ocurrir que, cuando el aspirante comienza a desviarse del sendero algo de su interior le advierte o algo en el mundo físico surge como oportunidad para que vuelva al mismo. Pero una de las peores tentaciones a superar o caídas es aquella en la que el mismo aspirante, veteranos en conocimientos y guiado por la vanidad o la ambición, crea una escuela y se rodea de ”discípulos” que le halagan y siguen como corderos; aunque esta escuela diga ser altruista (por lo general no lo son) al final terminará en nada y el aspirante caerá en una obscuridad temporal.


El desarrollo espiritual que el aspirante intenta alcanzar no es un aumento de entendimiento de la Obra Divina o un crecimiento emocional o descubrir una serie de aspiraciones e ideales elevados. El desarrollo espiritual es algo innato y natural en el ser humano como natural es el desarrollo y crecimiento de una semilla, con la diferencia de que cada Alma tiene su propia línea de desarrollo según su grado y karma; sin embargo, nuestro origen y nuestro destino es el mismo, es decir, Dios. Nosotros fuimos creados para que desarrolláramos los poderes latentes en poderes dinámicos del Espíritu pero también para conocer, amar y servir a Dios y a nuestros hermanos. El desarrollo espiritual se obtiene desde dentro y no desde fuera, nadie lo puede hacer por nosotros porque es en nosotros donde encontramos el Camino, la Verdad y la Vida. Cuando, por fin y quizás después´ de muchas caídas o vidas de sacrificio tomamos el verdadero sendero, nuestro Espíritu se encarga de guiarnos; y cuanto más nos individualicemos como Alma y cuanto más poder y gobierno tengamos sobre la personalidad, más vislumbres se obtienen de esa vida superior y de ese dios interno.


El hombre superior se desarrolla y se eleva por métodos, esfuerzos y sacrificios propios, pero sobre todo por discernir y diferenciar lo transitorio de lo inmortal; por no apegarse (o mejor dicho, por desapegarse) de lo personal y material; por cambiar el amor personal por el amor a todo lo que nos rodea; por la persistencia y el sacrificio en la búsqueda de la Verdad; por no buscar ni desear recompensas, fama, honores ni resultados; y por saber que en Dios vivimos, nos movemos y tenemos nuestros ser y, por tanto, nuestro deber es imitarle. Si buscamos y nos acercamos a Dios, Dios se hará notar en nosotros, y si Dios está en nosotros ya no hay deseo de crecimiento sino la fuerza del Amor y el Poder de la voluntad. Pero hasta que eso ocurra el aspirante debe concentrar todas sus deseos y todos sus esfuerzos en lo interno, en la conciencia del Yo superior y en la vida de Dios.

Francisco Nieto