jueves, 25 de marzo de 2010

EL BIEN Y EL MAL, LA ETERNA LUCHA EN EL CORAZÓN


Cada grado evolutivo y cada estado de conciencia necesita unas normas de ética y moral de tal manera que, para quien las cumple, hacen pensar que esa persona está caminando en el sendero del bien, sin embargo, las Leyes Divinas o superiores, son imprescindibles para que las personas tomen conciencia de que, lo que para unos es caminar sobre el bien para otros es estar todavía atrasados. Así, las especies y reinos se causan mal entre ellos mismos (la planta que necesita de otra para sobrevivir o el animal que mata a otro para alimentarse) pero ese mal no tiene el mismo efecto que cuando un hombre mata a otro en defensa propia ante la ley kármica. Así es que, cuando el hombre deje de hacer mal gracias al cumplimiento de las Leyes Divinas cambiaremos el concepto de la evolución y de la conciencia. Esto nos llevará a evolucionar más rápidamente puesto que no es lo mismo evolucionar haciendo el mal y sufriendo sus consecuencias que actuando solamente sobre el sendero del bien.


Lo cierto es que, gracias a la caída en el mal, la humanidad es lo que es en su sentido más positivo porque, cuando el hombre hace mal y la ley le trae sus consecuencias, aprende que ese no es el camino correcto. El Maestro de Sabiduría, el iniciado, el sabio o el santo se han desarrollado sobre una base donde ha estado muy presente el mal, en realidad, todos nosotros estamos evolucionando a través de malos deseos y sentimientos (odio, lujuria, envidia…) a la vez que nos esforzamos por desarrollar otros buenos (amor, servicio, solidaridad…) Todas estas etapas son necesarias para que el hombre conozca lo que es el mal y sus efectos y así poder dirigirse hacia el sendero del bien, y para eso tiene las leyes éticas y morales de la Tierra más las que aplican las Jerarquías que dirigen y guían a la humanidad. Cuando más nos acercamos a esas normas y leyes más nos damos cuenta de que, en cierto modo, son una limitación para quien las ha superado o un ideal para el que aún no las percibe claramente, pero de una forma u otra, las normas y leyes están dentro de cada uno y solo tiene que dar tiempo y trabajar sobre el bien para que florezcan. Cada uno de nosotros somos un mundo y como tal tenemos nuestras propias normas potenciales de desarrollo que suelen estar representadas por la conciencia, la buena voluntad y el discernimiento; si aplicamos estos tres aspectos individuales a nuestras propias vidas, nos alejaremos cada vez más del mal.

En la Época Lemúrica, hace millones de años, cuando la humanidad no tenía aún el principio de lo que actualmente llamamos “razón” o mente, el hombre actuaba según su instinto. Esto significa que teníamos una conciencia similar a la de los animales y que, al no tener voluntad propia ni razón, no se nos podía culpar por el mal que hacíamos; de hecho, la ley del karma no actuaba con nosotros como lo hace hoy. Así es que, ¿Cuándo nace el mal en nosotros? La respuesta procede de dos aspectos diferentes: 1º.- A partir de que obtenemos la auto conciencia (la primera gran iniciación de la humanidad), y 2º.- Como consecuencia, según vamos descubriendo que los dioses (las jerarquías y Leyes Divinas) nos castigan o premian según actuemos a favor o en contra de dichas leyes. Esto es exactamente lo que ocurre con los niños puesto que cuando son menores no son responsables de lo que hacen y son inocentes porque desconocen las leyes penales.


Como podemos ver, es evidente que siempre hemos tenido el “mal” en nosotros, pero ese mal no puede ser tal en determinados sentidos. Si un animal mata a un hombre no es culpable ni se puede decir que sea malo, pero es que incluso si un caníbal o ser de una tribu salvaje sacrifica a otro ante sus dioses, para esa tribu tampoco es culpable de nada; sin embargo sí lo sería para nosotros por el hecho de estar más evolucionados. Por tanto, es el estado de conciencia y la propia evolución la que hace que nosotros conceptuemos algo como bueno o como malo. Sin embargo, como he dicho anteriormente, desde que somos autoconscientes de nuestros actos somos responsables de todo lo que hacemos ante las Leyes Divinas. Es más, somos responsables de nuestras creaciones, procedan del cuerpo que procedan, sean sentimientos, pensamientos, o actos y lo hagamos con voluntad y conciencia o sin ella. Así es que, el karma, la Ley de Consecuencia junto a la de Renacimiento son las dos principales leyes que no están enseñando a diferenciar e mal del bien y nos están guiando para que practiquemos solo el bien.


En la Época Atlante, la gran mayoría de la humanidad (nosotros mismos hace muchos renacimientos) se dejó dominar por el cuerpo de deseos, el gran tentador, o sea, nos dejábamos dominar por los deseos, sentimientos y pasiones más bajos que, al no haber desarrollado apenas la razón, nos llevaban a hacer el mal. Pero el principal motivo, de forma análoga a los animales, era la supervivencia, el egoísmo por lo material y el hecho de no querer adaptarnos o cumplir las leyes de aquel Dios. Desde el comienzo de la Época Aria hasta nuestros días, la humanidad ha desarrollado un elevado grado el discernimiento y aunque la gran mayoría no se deja dominar ya por aquellos malvados deseos, sentimientos y pasiones, lo cierto es que aún tiene el mal en su interior. La única diferencia es que la voz de la conciencia es más audible que en aquellas Épocas del pasado como resultado de todo el mal que hemos purgado después de cada muerte, pero, aun así, no la prestamos suficiente atención.


Actualmente, hay países que no les importa crear un conflicto o guerra con otros, hay otros donde se castiga con las peores penas (mutilaciones, muertes horrendas, violaciones y asesinatos de niños y niñas…) y se consienten, como una cosa normal, los abusos de los hombres sobre las mujeres y niñas y un sinfín de cosas más. Pero, principalmente occidente y otros países que se aproximan, intentan no solo no crear guerras sino también que otros no las creen. Esto es fruto del desarrollo de la conciencia y de la propia evolución de la humanidad que habita en los correspondientes continentes, sin embargo, todavía persiste el hecho de que en esos países más atrasados donde se cometen tantas atrocidades sigan viendo bien o normal esos hechos según su conciencia, cultura, religión, etc. Por consiguiente y aunque occidente intente dar ejemplo de que es mejor vivir en paz y preocuparse de la mejora social y no del egoísmo que lleva a hacer la guerra, esas personas siguen haciendo mal y serán las Leyes Divinas las encargadas de devolverles el mal que hacen para que lo sufran y su conciencia tome nota de lo que siente para que, así, no lo vuelvan a hacer.


Con estas explicaciones podemos extraer dos conclusiones: 1ª.- Que cuando la humanidad hacia mal por instinto e inconsciencia hace millones de años no tenía lucha interna puesto que su Yo superior estaba comenzando a desarrollarse; y 2ª.- Que actualmente sí hay una lucha interna entre el Yo superior o Ego y la personalidad, entre la mente y el cuerpo de deseos. Esta lucha, que algún día culminará como una lucha entre el Ángel de la Presencia y el Guardián del umbral, continuará durante muchos siglos o miles de años para la mayoría de la humanidad. Pero es necesario que se comprenda profundamente la situación del bien y del mal en cada persona para que cada uno comience a vencer la batalla y así, entre todos, podamos hacer que la humanidad evolucione más rápidamente. Decimos los aspirantes espirituales que no hay que tener prisa en la lucha por el control del cuerpo de deseos pero también decimos que no hay que hacer pausas. Los conflictos (sean de guerra, de familia, de vecinos o entre cualquier otras personas) tienen su origen en el mal que las personas tenemos dentro, por consiguiente, el único conflicto o guerra por la cual nos debemos preocupar es la que debe conseguir eliminar el mal de nuestra mente y de nuestros corazones.


Cuando en la Época Atlante la mente comenzaba a desarrollarse, se originó la guerra que debe llevar a que la razón y el discernimiento venzan los más bajos deseos y los peores sentimientos que albergamos en nuestro interior. Actualmente y puesto que la mente disfruta también de los placeres, del materialismo y de todo lo que nos rodea, la guerra implica un fortalecimiento de la voluntad para que controle y dirija la mente hacia unos grados más elevados de pensamiento y hacia unos ideales que hagan que utilicemos el mundo físico como algo necesario pero sin el más mínimo apego. Esto no lo puede hacer nadie por nosotros, el bien y el mal lo tenemos dentro pero también tenemos el libre albedrío y la voluntad que nos posibilita para decidir momento a momento si queremos hacer el bien o el mal. Solo nosotros hemos creado a Dios y al Diablo en nosotros mismos y, como el toxicómano ante la Ley de Consecuencia, solo nosotros podemos y debemos eliminar el mal. Así es que el hombre es la causa de toda guerra pero también lo es y debe ser de la paz, es decir, no podrá terminar con la guerra si antes no instaura la paz en su interior. Todos estamos dentro de conflictos de diversos grados de gravedad (unos más y otros menos), todos tenemos dudas a diario sobre si actuar buscando el bien y la paz o lo contrario pero, si solo actuáramos teniendo como base el bien y la paz, no existirían los conflictos y el mal. Utilicemos el discernimiento y la buena voluntad para saber elegir la decisión que aporte armonía y paz entre nosotros, de esta forma no solo ganaremos la guerra en nuestro interior sino que también sembraremos de paz los ambientes donde nos movamos y la atmósfera planetaria.

Francisco Nieto

lunes, 15 de marzo de 2010

EL DESTINO Y EL LIBRE ALBEDRÍO


ESTE ESCRITO ES PARTE DEL CAPÍTULO VIII DEL ÚLTIMO LIBRO DE FRANCISCO NIETO:

¿LA MUERTE? ¡NO EXISTE! todo es vida, desarrollo y conciencia


Antes de que el Ego, el Yo que utiliza el cuerpo mental para manifestarse a través del cerebro y del sistema nervioso, comenzara a utilizar su mente para lo que actualmente llamamos razonar, solo respondía a las vibraciones más lentas del mundo físico. Su falta de sensibilidad le impedía percibir algo de lo que hoy conocemos como moral, ideales elevados, intelectualidad, etc., por tanto solo actuaba de acuerdo a sus intereses más bajos, aunque naturales entonces. Pero más tarde, este pensador comenzó a darse cuenta, a través del uso de la mente, de que había algo superior que le inclinaba a actuar de una manera diferente y más positiva. Entonces se inició la lucha del Ego para poder gobernar a la personalidad y no fue de otra forma que utilizando la voluntad y el libre albedrío. Desde entonces, el cerebro, el sistema nervioso y, en definitiva, el hombre, trabaja con vibraciones más elevadas a través del pensamiento; es decir, se está haciendo a sí mismo un instrumento del Alma.
La voluntad y el pensamiento son los medios más poderosos que tiene actualmente el hombre para evolucionar y por tanto para crearse un buen o mal destino futuro. La voluntad y el libre albedrío siempre nos permiten elegir entre hacer el bien o el mal pero, como la voluntad se manifiesta a través de los diferentes cuerpos, hay varias opciones que tienen diferentes resultados. Ya sabemos que nuestro verdadero Yo, el Ego, funciona en las regiones superiores del Mundo del Pensamiento, o dicho de otra forma, está conectado a sus cuerpos desde una porción de materia de ese mundo que ha especializado en la periferia de su cuerpo mental. Allí recibe las impresiones del mundo externo gracias a los sentidos físicos que están íntimamente unidos al cuerpo etérico, a los que se unen los sentimientos y emociones que como respuesta emite el cuerpo de deseos y que, por último, se refleja todo en la mente.
La respuesta del Ego ante un impacto que procede del exterior es crear una conclusión o idea respecto al tema que corresponda. Esta idea se rodea de materia de la región concreta del Mundo del Pensamiento y, ya como un pensamiento forma, se manifiesta como sigue: Se comunica con el cuerpo de deseos para que emita un sentimiento como respuesta; a su vez, éste puede despertar interés en la persona, el cual puede ser de atracción o de rechazo. Cuando el sentimiento que ha despertado el interés es de atracción el pensamiento se envuelve con la materia del cuerpo de deseos que corresponda (según sea el sentimiento y el interés) y actúa sobre el cerebro etérico para activar los impulsos correspondientes sobre los centros cerebrales, el sistema nervioso y los músculos; así se ejecuta la acción como respuesta y queda grabada la imagen en el éter del cuerpo etérico.
Supongamos que el impacto que llega al Ego es la imagen de un animal herido que necesita ayuda, y supongamos también que el sentimiento, en este caso, despierta una actitud de repulsión. Los hechos suelen ser los siguientes: La voluntad unida al pensamiento lucha contra el cuerpo de deseos por no estar en sintonía, es decir, la conciencia o naturaleza superior lucha contra la inferior intentando cada una por su lado vencer a la otra. Si la voluntad y el pensamiento son fuertes llegarán a los centros cerebrales como en el caso de la atracción y se consumará la acción que la voluntad (el Ego) quería quedando grabada la lucha también en el éter reflector del cuerpo etérico uniéndose así a lo que llamamos memoria subconsciente. Si gana el cuerpo de deseos porque consigue agotar la vitalidad puesta en el pensamiento, entonces ganará la repulsión y la persona se marchará sin ayudar al animal herido. Naturalmente que este hecho también queda grabado como todo puesto que todas estas imágenes son necesarias para extraer la esencia de la vida en el estado post-morten.
Como podemos ver, cuando la voluntad se alía con la razón (mente) o lo que es lo mismo, cuando el Ego utiliza el discernimiento con la voluntad de progresar en Espíritu, terminan imponiéndose sobre el cuerpo de deseos que representa la naturaleza inferior del hombre. Cuando la mente no se deja dominar por los deseos y sentimientos negativos de este cuerpo, está facilitando la comunicación del Ego con la personalidad, está manifestando su propia naturaleza, y está haciendo que los impulsos del Espíritu sean oídos por el hombre. Está claro que la voluntad y el libre albedrío deben ser una sola herramienta y trabajar junto a la mente para vencer al cuerpo de deseos que es el que nos ata y no nos deja ser libres como deberíamos serlo. Es la única manera de que el hombre sea libre y sepa actuar con sabiduría en su vida cotidiana para que su próxima vida sea más prometedora. Cuando se actúa así vida tras vida nos deshacemos del aspecto inferior del cuerpo de deseos y nos unimos a nuestro verdadero Yo en su propio mundo.
No es muy común pero es necesario mencionarlo, si algo hay parecido a la aniquilación del Espíritu es precisamente cuando ocurre lo contrario de lo que se debería hacer tal y como se ha dicho en el párrafo anterior. Cuando la personalidad, el hombre, se deja dominar durante una o varias vidas por el, cada vez, más poderoso aspecto inferior del cuerpo de deseos, es decir, se va haciendo cada vez más “animal”, entonces puede llegar hasta el punto de perder su Alma. Esto es algo así como que el hombre actúa dominado por la lujuria, la pasión, y por los más bajos sentimientos y deseos, hasta que llega un punto en que la razón, apenas existente, se desconecta del Yo superior. Estos seres, aún dominados por el egoísmo más puro, por el deseo de poder, astutos y perversos, pueden reencarnar y hacer mucho mal hasta que se desintegran como personalidades.
Como podemos ver, es importante que el hombre se esfuerce en progresar en cada vida y para ello tiene la voluntad de esfuerzo y la razón que son las herramientas a utilizar cuando su libre albedrío cree oportuno. El hecho de aprender a utilizar el cuerpo como instrumento (trabajo, manualidades, etc.); la mente para estudiar e interesarse por la cultura y practicar el discernimiento; y el desarrollo de sentimientos de amor, fraternidad, compasión, altruismo, etc., son medios a nuestro alcance que favorecen el desarrollo del Alma y nos conceden cada vez más libertad. No olvidemos que cada persona renace con una serie de cualidades y defectos de los cuales debe utilizar las virtudes para crearse otras nuevas y, a la vez, eliminar los defectos aunque solo sea por inanición; es ahí donde mayor importancia tiene el libre albedrío y la voluntad.
Lo mismo que renacemos con toda una serie de virtudes y defectos, también lo hacemos con los aspectos negativos que nos pueden traer sufrimientos y disgustos y, por otro lado, con los medios que nos facilitarán cierto grado de gozo y felicidad. Pero ¿Cómo podemos utilizar la voluntad y el libre albedrío para obtener cada vez más felicidad y menos sufrimiento? Sabiendo que tenemos tres principales cuerpos para experimentar y evolucionar en la Tierra, debemos tener muy en consideración lo siguiente: Los efectos de los trabajos realizados por los diferentes cuerpos tienen unos efectos que progresan geométricamente según van desde el cuerpo físico hasta los ideales elevados de las regiones donde se encuentra el propio Ego. Esto quiere decir que un acto físico realizado con buena intención y más aún si sus efectos benefician al prójimo, tendrá una recompensa material en la próxima vida. Pero si una persona trae ideales elevados e inspiraciones, no solo puede progresar en sentido material sino que también tendrá éxitos y medios para solucionar los problemas más una serie de oportunidades para el desarrollo espiritual.
En el grado evolutivo en que se encuentra actualmente la humanidad trae más karma malo que bueno, es decir, más disgustos, problemas o limitaciones, que alegría, trabajos cómodos y libertad de acción. Esto procede del “Banco Universal” donde cada uno de nosotros tiene una cuenta con su correspondiente “debe” y “haber”. Las actuaciones positivas de nuestros cuerpos, más las aspiraciones, ideales, etc., aumentan nuestro saldo, mientras que lo contrario lo disminuye y nos trae problemas, disgustos y toda una serie de fuerzas que harán que estemos en determinadas circunstancias y con determinadas personas que no nos pondrán las cosas fáciles.
Cuando utilizamos el discernimiento antes de tomar decisiones; cuando nuestro egoísmo no perjudica a los demás como por lo general ocurre; cuando tenemos aspiraciones e ideas espirituales, devocionales y fraternales; y cuando controlamos la mente con la voluntad para no crear mal a nadie, estamos eliminando parte de esas deudas kármicas que tenemos en el Banco Universal como “debe”. Cuando nacemos no lo hacemos con todas esas fuerzas buenas y malas activas, siempre nacemos con algunas más virtudes o fuerzas positivas que negativas para que podamos aumentar nuestro saldo y porque, si fuera al contrario, las fuerzas o karma negativo nos podría vencer y llevarnos al desastre. Así es que, los Señores del Karma nos favorecen para que nuestra vida no sea tan dura y nos dan la oportunidad de mejorar por medio de nuevas oportunidades (causas) que, si sabemos utilizar la voluntad y el libre albedrío, nos facilitarán un mejor destino.
De todo lo anterior podemos deducir que si del karma total negativo traemos un 25% y del positivo un 30% más las oportunidades que nos ofrecen los Ángeles del Destino de mejorar nuestro desarrollo y aumentar el buen karma, tendremos muchas posibilidades de ir saldando nuestras deudas y aumentando nuestro saldo. Pero no hay que centrarse solamente en las posibilidades u oportunidades. Si cada sufrimiento, problema o limitación la convertimos en resignación, humildad, simpatías, etc. gracias a la rectificación de nuestro carácter por medio de la fuerza de voluntad y el sacrificio, engrandeceremos nuestro buen karma. Pero si hacemos lo contrario, no sólo aumentaremos el malo sino que agotaremos el bueno, lo que en la próxima vida se traducirá en sufrimiento y dolor. ¿No es ésta razón suficiente para conocernos a nosotros mismos, cambiar nuestro carácter y procurar no hacer mal a nadie en pensamiento, palabra y obra?
Por lo general y particularmente en occidente, no hay grandes variaciones en los resultados del karma de una vida respecto a otra, se suele mejorar algún grado pero siempre hay altibajos hasta que la persona encuentra el sendero de aceleración por medio de la devoción o del conocimiento oculto. Cuando el hombre comienza a intuir o conocer el Plan de Dios es cuando de verdad acelera su desarrollo espiritual gracias a su fuerza de voluntad y a su libre albedrío. Esta es la explicación al porqué hay un destino para cada persona, la cantidad de karma bueno o malo puesto por los Ángeles del Destino según sus deudas pendientes y según sus necesidades de desarrollo. Sus padres, hijos, profesión, sus amigos, las circunstancias, todo está previsto para que el resultado de la vida sea bueno y, sin embargo, nada de ello va a obligar a una persona a responder de determinada forma. Siempre somos libres y podremos elegir entre hacer el bien o hacer el mal, entre aumentar el karma bueno o saldo o aumentar el malo y crearnos más deudas. Por muy duro que sea el destino siempre tendremos a nuestro Ego intentando aconsejarnos para que desarrollemos nuevas virtudes y para que podamos crearnos un mejor destino.
El hombre no debe estar dominado por las personas ni por las circunstancias, pero tampoco debe dejar de utilizar su mente y su voluntad con la mejor intención. Aunque dos personas tengan un destino duro y similar siempre pueden ocurrir dos cosas: Primera, que uno de ellos decida luchar con fuerza, optimismo y sabiendo que él mismo puede cambiar muchos aspectos de su vida; y Segunda, que, el otro, desde el primer momento se rinda y piense que no merece la pena luchar porque así está escrito en sus destino. Dos mismos barcos pueden competir en una regata con las mismas ventajas y el mismo viento a favor pero llegará primero quien sea más hábil y tenga más experiencia. Luego entonces no podemos admitir que el hombre se vea manipulado y dirigido de allá para acá aún en contra de su voluntad, sino que es el hombre mismo quien, con su voluntad y libre albedrío puede cambiar su destino en muchos aspectos. Todos tenemos un Poder Interno que, bien utilizado, nos ayudará a cambiar muchas circunstancias de esta vida y otras muchas en la próxima, ese poder es la Voluntad trabajando sobre los ideales elevados y con la intención de espiritualizar el carácter.
Nuestro origen, como seres humanos, podría compararse a un diamante en bruto el cual, si se le aplica una pasada tras otra en la piedra de esmeril hasta permitir que la luz penetre en su interior, veremos el diamante en todo su esplendor y belleza. Si comprendemos que cada aplicación a la piedra es una vida en la que nos esforzamos en desarrollar la voluntad para colaborar en ese Esquema que Dios ha creado cuyo fin es hacernos a imagen y semejanza Suya, admitiremos que en cada vida estamos desarrollando nuevos aspectos que nos acercan a Él en conciencia y en espiritualidad. Si en cada vida nos esforzamos solo un poco y actuamos y tomamos las decisiones correctas, cada vez mostraremos y tendremos más posibilidades de forjarnos un destino donde, además de obtener bienestar y felicidad, obtendremos mayor dominio propio, más libertad de acción y mayor volumen en la Voz de la conciencia. Recordemos que:

1º.- Las aspiraciones, anhelos e ideales elevados de una vida se convierten en facultades y
habilidades en la próxima.

2º.- La voluntad se convierte en capacidad y poder.

3º.- La repetición de pensamiento en determinada línea o aspecto se convierte en tendencias
para la mente creadora.

4º.- La experiencia se convierte en conocimiento y éste en sabiduría.

5º.- Las ayudas materiales y el servicio a los demás serán nuevas oportunidades de seguir
haciéndolo en la próxima vida.

6º.- El servicio y ayuda de forma oral, literaria, moral, etc., traen mayor desarrollo intelectual y
espiritual.

7º.- Las oportunidades no aprovechadas y el no cumplir con nuestros deberes y
responsabilidades traerán problemas, limitaciones y aspiraciones frustradas.

Es aconsejable tener siempre presente que:

1º.- Nuestros hechos, respecto a los diferentes cuerpos son la base de nuestro futuro destino.

2º.- Que en lo que pensamos en eso nos convertimos.

3º.- Que los pensamientos son como semillas y se unen y refuerzan para hacer bien o mal en el
mundo.

4º.- Que podemos cambiar nuestra vida, carácter y destino cambiando nuestra forma de pensar,
sentir y actuar.

5º.- Que somos nosotros mismos quienes creamos nuestro mal destino cuando nos encerramos
y obsesionamos con lo negativo.

6º.- Que cuando actuamos consciente y voluntariamente para hacer el bien y la voluntad de
Dios estamos trabajando por nuestra propia liberación del renacimiento.

Así es que: “Solo nuestros propios hechos pueden entorpecer nuestra evolución y solo nuestra propia voluntad y libre albedrío puede atarnos al renacimiento.”

sábado, 13 de marzo de 2010

AMOR U ORACIÓN


(Artículo escrito y leído por mí mismo en el Centro Rosacruz de Madrid en 1987)

Quizás la palabra más difícil de definir sea AMOR y sin embargo meditando sobre ella se llega a sentir porque lo tenemos constantemente dentro de nosotros mismos aunque no lo manifestamos como deberíamos. Desde que estoy en el sendero del ocultismo me doy cada día más cuenta de que es un camino recto hacia el amor y hacia Dios porque después de satisfacer la mente se satisface el corazón, me doy cuenta de que simplemente con la repetición de estas enseñanzas sobre el cuerpo vital forman un hábito y éste un carácter
¿Qué carácter podemos formar con las enseñanzas rosacruces? de amor, pero no sólo podemos sacarlo de nuestro interior sino de todas partes porque, decimos en El Servicio del Templo de nuestra Fraternidad “Dios es amor, si estamos en Amor estamos en Dios y Dios en nosotros”. ¿Qué es estar en amor? Es pureza de conciencia, de vida y de corazón; es estar constantemente con el pensamiento en Dios, con una fuerte voluntad y sintiéndole con nosotros. Es difícil conseguir esto pero sabemos que el fracasado es el que no lo intenta una y otra vez. Decimos, “El amor es inagotable”, lo que significa que el amor no tiene límites ni en Dios ni en nosotros que somos sus hijos, podemos estar dando amor constantemente, Francisco de Asís lo practicaba así con toda la naturaleza, y Santa Teresa decía que Dios se encuentra incluso entre las cacerolas, es decir, se puede estar con Dios o dando amor en cualquier parte y hagamos lo que hagamos.
Una vez meditando sobre esto me puse a imaginar y me di cuenta de que desde el dar la mano a alguien, escribir una carta pero con sentimiento para que llegue al destinatario, al hablar con las personas, trabajando y cualquier otra cosa que hagamos en el mundo como crear formas de pensamiento de bondad, humildad, etc. que siempre llegan a despertar esos sentimientos en los demás, lo podemos hacer con amor. Así que el amor es inagotable y en nosotros tenemos una fuente de amor que no sabemos dónde ni cómo gastarlo.
No acaba aquí el amor u oración, hay, y siempre ha habido, oraciones como ayuda para el desarrollo del hombre y, por supuesto, esa ayuda dependerá del sentimiento que se ponga en ella ¿Qué oración deberíamos practicar, la de pedir? No, dentro de lo posible, porque ni los maestros usan sus poderes para ayudarse ellos mismos. Podemos pedir ayuda, pero ¿no es mejor conformarnos con nuestro destino que anteriormente hemos creado, elevarnos por el amor, y pedir solamente amor y medios para poder servir y ser útil en el Plan de Dios? Pienso que sí, Cristo-Jesús dijo: “Buscad el reino de Dios y todo lo demás e os dará por añadidura”. Tenemos oraciones maravillosas como son la Oración Rosacruz o la de San Francisco de Asís, donde pedimos ser instrumentos de paz y de servicio en la tierra, y otras muchas más, pero ¿Qué son las oraciones sino un medio de estar en contacto directo con Dios? y ¿Qué es esto sino amor? Por medio de la oración constante estamos unidos a Dios por amor, todos los santos han practicado esto desde siempre, sentirse envueltos de la Luz de Dios, sentir a Cristo como guía en su sendero, hacer todo lo que hagamos con amor.
La oración es estar atentos a las cosas de Dios, con un sentimiento amoroso a Dios y al prójimo, es acortar el camino entre nosotros y Él, es unirnos íntimamente a Él y Él a nosotros, es agradecer, es amar, es avivar la llama del amor en nuestro interior para que haya una unión perfecta. La oración nos lleva a Dios y Dios nos llena de amor para ser perfectos instrumentos aquí en la tierra.
Así vemos como por medio de la oración constante y el conocimiento de las enseñanzas ocultas tenemos la gran oportunidad de adelantar en el sendero. Hemos tenido un pequeño vislumbre de la Luz (cosa que otros no) Dejemos que nos alumbre, y junto con la voluntad y el sacrificio, esforcémonos por ser verdaderos sirvientes de Dios, fieles cooperadores de Cristo para ayudarle y liberarle de todos los sufrimientos que le causamos día a día. Hemos vista la cima de la montaña aún muy lejana y sabemos que el camino es muy duro y con muchos impedimentos que nos harán caer, pero esas caídas nos fortalecerán para llegar a esa meta, una vez allí y incluso desde ahora mismo, podemos ayudar a nuestros hermanos que no han visto ni esa pequeña Luz que hemos visto nosotros.
Podremos ser guías de nuestros hermanos y ayudarlos a cargar su cruz pero ahora debemos cargar con la nuestra hasta hacernos libres y fieles discípulos de Cristo. Cristo dijo que llegaríamos a ser como Él y mayores aún, comencémos a imitarle porque Cristo siempre estaba en oración y oración es amor y amor de Dios, y si estamos en Dios, Dios está en nosotros.

Francisco Nieto

martes, 2 de marzo de 2010

LA ORACIÓN, UNA AYUDA IMPRESCINDIBLE (yII)


Todos sabemos que hay infinidad de oraciones que no obtienen respuesta mientras que otras, aparentemente más materiales sí. Asociaciones religiosas, filantrópicas, comedores sociales, etc. obtienen respuestas mientras que otros que deambulan por la calle y que no tienen nada para comer no encuentran salida Esto ocurre, generalmente, porque unos practican la oración y con devoción piden a Dios para los demás, mientras que otros no piden o piden egoístamente o, quizás también, porque es karma de cada uno. Un problema de salud obtiene respuesta a la oración y petición de ayuda mientras que otro muere y deja viuda e hijos, es difícil saber cuando está actuando la Ley de Consecuencia y cuándo la voluntad y el libre albedrío. Podríamos dividir la oración en tres clases:

1ª.- Las materialistas y egoístas que piden que se satisfagan sus necesidades físicas e incluso su salud para poder disfrutarlas.
2ª.- Las que se pide ayuda para el desarrollo moral, intelectual y espiritual incluyendo el desarrollo de poderes, la protección contra el mal, etc.
3ª.- Las oraciones donde no se pide nada de lo anterior sino que solo se desea ayuda para no dejar de ser útil al prójimo, ayuda para no dejar de tener ese deseo de elevarse hacia Dios, o que no falte esa voluntad de hacer todo por amor a Dios.

Las oraciones materialistas, a su vez, se pueden dividir en varias clases, por ejemplo, las que hace el misionero que apenas tiene nada para cubrir las necesidades básicas de una tribu tercermundista o, por el contrario, el que pide para él teniendo cubiertas sus necesidades básicas. En el primer caso, la buena voluntad de servir y el amor intenso o deseo de protección hacia esos seres, crean una forma mental que atrae un elemental cuya vibración alcanza las regiones superiores del Mundo del Pensamiento. Pero estas oraciones no solo obtienen respuestas de las varias Jerarquías que habitan los mundos invisibles y que atienden esta clase de vibraciones tan elevadas, sino que también obtienen respuesta de las personas que captan esas formas mentales y que están en sintonía vibracional haciendo, como consecuencia, donaciones. El otro caso, es lógico que, por lo general, no obtenga respuesta, no solo porque no hay una voluntad de ayudar a otros sino que esta clase de personas no suelen tener nada “ahorrado” en el “Banco Universal” de los mundos espirituales. Alguien puede pensar que, según el ocultismo, crear pensamientos-deseos materiales y lanzarlos al Mundo del Pensamiento repetidamente traerán una respuesta, pero no es tan fácil. No solo se necesita concentración y deseo intenso sino que el deseo debe ser altruista y amoroso para los demás porque la respuesta no procede de la nada sino de unos seres inmensamente superiores a nosotros en desarrollo espiritual a los que no se les puede engañar. Por eso la oración sencilla y humilde de alguien que pide para dar de comer a los demás obtendrá más fácilmente respuesta que quien pide para él, y por eso también, obtendrá mayor respuesta el que pide y crea una forma mental llena de intenso amor al prójimo que el que pide superficialmente y sin apenas sentimiento por otra persona.
Estas normas se podrían aplicar a las diferentes clases de oración en sus muy diversas formas pero tampoco debemos olvidarnos del karma y de la epigénesis. Epigénesis es la acción original que una persona hace, una causa nueva que no tiene relación, por tanto, con otras acciones del pasado. Así es que, cuando una persona tiene en su vida la oportunidad de crear una causa nueva en vez de actuar por instinto, costumbre, norma, etc. y esa causa es una petición amorosa y altruista, es fácil que tenga respuesta. Pero las oraciones y peticiones materialistas, egoístas que piden sin haber dado, no pueden obtener nada porque esas personas mismas se han cerrado la puerta de antemano. La Ley de Consecuencia (Seres muy elevados que administran las Leyes Divinas) da a cada uno lo que se merece, así es que el que en el pasado fue injusto, egoísta y no se preocupó por nada ni por nadie, aunque rece con intenso deseo no será atendido hasta que pague sus deudas con el sufrimiento que le corresponde y que le haga tomar nota de lo que ocurre en su vida y en las circunstancias que le rodean. La ignorancia de las Leyes Divinas y de lo que ocurrió en anteriores vidas hace pensar a muchos que no existe Dios por el hecho de que sus oraciones y peticiones no son atendidas. Pero, si un hombre dejó morir a otros en el pasado o si una madre abandonó a una hija enferma en otra vida, es posible que ese hombre muera de hambre en otra vida por mucho que pida ayuda y esa madre pueda ver morir a una hija sin que reciba respuesta divina.
Otra cosa muy diferente es cuando las personas de buena voluntad piden ayuda desesperada para tomar una determinación, para resolver un conflicto y por cosas relacionadas con la moral y lo intelectual. La respuesta a las oraciones pueden venir incluso del mundo del Espíritu de Vida dependiendo de la clase que sea y de la intensidad y concentración que haya respecto a la voluntad y deseo amoroso, pero la respuesta a las oraciones de las que estamos hablando suelen venir de la región etérica (del mundo de los Ángeles) del mundo físico o como mucho del Mundo de Deseos (mundo de los Arcángeles) Tampoco hay que olvidar a los Auxiliares Invisibles, a los discípulos y a los iniciados que funcionan por estas regiones superiores dispuestos a auxiliar a estas personas que piden ayuda. Los verdaderos ocultistas saben que imponer algo a alguien en contra de su voluntad es magia negra, por tanto, sería un error pensar que estos seres fraternales y auxiliadores se dediquen a imponer sus soluciones en las mentes de las personas. Ellos simplemente responden a una petición dejando la respuesta en la conciencia cerebral o el consuelo y la paz por medio de sus vibraciones de amor y compasión. Entonces, como el que hace la oración está interiorizado y concentrado en pedir humildemente ayuda y en obtener una respuesta amorosa, la respuesta alcanza su conciencia sin ninguna dificultad. Esta es la clave para que la respuesta a este tipo de oraciones altruistas, morales e intelectuales tenga efecto. El que hace la oración debe interiorizarse y hacer la súplica como un verdadero hijo de Dios que pide a su padre. A la vez que se aísla en un estado de fe y de amorosa receptividad a lo superior; se puede percibir la respuesta de nuestro Yo superior o de estos amorosos seres.
Cuanto más elevada y espiritual sea una oración o petición dirigida a Dios y cuanto más intensidad haya en forma de voluntad y deseo de ayuda amorosa hacia otros, más fuerza tendrá para atravesar la atmósfera materialista que rodea la tierra y más fuerte se hará sentir en los mundos espirituales. Las jerarquías espirituales que guían y auxilian a la humanidad y nuestros propios Hermanos Mayores, están deseosos de que nosotros elevemos las vibraciones de nuestros cuerpos y nos hagamos colaboradores de Dios en la Tierra, pero también lo están de atender nuestras súplicas por los demás o las peticiones de Luz hacia nosotros mismos, pero eso no lo pueden hacer mientras no nos convirtamos en ese receptáculo espiritual al servicio de la humanidad. Cuando los aspirantes espirituales elevan sus peticiones de Luz, los Ángeles y nuestros hermanos acuden en su ayuda, y si su estado de conciencia es receptivo obtienen respuesta porque, a mayor intensidad en la oración y en la aspiración mayor amplitud de respuesta habrá. Es decir, cuanto más nos acercamos con buena voluntad y amoroso deseo a los propósitos de Dios, más inmersos estaremos en Su Luz y en Su Amor y más respuestas obtendremos en nuestras oraciones; pero cuanto más apartados y más materialistas somos menos posibilidades tendremos.
Las Jerarquías, las fuerzas divinas de Dios, están en todos los planos y no pueden desoír las oraciones de las que estamos hablando, así es que, cuando colaboramos con esas fuerzas, cuando nadamos a favor de la corriente y no en contra, es cuando somos uno con las Leyes Divinas y nos servimos de ellas a la vez que damos de lado a las terrestres. Pero lo mismo que nuestra súplicas y oraciones son atendidas por los Ángeles portadores de sabiduría, también tenemos a nuestra disposición a otros “seres” que cumplen a rajatabla lo que pedimos, estos son los elementales artificiales. Ya hemos hablado de las formas de pensamiento y cómo éstas llegan a donde o a quien sean dirigidas, pues bien esto es gracias a un elemental (ser que se crea de acuerdo a la vibración y al sentimiento que va unido a la forma de pensamiento) que utiliza esa forma de pensamiento como cuerpo para cumplir lo que el pensamiento representa. Por consiguiente, estos elementales pueden ayudar a traernos la respuesta a nuestra oración pero siempre dependerá, como hemos dicho, de la naturaleza que sea. Hay que tener en cuenta que, como está escrito en el Libro Sagrado, “En Dios vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser”. Lo que significa que podemos hacer millones de oraciones y peticiones a diario pero, al final, son las Jerarquías Divinas que administran las Leyes de Dios las que tomarán la decisión más adecuada según sea la oración. Pero tampoco olvidemos que Dios es Amor y que, al contrario de lo que muchos piensan, cuantos más elevados son los seres que habitan los mundo invisibles más sensibles a nuestras demandas y más fácil de afectar a Su conciencia. Está claro que la mejor manera de que nuestras oraciones sean atendidas es haciéndonos obreros de Dios, intermediarios entre nuestros hermanos más atrasados y Dios Mismo, al igual que los Ángeles son una especie de sistema nervioso en el cuerpo de Dios a través del cual hay receptividad y expresión.
Dice San Juan en su primera carta: “Dios es luz y en Él no hay oscuridad, si decimos que estamos en comunión con Él y estamos en tinieblas, mentimos, pero si caminamos en la luz como Él está en la luz tenemos comunión unos con otros” Esta claro que no se refiere a la luz del Sol sino a la Luz Divina, la que no percibimos con los ojos. Todos sabemos lo difícil que es estar en comunión con Dios puesto que estamos llenos de defectos, o lo que es lo mismo, andar en tinieblas, pero también está escrito que “Dios es amor y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en Él”, por tanto, de lo que se trata es de acercarnos a Dios, al amor divino que abarca a todos sin distinción y entonces estaremos en la Luz. Si practicamos la oración, la verdadera oración que nos lleva a hacer todo con amor y como si fuera para Dios, entonces encontraremos la respuesta directa del Padre en nosotros. Esta oración no implica solamente ponerse unos momentos diarios a rezar o a adorar a Dios, esta verdadera oración conlleva una actitud constante de santidad, de amor al prójimo, de considerar como verdaderos hermanos incluso a nuestros seres queridos más cercanos, de hacer todo con amor, de imitar a Cristo… esta es la oración más grande y más profunda que el hombre debe hacer si de verdad quiere recibir la Gracia del Espíritu de Dios. Sabemos lo difícil que es llevar esta clase de oración a la práctica porque debemos cumplir con nuestras obligaciones y responsabilidades a diario, pero si estamos pendientes de nosotros mismos y con la voluntad puesta en Dios, dirigiremos una y otra vez la mente en esa misma dirección y no tardaremos en darnos cuenta de que una maravillosa transformación se está produciendo en nuestro interior, entonces comenzaremos a vislumbrar la Luz interna que hasta ahora no habíamos percibido.
La oración-contemplación mística es aquella en la que intentamos elevarnos por la devoción a los reinos del Padre para encontrarnos cara a cara con Él. Para hacer esta oración se necesita silencio, silencio material sí, pero también silencio en sentido de que no se necesitan palabras, ni pensamientos concentrados, ni imágenes visualizadas, etc. Es una oración en la calma mental donde solo se manifiesta un “deseo” de vivir en Dios, una devoción incontenible y un sentimiento de amor que abarca a toda la humanidad. Así, imbuidos por la palabra “Padre” comprendemos el significado de la frase “Dios es mi pastor, nada me falta” y es que buscando el Reino de Dios y Su justicia de nada tenemos que preocuparnos. Esta contemplación silenciosa con la mirada fija en nuestro Padre, llenos de devoción y amor como el perro que contempla fiel y amorosamente a su amo, es el motivo que nos debe llevar a servir a la humanidad.
Entre la oración altruista y fraternal por los demás y esta última hay un cambio en las intenciones puesto que pasamos de no pedir nada para nosotros a buscar la manera de acercarnos a Dios para estar en Su Luz y alumbrar el camino a nuestros hermanos. Esta actitud pasa por la meditación, contemplación y la adoración. Con la meditación concentramos la mente en los asuntos de Dios aislando a la personalidad, lo que nos lleva a la contemplación y después a la adoración, y esto a su vez, facilita el acercamiento del hombre a su propio Espíritu y a Dios. Si el hombre se convierte en lo que piensa, debemos concentrar la mente en Dios, meditar en Dios, adorar a Dios y contemplarle en todo lo que nos rodea. Esta es también la manera de dar forma a la mente para que se eleve a las regiones superiores del Mundo del Pensamiento y al Mundo del Espíritu de Vida para que su actitud sea siempre una oración; esto facilita la conexión con nuestro Yo superior y nos causa una sensación de plena libertad. Si la oración nos hace ver la Luz de Dios, esa Luz en nosotros hace que veamos a los demás con los ojos del amor, de la compasión y de la fraternidad; hace que percibamos una fuerza interna que antes no teníamos y que ahora nos da seguridad, fe y confianza ante cualquier cosa que nos ocurra; y también hace que nos demos cuenta de que nada del mundo material atrae nuestra atención ni satisface nuestros sentidos excepto el anhelo de unirnos con Dios. En este sentido y con esta forma de orar, llegamos a la convicción de que ya no necesitamos pedir nada porque todo se nos dará por añadidura a su debido tiempo. En esa etapa, como hijos verdaderos de Dios, solo se desea servir, dar muestras de la grandeza del Amor de Dios y hacer Su voluntad.

Francisco Nieto